Capitulo 3

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Contenido sexual explícito leer bajo tu responsabilidad...
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- Esto es enorme. - _______ entreabrió los labios. El departamento de Baggio era realmente inmenso. Podían entrar cincuenta sin ningún problema.

- Eso dicen.

- ¿Quiénes?

- Los casos que he tenido me han dicho lo mismo.

- ¿Todos tus casos han sido mujeres? – preguntó ella, completamente inocente. Baggio aún podía recordar el último que había tenido. Sandra. De veintitrés. La americana más puta que conocía, pero que lo había hecho gozar muchísimo en esas semanas. La había salvado de ser asesinada por su propia madrastra, después de eso... no supo nada más de ella, simplemente porque se aburrió.

- Sí, todos. – respondió orgulloso. Y no podía sentirse de otra forma después de a ver follado con todas.

- Vaya.

- Soy bueno en esto.

- ¿En qué?

- Cuidar mujeres. – volvió a sonreír. Dejó las llaves de BMW sobre la próxima encimera. El comentario hizo que ___________ se ruborizara. No había dejado de hacerlo desde que lo había conocido. – pero eso aún tú no lo puedes comprobar.

- Y créeme que tampoco quiero.

- Eso dices ahora.

- No cambiaré de opinión.

- Mnh... - Baggio caminó lentamente en dirección a _______. Ambos cuerpos se encontraron a escasos centímetros. Ella movió la cabeza, un pequeño calor había llegado a invadir su cuerpo completamente. Tenía a Baggio demasiada cerca. Entonces, este bajó la mirada. Uh, de nuevo el escote que le ponía. - ¿por qué eres tan terca?

- Te han contratado para cuidarme, no para follarme. – se defendió ella.

- Pero podríamos hacer las dos cosas... - una mano intercedió en la cintura de _______ La piel de esta se erizó por completo, estaba caliente, él la ponía caliente. Subió la mirada, encontrándose con sus ojos marrones que brillaban en busca de los suyos.

La presionó. Los pies de _______ se movieron avanzando hacia el cuerpo de Baggio, chocando con sus piernas, cintura y su grandísima erección. Ella cerró los ojos al sentirla.

- No tienes que resistirte... - sus labios le hablaron al oído. Mientras ella cerraba con aún más fuerza sus ojos. Se mojó los labios. – sé que lo quieres tanto como yo.

- No, yo...

- No hables. – la interrumpió. Ella entreabrió los ojos. – nadie va a enterarse de esto, ¿vale? Será nuestro secreto. – susurró. _______ lo miró esta vez. Sentía su dulce aliento pegado a sus labios. Le provocó besarlo. Comer esa jodida boca de una vez. Tumbarlo. Besarlo desde la punta de los pies hasta la frente. Estaba mojada. Lo sentía. Y jamás se había sentido así. – te sorprenderías de las cosas que puedo hacerte.

- No puedo...

- Sí, sí puedes. - la cogió de la cintura e hizo que sus piernas enredaran su espalda. El escote bajó y la falda subió por completo. Y él, que explotaría en cualquier momento. Tenía tanto acumulado dentro de él. Deseaba follar con todas sus malditas fuerzas. Meter su dura polla en su dulce coño. En su dulce y virgen coño... dio varios pasos, _________ le apretó el cuello, ambos chocaron contra una pared. – relájate...

- Ah... - un gemido se escapó de la boca de ____________. ¿Qué demonios hacía Baggio? Le había abierto la blusa completamente, era ahora donde sentía que se encontraba besando sus senos. Uno por uno. De pronto, era su lengua la que disfrutaba del sabor de su piel. – oh, Dios...

- Eso es muñeca... te va a gustar más cuando haga esto haya abajo... - sintió las piernas de _________apretarle las caderas. Sintió su húmedo sexo rozarle la cremallera del pantalón. Y dentro de él, el pene. Entonces la apretó más. Haciéndola gritar. – sigue, vamos... grita más preciosa... - volvió a introducir su cabeza entre los senos de __________. Su lengua mojada la calentaba muchísimo más. - ¿sabes? Cuando vi tu caso, me detuve a pensar que estaríamos haciendo esto... - bajó la mirada. El bulto entre sus pantalones crecía. Moría por tener sexo esa jodida noche. Estaba muy necesitado. Tendría a ________ cabalgando sobre su pene esa misma noche y ella no se arrepentiría. – me gusta la idea de que tengas diecisiete, es la edad perfecta... - de pronto, una mordida en uno de los pezones. Ella soltó un grito desesperado. – pero yo voy a enseñarte que es lo que hace un hombre de veinticuatro.

24Horas -Franccesco RolexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora