011

841 121 15
                                    

PASÉ LA NOCHE más divertida en años. Las impertinencias de Rosé y el humor oscuro de Val es algo que no tenía precio. También me hizo sentir un poco extraña. Ver a mis mejores amigas comportarse como adolescentes sin preocupaciones sin duda me hizo pensar que quizás me había perdido algunas cosas por mis ganas de seguir un plan. Por querer crecer a pasos agigantados. Aunque nunca me escaparía como ellas lo hicieron. Yo simplemente no podría dejar todo atrás y ser imprudente. Supongo que no estaba en mi ADN. Tampoco es que me arrepintiera, planear las cosas se me da bien, me da seguridad.

Pero me había reído tanto que por la mañana no quería levantarme de la cama. Mamá tuvo que llamar cinco veces antes de que el sueño me abandonara y me permitiera recordar que era mi gran día.

Como no había suficiente espacio en el piso para todas las personas que se encargaron de producirme, decidí que lo mejor era arreglarme en casa de mis padres; era grande y quedaba cerca de la iglesia. Eso pensé, pero la verdad es que creo que cometí un error garrafal. Todas las personas estaban ansiosas, mi abuela no paraba de darme «consejos» de cómo debía ser una esposa como si aún estuviéramos en el siglo diecinueve. Lo peor fue que tuve que morderme varias veces la lengua cuando mi tía apareció de improviso para indagar si realmente Val asistiría a la boda.

La valentía de hace unos días se había consumido. No sabía cómo decirles que ella incluso estaba en la ciudad, no tenía ni idea de cómo reaccionarían. Me ponía realmente nerviosa solo de pensarlo. Llegué a la conclusión de que lo mejor sería que se encontraran por sí solas y arreglaran sus diferencias. Eran familia. No estaba para arreglar la vida de las personas, por lo menos no en mi día soñado.

A medida que el tiempo iba pasando mi emoción mañanera y mi expectación por estar cumpliendo uno de mis grandes sueños fue menguando lentamente. En el corto trayecto hasta La Catedral de San Pablo se instaló un revoloteo furioso en mi estómago, como si todas las mariposas intentaran salir huyendo. Respiré profundo cuando el coche se estacionó frente a la entrada atrayendo la atención de mi papá, estaba sentado a mi lado. Me regaló una sonrisa tranquilizadora y apretó mi mano.

—Estás hermosa.

Su tono paternal hizo que me entrara nostalgia. Yo había sido su princesa toda la vida, él siempre me consentía y en cambio, en ese momento, se sentía como si algo en nuestra relación estuviera a segundos de cambiar. Obviamente cambiaría y eso no significaba que fuera para mal, es solo que él había sido el único hombre en mi vida. Oficialmente o algo así.

Apreté de regreso su mano.

—Eres mi papá, tu opinión en esos aspectos es irrelevante.

Chasqueó la lengua.

—La belleza de mi hija no es irrelevante y su felicidad tampoco.

Mi sonrisa flaqueó.

—¿No deberíamos entrar ya? —pregunté cambiando de tema.

Mis amigas, que venían en otro coche delante de nosotros, ya habían bajado y estaban esperando. Henry debía estar dentro de la catedral, también esperando.

Al final, todas las personas vivían esperando.

—Supongo que sí.

Me ayudó a bajar y tan pronto cerró la puerta pude verme reflejada en las ventanas oscuras. Ahogué una exclamación. Mi papá tenía razón, estaba hermosa. De todos los vestidos que vi solo me enamoré de uno y solo de uno. Decidí seguir una dieta rigurosa por tres meses y los resultados fueron suficientes para que pudiera lucir mi vestido soñado y, sobre todo, para poder sentirme cómoda en mi propia piel.

Me miré fijamente, pero el reflejo de mi vestido me tenía hipnotizada y con los nervios a flor de piel no me presté mucha atención. Era como si quien lo tuviera puesto fuera otra persona. El vestido era romántico, sugerente y femenino. Combinaba unas mangas largas estilo tatuaje y un escote off the shoulder; con los encajes y el tul cristal daba la sensación de segunda piel al volumen de la falda. Era como si hubiese sido diseñado por mi hada madrina. Mi pelo estaba recogido en un moño desestructurado adornado con un tocado.

ʜᴜᴇʟʟᴀs ᴅᴇ ᴜɴ ʙᴇsᴏ || #1.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora