...emborracharse parece rebelarse.

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El bar está completamente vacío. Estoy sentado en un taburete, leyendo un periódico y rezando para que entre alguien. Pero ambos, mi jefe y yo, sabemos que hoy martes no esperamos mucha clientela: no emiten por la televisión ningún partido de fútbol importante ni estamos en fiestas; son las seis de la tarde de un simple martes de febrero.

Las horas pasan y mi superior se enfada.

‘¡Vaya desastre de negocio! Me voy a quedar pobre.’  se queja con la voz ronca.

‘Señor, aguarde, no tardará en venir algún cliente.’  le consuelo yo con tal de que no me despida.

‘Cállate, Martínez, y prepárame un té verde.’

Pongo los ojos en blanco y suspiro exageradamente. Mientras estoy calentando el agua, la puerta del local se abre con brusquedad, lo cual me hace elevar la vista.

Por la entrada camina una chica tan atractiva como borracha. Parece mayor que yo, le echo unos veintitrés.

Pongo rápidamente el sobre de hierbas a remojo y se lo paso a mi jefe.

La recién llegada tiene el pelo moreno, lo lleva recogido en una coleta de caballo, y viste una camiseta demasiado corta y estrecha. Me pregunto si no se ahoga con sus propios pechos. Calza unos tacones de vértigo, no muy apropiados para su estado actual.

A trompicones, y apoyándose sobre las mesas y sillas, llega a la barra y consigue sentarse en un taburete.

‘¿Qué te pongo, preciosa?’ pregunto.

‘Eso de ahí.’ responde señalando el tequila.

Le guiño el ojo y saco un vaso del armario para servirle.

‘No, la botella entera.’ me pide.

Me río.

‘Joder, ¿qué celebramos?’

‘Que me han roto el corazón.’

‘En ese caso, te recomiendo un café bien frío y música de Los Beatles.’  le sonrío y ella me devuelve la sonrisa.

“Cuando una puerta se cierra, otra se abre, pero a menudo vemos tanto tiempo y con tanta tristeza la puerta que se cierra que no notamos otra que se ha abierto para nosotros”. Alexander Graham Bell.

De cuando...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora