Pilar llegó a la casa del señor Ezequiel, habían quedado en verse en su despacho. Ella se encontraba cansada, no debió haber salido anoche, pensaba mientras recordaba lo sucedido en el bar. Eusebio la recibió y la acompañó a la biblioteca del señor Lizardi.
Siempre que entraba en esa biblioteca, notaba que ese era el rincón de Ezequiel, todo en el emanaba la personalidad y el corazón de ese hombre.
―Buenos días, Pilar ―saludó Ezequiel nada más entrar ella.
―Buenos días. ―tomó asiento frente a él y esperó a que los dejaran solos―. Tú y yo tenemos que hablar ―soltó de pronto.
La sonrisa que le devolvió le dijo a Pilar que él sabía de que quería hablarle, o más bien, de quién.
―Tú dirás.
―Sé lo que pretendes, y desde ya te digo que lo dejes.
―¿Lo qué pretendo? ―preguntó haciéndose el despistado.
―No te hagas el tonto, estás intentando emparejarme con ese cretino de Mario Alcalá.
―¡Pilar!, pero que modales ―la reprendió.
―Lo siento, pero ese hombre me saca de mis casillas ―explicó más tranquila―. Ezequiel, por favor, no intentes nada más, ese hombre y yo no nos soportamos.
―Eso es lo que tú dices, pero yo vi otra cosa.
―Tú no has visto nada, es tu deseo de buscarme pareja el que te hace ver lo que no es. ―Se levantó alterada y empezó a caminar de un lado a otro.
―Pilar, por qué no te sientas y te tranquilizas. ―La miró con cariño―. Me dices que son imaginaciones mías, pero es la primera vez que te alteras de esa manera porque yo haya intentado emparejarte con alguien. Eso, querida, da mucho que pensar. ¿No crees?
Se detuvo y lo miró directamente a los ojos, no sabía que decirle al respecto, y lo peor, era que tenía razón.
―Lo que me altera no es eso, sino, que me intentes emparejar con ese hombre.
―¿Qué tiene de malo Mario Alcalá?
―Todo, lo tiene todo de malo ―expresó frustrada.
Un ruido de voces acercándose los interrumpieron, Pilar se sorprendió, en cambio, Ezequiel se resignó a lo que se avecinaba.
Caminaba sin escuchar las palabras del mayordomo, que intentaba por todos los medios evitar que entrara en el despacho del señor. De cerca la seguía su hijo, entre molesto y divertido por la cara de Eusebio.
―Señora, por favor, le agradecería que espere a que el señor termine con su reunión.
―No pienso esperar… ―Lo miró furiosa por obstruirle la entrada―. ¡Apártate ahora mismo o te despido! ―exclamó furiosa.
―Eusebio, será mejor que dejes a mi madre, solo conseguirás irritarla más.
Los miró a ambos y decidió que sería mejor retirarse, el señor sabría manejarla mejor que nadie, pensó el fiel empleado.
Filomena entró sin llamar y detrás de ella su hijo Fabián. Sin mirar quien acompañaba a Ezequiel, ella se lanzó a reprocharle.
―¡¿Estás son maneras de recibirnos?!
Sin alterarse, Ezequiel se levantó de la silla y se acercó a Pilar. La ayudó a levantarse y le dijo:
―Pilar, te presento a mi mujer, Filomena, y mi hijo Fabián.
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SOLAMENTE TÚ
RomanceLa segunda novela de la serie TÚ, la historia de los hermanos Alcalá. Mario Alcalá era un hombre que disfrutaba de la vida sin complicaciones, traicionado en el pasado, no quería compromisos con ninguna mujer. Pero su vida sufrirá un giro de 360 gra...