Finalmente amaneció y tras varias llamadas y movimientos, Guillermo sonrió con desprecio cerrando la portátil con la que había trabajado durante la noche. Esteban iba a despertar con un muy mal sabor de boca.
No estaba satisfecho, no aún. Ese infeliz había violado a Eider dos veces y por poco queda impune, de no haberlos encontrado en esa fiesta...
Suspiró pensando que quizá la presencia de Donato servía de algo, si él no hubiese encontrado a Esteban con Eider, seguramente cuando ese hijo de puta llevara al chico a su casa Don habría solucionado todo. De cualquier manera, no iba a dejar todo en manos de un asesino, él tenía formas más metódicas para hacerle pagar sin ensuciarse tanto las manos.
Se retiró de la empresa antes de que los empleados llegaran, sería incómodo encontrarse con alguien que le entretuviera.
Cuando llegó a su casa pensaba en qué otra clase de castigo podía darle al infeliz ese, el fraude que realizó con todas sus inversiones le dejaría casi en la calle, pero Guillermo deseaba hundirlo hasta que no quedara rastro de su existencia, que su nombre no fuese más que una burla, entonces podría deshacerse de él para siempre.
Cloe seguía dormida, así que se fue a la habitación principal, se dio un baño y se acostó sin poder sacar de su mente a Eider, verlo de nuevo era tan frustrante, tenerlo tan cerca y escucharle decir que se largara con su novia, fue un golpe bajo. Se sentía culpable por haberle corrido de la forma en que lo hizo, Eider llevaba más de un año bajo su cuidado, quitarle el resguardo de la noche a la mañana debió ser un proceso brusco para él, de nuevo se sentía un poco mejor entendiendo que al menos Donato había estado ahí para evitar que se metiera en problemas, pues parecía que Eider ya le conocía lo suficiente.
Eider despertó cuando escuchó ruido en su habitación y apenas pudo ver se encontró con la pesada mirada de Donato y la suavidad de Evin, este último estaba sentado en su cama con el desayuno sobre una bandeja.
— ¿Cómo te sientes? —preguntó Evin mirándole preocupado.
— ¿Están enojados conmigo por lo de anoche? —murmuró Eider sentándose lentamente.
—No, enojados no. Yo solo estoy sorprendido por lo estúpido que puedes ser. —dijo Donato sin medir sus palabras. Se acercó a la cama y le dio un leve golpe en la cabeza haciendo que se encogiera. — ¿De qué manera vas a aprender? ¿Hasta qué problema sin solución piensas llegar? Ya te ha pasado de todo y sigues siendo igual de confiado.
—Lo siento. —dijo el chico escondiendo la mirada tras su alborotado cabello, casi a punto de llorar, pero no lo hizo porque temía que Donato se enojara más. —Yo no pensé que Esteban era quien..., quien me atacó en la empresa.
—No hace falta que sepas algo así, simplemente no debes salir con nadie a solas, si alguien te gusta bien podrías pedir nuestra opinión.
—Donato, no lo regañes de esa manera, tampoco tiene que pedirnos permiso, no somos sus padres. —susurró Evin tratando de calmar al mayor.
—Pues como si lo fuéramos, si nada más vamos a estar sacándolo de problemas. —refutó volteando hacia Eider una vez más. — ¿Tienes idea de la gravedad del asunto? ¿Qué hubieras hecho si ese infeliz te secuestra? ¿Y si no solo se conforma con violarte y acaba intentando matarte? ¿Qué si no llegaba Guillermo? Tuviste demasiada suerte, y no voy a decir nada sobre la presencia de Guillermo en este departamento solo porque fue él quien te sacó de esa ridícula fiesta a la que decidiste ir.
ESTÁS LEYENDO
Entonces llegamos a esto.
RomanceTercera y última parte de la trilogía "llegamos a esto". Guillermo había perdido todo lo que alguna vez no creyó importante, tras haber enfrentado a su propia familia por una estupidez, encontró a alguien que capturó su corazón. Esa mujer le rechazó...