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A veces extrañaba York

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A veces extrañaba York. Incluso después que Lily se fue. Extrañaba aquella depresión que me hizo refugiarme en la comida. Mi hermana me dejó sola, en una casa llena de problemas. Hundida en deudas de hospital. Y un matrimonio que zozobraba a contra marea para mantenerse a flote.

Soporté la ausencia de mi hermana. Y me aguanté el abandono de papá. Pero cuando él regresó arrepentido, buscando a la familia rota que dejó atrás, ya era muy tarde para mí...

Bajé las pesas de 10 libras. Mirando al plasma colgado en la esquina del gimnasio. Aiden Quest se hallaba en televisión nacional, esbozando medias sonrisas y mirando de reojo a la cámara con sus inquietantes ojos azules.

No sé de qué diablos iba la entrevista, ya que los chillidos altos de Axl Rose, tenían al gimnasio de buen ánimo, adoraba Guns n' Roses, pero el maldito solo de guitarra de Slash, era demasiado ruidoso para que siquiera escuchase mis propios pensamientos.

Leí el pie de nota al fondo de la pantalla: "Aiden Quest: Dador de oportunidades" me quise reír como loca, pero solo puse los ojos en blanco.

—No bajes las pesas, Madison —me regañó Ethan, regresando de su estación de ejercicio.

Me lanzó una mirada molesta, tomándolas del suelo y colocándome una mancuernilla en cada mano. Suspiré abatida. Estaba cerca de llegar al peso ideal, mis gruesos cachetes disminuyeron cada semana. Yo quería parar ahora, porque para diciembre, estaba segura que Lily aparecería frente al espejo, y yo no quería decirle "feliz cumpleaños".

—Necesito un descanso. Odio el día de brazos.

—No. Tú amarás el día de brazos cuando te veas en un sexy vestido, y sientas la necesidad de pasearte desnuda, nena.

Me lanzó una pícara sonrisa, no pude evitarlo, me sonrojé.

—Eso no pasará, Ethan. No paseo desnuda ni siquiera a puerta cerrada en mi habitación.

Mi vecino se encogió de hombros, lanzándome su sugerente mirada.

—Tal vez hago que eso cambie... —murmuró con intriga, guiñándome un ojo— ahora, sigue haciendo las repeticiones sola, o me quedaré aquí y te obligaré a hacer el doble.

Para ser un modelo que seguía órdenes de la moda, Ethan James era un jodido dictador por su cuenta. Uno muy guapo, me atrevía a admitir. Después que le saqué mi lengua, decidió dejarme sola, marchándose con una orgullosa sonrisa en sus labios sonrosados.

Lo seguí con la mirada mientras fingía alzar las pesas y bajarlas. Él se acercó a la estación de máquinas elípticas, ocupando una al lado de una chica curvilínea que le sonrió de reojo cuando lo notó.

Y ahí iba el cazador de Ethan. Era una suerte que mi gordito corazón de colegiala, madurara a tiempo. O ahora estaría sufriendo por la atención versátil de mi vecino.

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora