Capitulo uno:C&D

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Will Byers, él chico de 16 años recién cumplidos, pedaleaba ansiosamente hacia la casa de Mike, por fin era sábado y todos sus amigos se reunirían para jugar Calabozos y Dragones.

Derrapó con gusto, mientras de un salto bajaba de su bicicleta y la dejaba tirada a un lado, junto a la entrada de la casa Wheeler. Corrió hacia la puerta y toco el timbre, no tardó más de diez segundos ahí, ya que Karen, la madre de su amigo abrió con una sonrisa.

—Will, llegas antes, pasa, Michael está en el sótano—indicó, mientras se hacía a un lado para dejarle pasar.

—Gracias, perdón por las molestias, iré abajo.

—¡Si necesitan algo, recuerden que estoy en la sala!—gritó, esperando que el chico le haya escuchado, regresando hacia el lugar en el que se encontraba.

Byers fue hacia el sótano abriendo la puerta y entrando por ella, demasiado rápido, encontrándose con una escena que no le gustaría mucho.
Mike estaba con Eleven, tomados de la mano, mientras bailaban simpáticamente una canción que sonaba en la radio.

Los dos se separaron cuando escucharon la puerta cerrarse.

—Hola Will, llegas temprano—soltó incómodo el más alto.

—Lo siento, solo, pensé que podría ayudar a poner las cosas antes de que llegaran los demás—miro a Eleven un poco extrañado y celoso.

No es que no le agradará, pero ese día era solo para chicos <Oh vaya, que excusa se ponía en mente>

—Hola, El.

Eleven movió la cabeza, como saludo, mientras le sonreía.

—Tienes que irte, sabes que este día es solo para mis amigos—aclaró Mike, mientras revolvía su cabello.

—Lo sé zopenco, te veo el lunes.

La castaña abrazo a Mike por los hombros para después besar delicadamente sus labios. Él más bajo desvió sus ojos, avergonzado, sintiéndose ajeno a la escena. Se abrazaron una última vez y la chica salió por la puerta, dejando un silencio extraño, que ninguno de los dos chicos estaba dispuesto a romper. Aún faltaba una hora para que cualquiera de los otros dos llegara, y ahora mismo Will no estaba seguro de la decisión que había tomado.

—Mike, ¿Me copias?— el walkie-talkie del mencionado sonó, rompiendo por fin aquel silencio—. No podré ir hoy, lo siento, el gato de mama, murió y no puedo dejarla sola, cambio.

Wheeler se movió y tomó el aparato en sus manos.

—Te copio—declaró—. Solo es un gato Dustin, ven con nosotros.

—Lo siento, será otro día.

—Ya que, nos vemos, cambio y fuera.

El silencio volvió a reinar el cuarto, ahora Will se encontraba en el sofá, jugando con una figura de C-3PO. Mike no se había dado cuenta cuando este se había movido.

—Parece que Dustin no vendrá.

—Si, escuche—dijo soltando una risa al final.

Mike, sabiendo que este tenía razón, termino riendo, quitando por fin, esa pequeña capa de incomodidad que se había formado.

—¿Vamos a comprar snacks?—preguntó él pelinegro, caminando hacia el cajón donde tenía dinero.

—Vamos—respondió él otro, mientras se ponía de pie, dejando la figura.

Los dos salieron del sótano, mientras Mike iba con su madre a decirle que irían a comprar algunas cosas.

Will salió primero, dejando la puerta abierta para su amigo. Fue hasta la calle, esperando. Un auto color azul, pasó acelerado, asustándolo, por lo cerca que había pasado de él. Se sostuvo en el buzón, para no caerse.

—¿Estás bien?

Mike había llegado de repente haciendo que el otro no se diera cuenta.

—¿Qué?—preguntó desconcertado—. Ah, sí, lo estoy, solo, me asusté con algo, no es importante.

Él rizado asintió, no muy seguro de que no le haya pasado algo importante, desde lo del demogorgon y el monstruo sombra, lo cuidaba, atendía y observaba en demasía, para que algo así no le volviera a ocurrir.

—¿Carrera hasta la tienda de Austin? —cuestionó para cambiar de tema.

—Vamos Mike, ya sé que ganaras, yo soy terrible en las carreras—admitió mientras se cruzaba de brazos.

—No seas aburrido Will, si ganas, te compraré cualquier cosa que quieras, de la tienda, por supuesto.

—Bien, pero si pierdo, ni creas que te compraré algo, haré lo que tú quieras, como una tarea o algo así.

—Acepto, cuando diga tres, empiezas a correr, 1...2.

Él castaño empezó a correr, ignorando el tres completamente, esquivando varias cosas a la vez que chocaba con otras. Parecía ganarle por un buen tramo a su amigo, pero, de un momento a otro él pelinegro lo sobrepasó.

Mike termino llegando antes, por poco.

Los dos chicos pararon, con las respiraciones agitadas, y sus rostros sonrojados, tomando bocanadas de aire, a carcajadas, por sus aspectos descuidados y sudorosos.

—Saliste antes del tres—recriminó Mike.

—Lo sé, pero mira, terminaste ganándome—afirmó, alzando las cejas y soltando una risa.

—Ahora me debes algo.

—¿Qué querrás?

—Te cobraré luego, cuando necesite algún favor, no podrás negarme nada.

—Esta bien para mí—aprobó, para después entrar a la tienda, su amigo le siguió.

Will fue directo hacia el pasillo de dulces y tomo los favoritos de sus amigos. Mike lo veía mientras se sostenía de un escaparate.

—¿Sabes?—preguntó Byers volteando a ver a su amigo—. No tendría que valer la apuesta, eres casi veinte centímetros más alto que yo, eso te dio mucha ventaja.

—¿Acaso estoy escuchando el quejido de un mal perdedor?—preguntó con una sonrisa en su rostro.

—Cállate Wheeler—manifestó, empujando a su amigo despacio en broma.

Este se encogió de hombros, para después voltearse y desaparecer del pasillo, para dirigirse hacia los refrigeradores.

Tres años después [Byler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora