...lloras en París.

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Tristeza vaga por las calles de Francia, concretamente, París. La noche se extiende sin miramientos y ella cada vez se siente más oscura y vacía. Se arrastra, sin llegar a ningún lado, sin buscar hacerlo. Sólo quiere evadirse y, a la vez, impregnarse de ese aroma tan característico de su madre tierra: el amor y el chocolate.

Amor y chocolate. Parece que esas palabras siempre han ido juntas. El amor es como el primer mordisco de tu chocolate favorito y saborearlo es como donar cariño. Siempre juntas.

Sin embargo, Tristeza siempre va acompañada de Soledad o Aislamiento. Y ellas dos no la quieren a su vera, por lo que Tristeza se aísla en la soledad siendo independiente.

 Pasea por las distintas cafeterías repletas de gente. Se da cuenta de que ella sólo está presente en unos cuantos de aquella muchedumbre, como, por ejemplo, el vagabundo que rebusca en la basura. Él está triste y Tristeza quiere hacerle compañía, pero no es la única que va a su encuentro.

Soledad está acariciándole la barba, Pobreza está recostada en su hombro e Insomnio apoya la cabeza sobre su regazo. Tristeza llega cohibida, mientras sus colegas la miran con falibilidad.

Se queda de pie indecisa, no sabe qué hacer. Se halla fuera de lugar. Al final, decide marcharse.

‘¡Espera!’ oye un grito que le hace girarse.

Insomnio se acerca y le susurra:

‘No me dejes solo, esas me dan miedo.’ señala con la cabeza a Soledad y Pobreza.

 ‘¿Y qué quieres que haga?’ ella se encoge de hombros.

‘No lo sé, no soy Ilustración.’ arruga la frente.

Tristeza se harta y vuelve a poner en marcha su ritmo, pero Insomnio no se rinde tan fácilmente.

‘Me asusta la noche, necesito alguien con quien estar.’

Ella se asombra.

‘¿Qué? ¿Cómo puede asustarte algo en lo que vives?’

‘He errado por la oscuridad durante toda mi existencia y he visto cosas que no le desearía ni a mi peor enemigo. Además, que esté acostumbrado a algo no significa que me tenga que gustar.’

El alma de Tristeza habla por ella:

‘¿París tiene algo bonito en la noche?’

Insomnio rápidamente asintió.

‘Deberías ver la ciudad entera iluminada desde la planta cincuenta y seis de la Torre Montparnasse.’

Ahora, Tristeza iba acompañada de Insomnio e Insomnio no se separaba de Tristeza. Eran como el amor y el chocolate. Insomnio encontró a alguien con la que malgastar las horas nocturnas y Tristeza descubrió un hombro sobre el que llorar.

''La imagen, demasiado rápida, reemplaza al pensamiento. Y aunque se dice que una imagen vale por mil palabras, lo cierto es que queda muy poco de ella, se la olvida con facilidad. La imagen no tiene contenido conceptual. Puede suscitar ideas en algunos casos, pero es muy superficial. Porque lo que podemos ver es apenas la piel de las cosas. La mayor parte del mundo está oculto a la vista, hay que conseguirla, hay que imaginarla, hay que conjeturarla. Y la imagen nos restringe a las apariencias.'' Mario Bunge

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