Guillermo había acordado una cita con Ivana en cuanto tuviese oportunidad de volver, ella estaba interesada en ser accionista en un proyecto nuevo que él estaba implementando. Cuando miró su reloj eran las dos de la mañana y llevaba al menos cinco tragos encima, al menos los que aún recordaba.
Se levantó despidiéndose cortésmente, aunque ella insistía en que se quedara un poco más, pero ya habían conversado lo suficiente para acordar algo a futuro, así que era el momento de retirarse. Notó que la televisión estaba encendida y supuso que su sobrina se había quedado a ver algo, así que fue de inmediato a su habitación.
No recordaba en qué momento Eider se había marchado, ahora que lo pensaba reconocía haberlo descuidado durante la cena, solo esperaba que aquel comportamiento no fuese porque alguna clase de resfriado, o algo así. Encendió la luz tras cerrar la puerta y vio al chico en la cama, sobre las sábanas, ni siquiera deshizo la cama, estaba tan solo en ropa interior bocabajo. Guillermo acercó del lado donde estaba, mirándole extrañado, no era normal que Eider durmiera así.
Se inclinó hacia él tocando su espalda para moverlo y cubrirle con las sábanas, pero Eider abrió los ojos y le miró, esos ojos rojos que solo significaban una cosa, el chico había estado llorando.
— ¿Tienes pesadillas de nuevo? —preguntó sentándose a su lado preocupado. —Debí venir antes.
—No he podido dormir. —murmuró Eider llevándose una mano sus propias mejillas, rozándolas para secar la humedad que él mismo creó. — ¿Por qué tardaste?
—La conversación con Ivana se alargó, es posible que se haga accionista de un buen proyecto que tengo en mente y era necesario hablarlo. —explicó Guillermo acariciando el cabello del chico. —Pareces cansado, ¿por qué has estado llorando?
—No lo sé. —Eider desvió la mirada y se puso de lado encogiéndose.
— ¿Vas a contestar lo mismo sobre por qué te acostaste con ropa interior?
El chico negó mordiéndose los labios.
—No tenía ganas de vestirme, solo quería dormir, pero no puedo...
— ¿Te sientes mal? —cuestionó tocando la frente del menor. —Tu temperatura es normal.
—Guillermo, yo... —el chico se hincó mirándole avergonzado. —Sé que te pedí esperar, pero...
— ¿Hablas de los seis meses? —preguntó el mayor queriendo no suponer algo que no era, sin embargo, era difícil no pensarlo, Eider asintió y le tomó de la camisa acercándole a él, iniciando un beso que Guillermo tomó de inmediato.
No era necesario decir nada, Guillermo no dudó en actuar, si esa iba a ser su oportunidad, no perdería el tiempo tratando de comprender qué había detrás del atrevimiento del chico, tampoco le importaban las razones que tuviese para romper aquel que fue peor que un castigo para él.
Llevó sus manos al trasero del menor y éste lo permitió, ni siquiera se opuso cuando las metió dentro de la única prenda que llevaba, apretando con deseo lo que por tanto tiempo anheló. Tiró a Eider sobre la cama y retiró la ropa interior que le impedía verlo completamente desnudo, pero al ver la expresión del menor tuvo que detenerse un momento antes de seguir, a pesar de que el chico estaba dispuesto, había algo mal.
— ¿Estás bien? —preguntó dudando en detenerse, habría preferido continuar ignorando lo que notaba, sin embargo, Eider le importaba más de lo que creía, no era capaz de ser enteramente egoísta.
—Bebiste con ella. —murmuró el chico con cierto tono que a Guillermo le inquietó.
—Fueron algunos tragos, ¿cuál es el problema? —refutó con cierta molestia. No entendía a qué venía el extraño disgusto que mostraba Eider.
ESTÁS LEYENDO
Entonces llegamos a esto.
RomanceTercera y última parte de la trilogía "llegamos a esto". Guillermo había perdido todo lo que alguna vez no creyó importante, tras haber enfrentado a su propia familia por una estupidez, encontró a alguien que capturó su corazón. Esa mujer le rechazó...