Capitulo 8:Helado

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Guardó un poco de dinero en el bolsillo delantero del pantalón pues había dejado su mochila con Will, tomo la sudadera más cercana. Salió de casa sin despedirse de su madre, pues ella ya sabía que saldría.

Se subió en la bicicleta y llego en más de diez minutos, pues aunque ahora su amigo viviera en otro lugar, no estaba cerca. Toco la puerta y esperó pacientemente a que abrieran.

—Hola Mike, pasa.

—Oh, no, señora Byers, solo vine por Will—aclaró, con las manos dentro de sus bolsllos delanteros, balanceándose con los pies, algo ansioso.

—Claro, ahora recuerdo que me dijo—susurró más para ella—¡Cariño, Mike está aquí!—exclamó volteando hacia la casa, para que se escuchara mejor su voz ahí—. Bueno, nos vemos luego, recuerda cuidarlo.

—Sabe que siempre lo hago—repuso.

Joyce afirmó y entró con una sonrisa.

Desde la puerta Wheeler pudo ver al castaño ir de un lado a otro, no pudo evitar reír al respecto. Poco después Byers salió algo despeinado y con su mochila en las manos. 

—Perdón por tardar, mamá la guardo y no la encontraba—declaró, respirando rápidamente, pues estaba cansado.

—Es mi culpa por olvidarla aquí, ¿Nos vamos?

Will asintió, saliendo y cerrando la puerta detrás de él. Caminaron hacia un lugar cerca de ahí donde vendían helado. Era bastante tranquilo, habían un par de locales rodeados por árboles. En el centro había un parque, con un par de niños de aproximadamente 10 años. Se acercaron al lugar al que fueron y compraron dos conos, uno sabor chocomenta y otro de vainilla.

—Nunca voy a entender por qué te gusta el helado de chocolate con menta—dijo Will, arrugando su nariz con disgusto.

—Yo no entiendo por qué no te gusta, y por qué sigues comprando ese sabor tan aburrido.

—Es simple, me gusta más así.

Mike se encogió de hombros, caminando hacia un árbol y sentándose bajo el mismo.

—¿Por qué ahí?—preguntó él castaño, refiriéndose a que habían otros lugares en los cuales sentarse que no fueran el suelo.

—Me dieron ganas—respondió simplemente, recargándose en el tronco.

Will suspiró rindiéndose para después sentarse junto. Empezaron a comer en silencio, solo se escuchaban las hojas de los árboles siendo movidas por el viento, y los gritos lejanos de los niños en los juegos. Mike empezó a aburrirse y no se le ocurrió una idea mejor que molestar. Pasó su helado por la mejilla del castaño, este al sentir lo frío dio un pequeño brinco en su lugar y grito agudamente.

—¡Mike!—exclamó sorprendido—. ¿Qué haces?—dijo pasando su mano para quitarse el dulce.

—Me aburro—masculló deslizándose hasta quedar acostado en el pasto.

Will se acercó y lo miro desde arriba.

—Fue tu idea venir aquí—recalcó viéndolo divertido.

Sus ojos se encontraron y quedaron mirándose fijamente. No supieron cuánto tiempo fue, hasta que una gota de helado de vainilla cayó en el rostro del rizado. Will se la quito con cuidado y ambos rieron.

—Me gustan tus ojos—declaró Mike.

—¿Por qué?—cuestionó sonriendo.

—A veces son cafés, otras verdes, cambian dependiendo el panorama o como te sientas, son hermosos—se calló de repente, observándolos—. En este momento son verdes, tus pupilas están dilatadas y tienen un lindo brillo.

—¿Desde cuándo eres tan cursi?—preguntó con las mejillas enrojecidas.

—Desde que me di cuenta que te amo Will—confesó.

—No. No. No. Mike. No—dijo negando.

Se levanto y se alejó, el rizado le siguió asustado. Ambos habían tirado sus conos, que realmente ya no eran apetecibles, pues se habían derretido por completo.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no?, espera, ¿Estás llorando? ¿Will?— lo abrazó por la espalda y recargo su mentón en su hombro—. ¿Qué ocurre?—preguntó ahora más tranquilo.

—Es extraño—susurró con la voz quebrada—. Hace una semana no creí que fueras a pensar eso alguna una vez en tu vida, y ahora me dices esto simplemente, ¿Cómo puedes estar seguro? Tienes que entender que es mucho para mí, Mike.

—Fue mucho para mí el otro sábado. Tú, me confesaste eso, no sabía qué hacer realmente, cuando vi que estabas por irte no pensé otra cosa más que besarte, y fue una de las mejores decisiones que tome. Cuando lo hice sentí un extraño cúmulo de emociones, jamás me había pasado eso antes. Y en esta semana, pasaron tantas cosas... En las cuales llegue a la conclusión de que te amo y no sé que estuve haciendo estos últimos tres años al no estar contigo y estar con alguien más—concluyó estremeciendo a al castaño pues había dicho todo aquello junto a su oído y con verdadero sentimiento.

Will sin saber qué decir, volteo y lo abrazo con fuerzas, descansando su cabeza en su pecho. Levanto un poco la vista y miro a Mike. Debatió unos segundos en qué hacer a continuación y lo besó, fue rápido, pero él había tenido la iniciativa por primera vez. El más alto lo tomó de las mejillas y volvió a besarlo, ahora por más tiempo.

—Vamos—estableció él rizado con una sonrisa, separando el abrazo y tomando su mano.

Caminaron hacia un lugar apartado, donde había un pequeño estanque. Se sentaron ahí cerca, admirando el lugar.

—¿Nos trataremos como siempre frente a los demás?—preguntó el castaño, con algo de miedo, mientras arrancaba trozos de pasto y los arrojaba al agua.

—Es lo mejor que podríamos hacer, no quiero que te hagan daño, sabes cómo son las personas. Con respecto a nuestros amigos y familiares, les diremos después, cuando estemos preparados, ¿Está bien?—dijo, pasando su brazo sobre su hombro, tratando de reconfortarlo.

—Bien–aceptó.

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⏰ Última actualización: May 15, 2018 ⏰

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Tres años después [Byler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora