SONREÍ EDUCADA a mi abuela, dulcificando lo aburrida que me encontraba. Toda la energía que había acumulado en mi fin de semana estaba siendo absorbida rápidamente por tres mujeres mayores. Amaba a las tres, pero eran sumamente demandantes. Una peor que la otra. Casi que sentía como si hubiera viajado en el tiempo a una de esas veces en las que nos sentábamos en la mesa mientras ellas evaluaban mis modales para saber si eran más que perfectos. Oh, porque, por supuesto, yo había recibido clases de protocolo y etiqueta cuando aún era una niña. Solo que en ese momento no me disgustaba tanto como ahora porque tenía a Val como mi cómplice.
Ella siempre lograba sacarnos de esas tediosas costumbres de nuestra familia, aunque solo fuera para llamar la atención de su mamá. Nunca lo lograba. Mi abuela había educado a las hermanas Evans como unas damas, intentó duramente hacer lo mismo con nosotras, y lo hizo. Por lo menos con mis primas mayores y conmigo lo logró completamente, pero no importaba cuánto me esforzara... no lograba satisfacerla.
Mi tendencia a seguir las normas socialmente impuestas y a planificar todo al detalle venía de las enseñanzas que recibí a lo largo de mi edad impresionable. Donde no podía decidir por mí.
Al parecer seguía sin hacerlo.
Mi mamá llamó esta mañana comunicándome que había planeado una salida al spa para que pudiera relajarme y estar brillante para el gran día; por un momento fui completamente ingenua y creí que quería tener un momento madre e hija, pero no. Nada de eso. Resulta que toda la pandilla estaba invitada y quiero decir toda. Desde mi abuela hasta mi sobrina de nueve años. Cuando el día terminó estaba exhausta y creí que podría regresar a mi apartamento, pero mi abuela tenía planes para nosotras y supe que no tenía escapatoria. Ella no pedía ni informaba, ella ordenaba y nosotras obedecíamos. Acepté porque era a la persona que siempre he tratado de maravillar. Tenía miedo de defraudarla de cualquier forma.
Los rayos rosas, violetas y naranjas del atardecer entraban por los grandes ventanales del restaurante fundiéndose con las personas. Avisando de que el día estaba llegando a su fin. Era una vista esplendida y digna de una fotografía.
—Te ves agotada y tienes manchas oscuras bajo los ojos, ¿no te sentó bien el masaje? —preguntó mamá.
Aparté renuente la vista del exterior para mirarla a los ojos.
—Por supuesto, me relajé muchísimo —mentí. No quería herir sus sentimientos.
—Entonces siéntate derecha, no está bien visto que una mujer este con los hombros hundidos.
Esa fue mi adorable abuela.
A los ojos de ella ese siempre había sido un problema recurrente en mí, llegando a compararme con Val. No dudó en hacernos competir «sanamente» la una con la otra por su aprobación. Realmente creo que solamente era una táctica para separarnos un poco, nosotras siempre nos hemos llevado de maravilla en todos los aspectos. Estábamos muy unidas y eso parecía molestarle, a veces la competencia se convertía en enfrentamiento. Volviendo todo tedioso. Al menos para mí.
Ese sistema hizo que terminara esforzándome más por complacerla. Para Val todas esas actitudes carecían de importancia, tenía tendencia a llevarle la contraria a las personas. Ella siempre supo lo que quería. Mi abuela la adoraba, de entre todas sus nietas ella era la preferida. Eso cambió en el momento en que prefirió no ir a la universidad por viajar como mochilera. Para la familia era una forastera y una vergüenza. Ya ni siquiera se podía hablar sobre ella, no se mencionaba su nombre.
¿Me preguntaba qué harían si supieran que no he roto lazos con ella y que la invité a mi boda?
Tiré mis hombros hacia atrás y enderecé mi espalda.
ESTÁS LEYENDO
ʜᴜᴇʟʟᴀs ᴅᴇ ᴜɴ ʙᴇsᴏ || #1.5
NouvellesFiore aprendió a corta edad que es mejor que nada la tome con la guardia baja, ir siempre por lo seguro y no llamar la atención de mala manera, hacer lo que siempre se espera de ella. Eso esta bien, después de todo ella se sabe desenvolver mucho mej...