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Capítulo 3

N/E: Esta vez vuestra querida vencedora vitalicia Sweet_SVU no se ha hecho de rogar y ante el final del anterior capítulo a preferido no esperar ella ni que esperéis vosotr@s, 😘💙😎

N/A: Gracias por las reviews, es realmente agradable leerlas :)
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Una infinita alegría le invadió. Alexander le sonrió mientras ella lo acunaba en sus brazos. Estaba igual a como lo recordaba. Sus ojos de un azul cristalino la miraban con atención, mientras movía sus regordetas manos hacia ella, hasta hacerse con un mechón de su pelo. Comenzó a jugar con él, como siempre hacía. Ella le sonrió mientras acariciaba su mejilla. De pronto se fijó en el cabello de Alexander, seguramente Castle le había vuelto a poner el pelo en punta, sabiendo que ella volvería a repeinárselo. Sonrío mientras volvía a colocar aquel mechón en su sitio. Volvió a mirar a Alexander. Era perfecto. Nadie podría hacerle sentir nunca tan bien cómo le hacía sentir su hijo. Agachó su cabeza hasta la de él, dejándole un dulce beso en la mejilla.

La risa de Alexander sonó lejana. Ya no estaba con ella, no lo sentía en sus brazos. La angustia comenzó a apoderarse de ella mientras llamaba a su hijo. Sintió una mano acariciar su mejilla, reconocía esa mano, reconocía su tacto. Acto seguido sintió el roce de unos labios contra los suyos, dejándole un pequeño beso. Los párpados le pesaban, pero luchó contra ellos hasta encontrar frente a ella a Rick. Sus ojos azules la miraban con tristeza, preocupación y algo más, algo que creía identificar como dolor.

-¿Alexander? – Su voz sonó ronca, casi en un susurro apenas audible para Rick. Él negó con la cabeza y volvió a acariciar su mejilla con delicadeza.

Cerró los ojos, sintiendo cómo su garganta ardía. Él pareció darse cuenta y se inclinó hacia un lado, cogiendo un vaso de agua para después ofrecérselo. Kate lo agarró con ambas manos y se lo llevó a los labios. Tragó con dificultad y Rick le quitó el vaso de las manos, para volver a dejarlo donde estaba antes, mientras se mantenía en silencio. Fue entonces cuando ella se dio cuenta de que llevaba una sonda en su mano. Miró a su derecha y vio la bolsa de suero, enganchada por la sonda. En el otro lado un monitor con sus pulsaciones. Entonces fue consciente de dónde se encontraba y qué había pasado. El dolor volvió a apoderarse de ella. Con la ayuda de Castle se incorporó y quedó sentada en la cama.

Él se dio cuenta de que ella estaba del todo consciente.

-¿Por qué lo has hecho Kate? – dirigió su mirada hacia ella, con lágrimas agolpadas en sus ojos, dolido.

-¿Por qué no me has dejado hacerlo? – preguntó ella. Su voz sonó débil y con un atisbo de reproche.

-¿Qué por qué no…? - Él se quedó incrédulo ante su pregunta, pero no le dio tiempo a reaccionar ya que ella siguió hablándole.

-Era mi decisión.

-¿Tu decisión? ¿Y yo no pinto nada en todo esto? – gritó él, levantándose – ¿Piensas que eres la única que estás sufriendo? Te has olvidado de que yo he perdido a mi hijo también, estoy pasando por lo mismo que tú. ¡Mierda Kate! Has sido una maldita egoísta haciendo esto.