...te das cuenta de todo.

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¿No era que se aprende a base de errores? Entonces, ¿por qué lo pasamos tan mal cuando estos se cometen? Deberíamos enorgullecernos de errar. De quedar en ridículo. De equivocarse y perderse. Emborracharse. Hacer tonterías. Arrepentirse. Y, al final, aprender.

Me acabo se dar cuenta de que mi propósito en la vida no es tener mucho éxito ni casarme con un famoso actor de Hollywood: mi verdadero objetivo, y por estúpido que suene, es vivir. Y cuando mi lecho de muerte me acoja entre sus almohadones y vea destellos de luces tintineantes, poder decir que viví. Que aprendí a hacerlo. Aprendí a olvidar y a restarle importancia a las cosas que se me venían encima. Moriré a gusto, joder, ¡y tanto!

Habré bebido, me habré enrrollado con desconocidos, con otros no tan desconocidos, habré llorado, me habré hinchado a hamburguesas, me habré matado a hacer deporte para quemarlas. Habré bailado y habré gritado, habré gritado tan fuerte que oiré mi voz en la lejanía, oiré mi voz en un pub abarrotado. Conoceré a gente maravillosa, cambiaré, experimentaré (puede que hasta me opere), no sé, suena prometedor.

Todavía me quedan decenas de años para cumplir todas mis expectativas y espero no encajarme entre dos barrotes psicológicos de metal oxidado. Porque, venga lo que venga, aprenderé a expulsar comentarios negativos de mi mente y pensaré que son experiencias. Pero hasta entonces... ¡mira qué jodida estoy!

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2014 ⏰

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