Capitulo 7

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Contenido sexual explícito leer bajo tu responsabilidad...
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- ¿Eres virgen? – le preguntó.

______ asintió tímida.

- Vaya, me esforzaré entonces. – le dijo, haciéndola reír. Pero aquella risa se transformó en un gemido más, el pene de Baggio estaba rozándole suavemente el sexo. Moviéndolo de arriba hacia abajo en toda su húmeda hendidura. Y sus manos se tocaron de pronto, las manos de Baggio llevaron las de _____ hacia su espalda, haciendo que se sostenga de ella. – si te duele, solo abrázame.
Se miraron. Una última vez. Aquello había sido rarísimo. ¿Qué acaso no habían acordado que aquello sería sin sentimientos? Y lo último que él le había dicho había notado lo contrario. Pero ella no tuvo ni siquiera tiempo para pensar en ello... la primera embestida había sido la peor. Joder, tragó saliva. Le había dolido hasta en el alma. No podía ni siquiera desahogarse gritando o apretando la espalda de Baggio, simplemente la había dejado sin fuerzas, completamente debilitada. De pronto, un respiro. Baggio salió de ella. Mientras ______ echaba la cabeza para atrás, soltando un ligero gemido que apenas él pudo escuchar. Cerró los ojos con fuerza. Le había dolido y mucho. Pero aquello solo había hecho que le dieran ganas de más. Levantó la mirada, Baggio se había introducido en ella sin avisar.

- ¡Sí! – gritó esta vez. Aquello había sido aún más fuerte que la primera vez. Había entrado más. Sentía la punta del pene de Baggio atravesarle los sentidos, estaba llegando muy lejos. – más... más por favor...
Y eso fue exactamente lo que recibió. Una embestida más. Y no pararía. Empezó a mover su enorme polla en círculos para ella. Haciéndola gemir aún más fuerte. No podía controlarse, y menos aún al sentir las pequeñas manos de ______ apretarle la espalda. El ritmo crecía. Estaba más duro que nunca. Igual o mejor que el metal.

- ¿Te gusta? Vamos, dime... - sacaba y metía su durísima polla de ella con facilidad, rápido...cada vez más rápido.

- ¡Sí, sí...! sigue, sigue... - le ordenó. Inclinó las caderas para sentirlo aún más. La estaba follando con una fuerza única. Ya ni siquiera sentía las caderas. Su cuerpo, bañado en sudor, se había pegado al de Baggio en uno solo. Eran uno solo. Aquella noche había dejado de ser virgen. – mnh, sí... - murmuró, una pequeña calentura le invadió el cuerpo. La había empapado completamente, Baggio se había corrido en ella, bañándola de su propio semen. Y ella, no había tardado en darle su dulce orgasmo.

24Horas -Franccesco RolexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora