...los monstruos huyen.

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Como cada mañana, ella abre el armario, malgasta su tiempo en escoger la ropa que se pondrá ese día y piensa ‘Esto me hace gorda’, por lo que no vuelve a mirar esa camiseta. También dice ‘Con estos pantalones mis muslos se ven horribles’  y los deja arrinconados en un cajón.

Como cada mañana, acaba eligiendo la misma vestimenta de todos los días, la única con la que se siente segura.

Pero aquel día se le olvida cerrar el armario. El armario en el que residen todas sus inseguridades y miedos.

Nada más abandonar la habitación, la primera en escapar de este es la Soledad: anda lenta y dubitativamente, con una sonrisa en la cara y dolor en la mirada. Se queda en un rincón. La siguiente en salir es la Depresión: su paso es vigoroso aunque desacompasado. Su rostro es extraño y tiene un gran agujero a la altura del corazón. Decide ocultarse bajo las sábanas. Después se escapa la Impotencia: ella sale disparada del armario, haciendo mucho ruido, celebrando su ansiada libertad, y se esconde entre la estantería y el escritorio.

Así van saliendo, de uno en uno, aquellos refugiados que conviven juntos en el armario: el Imsomnio, la Paranoia, la Tristeza, la Bipolaridad, el Silencio, la Esperanza… y ahora se ocultan por el día y divagan por la habitación de su dueña de noche, para no ser descubiertos. Porque no quieren regresar al armario, el cual es oscuro y agobiante, ahora que todos aquellos monstruos perseguidos se sienten vivos.

Todos, menos la Autoestima. Ella, sin embargo, llora, porque nunca tuvo la suficiente confianza como para abandonar su querido armario.

''Ganas fuerza, valor y confianza con cada experiencia en  la cual te detienes mirando al miedo a la cara. Ya que, después de esto, eres capaz de decirte a ti mismo: "He superado este terror. Ahora puedo enfrentarme a lo  próximo que se me venga." '' Eleonor Roosevelt

 

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