Capítulo 2

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N/E: Lo se, a sido un comienzo duro, muy duro, y lamento decir que de momento no va a mejorar, más bien van a empeorar. 😘💙😎

N/A: Muchas gracias por los comentarios que me dejasteis en el primer capítulo, espero no decepcionar con este.

Como ya dije, el fic trata algunos temas un poco delicados, espero llevarlos medianamente bien.
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Apoyó los brazos a ambos lados del lavabo y levantó la cabeza, quedando frente a su propio rostro. Era la primera vez en estos tres días que veía su reflejo, y lo que ahora veía, reflejaba exactamente cómo se sentía, por lo que estaban pasando él y Kate. Las ojeras, visiblemente marcadas debajo de sus ojos le daban a su rostro un aspecto demacrado, al igual que los ojos enrojecidos e hinchados de las horas, o mejor dicho días, que había pasado llorando. Su barba de tres días denotaba la pasividad que estaba teniendo, lo poco que le importaba todo ahora.

Ni él ni Kate habían salido de casa en estos tres últimos días, de lo único que tenían ganas era de tumbarse en la cama y dormir, dormir para no pensar en nada, cerrar los ojos para que la ausencia de su pequeño Alexander no les torturase de la manera en que lo estaba haciendo. Sus padres habían ido a visitarlos intentando darles ánimos, sin embargo ninguna de sus palabras podría ayudarles, por eso en algunas de las ocasiones en las que habían llamado a la puerta, ni siquiera se habían molestado en abrir. Para colmo la relación entre ellos había cambiado, el escritor supuso que era algo normal y apenas habían pasado tres días desde que habían enterrado a su hijo, pero Kate se distanciaba en lugar de refugiarse en él. Apenas habían cruzado palabra durante estos tres días.

Cuando salió del cuarto de baño, regresó al salón, para comprobar que la cena de su mujer seguía intacta sobre la pequeña mesa del salón mientras ella, sentada en el sofá, tenía la mirada perdida en ningún punto.

-Deberías cenar, no has comida nada desde ayer – dijo él, sentándose a su lado.

-¿Ahora vas a decirme lo que tengo que hacer? - preguntó ella, molesta.

El escritor dio un suspiro y alargó su brazo para coger el mando a distancia de la mesa. No estaba dispuesto a comenzar otra discusión con Kate. Le estaba resultando bastante duro, pero sabía que su mujer se intentaba proteger con un muro, un muro que le hacía sentirse segura, gracias al cual se alejaba del dolor, pero un muro que los alejaba al uno del otro.

Comenzó a hacer zapping, hasta que, al no encontrar nada interesante, dejó un número cualquiera. Para su desgracia, a los treinta segundos en la película se escuchó el llanto de un bebé en el televisor. El primer instinto de ambos fue mirar hacia el piso de arriba, hacia el cuarto de Alexander, esperando que se hubiese despertado de un mal sueño. Sintió un fuerte dolor en el pecho, jamás se iba a poder acostumbrar a no tenerlo con ellos nunca más.

Kate bufó y él, molesto, cambió rápidamente de canal.

-Kate, creo que deberíamos ir a terapia – dijo él, volviéndose para mirarla.

Había intentado hablar de esto con ella el día anterior, pero ella se había negado. Él lo estaba pasando mal y pensaba ir a terapia con o sin ella, pero sabía que Kate también lo necesitaba. Solo necesitaba que ella se diese cuenta, que le dejase ayudarla.

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