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Estaba dormida, hasta que él apareció. Sonreí, todavía adormilada, sintiendo su caliente cuerpo cerca de mí. Los besos empezaron en mis costillas, y subieron entre mis senos, con su incipiente barba aruñando mi piel.

—Despierta, amor... —arrastró las palabras con su ronca voz.

Me costó un poco, pero abrí mis ojos justo a tiempo para la invasión de Aiden. Se subió sobre mí, y empezó con sus besos agresivos, mordiéndome los labios. Derritió mi resistencia, y solo pude sujetarme a su espalda, jadeando con cada beso.

Una de sus manos subió hasta mi cuello, y siguió subiendo a mi mejilla. Cuando accidentalmente tocó mi moretón, pegué un grito que alejó a Aiden de inmediato.

—Joder... —gruñó molesto— lo siento...

Me llevé la mano al rostro, la cabeza empezó a palpitarme fuertemente. La rabia que sintió ayer, volvió a plagar a mi novio. Aiden estaba molesto, respirando con fuerza y sacudiendo su cabeza con cada gruñido.

Me senté en la cama, tratando de tocarlo, pero él se alejó. Me asusté.

—Aiden... es solo un golpe, desaparecerá con los días...

Alzó sus ojos azules hacia mí, bajo esa expresión de enfado que parecía ser permanente en su rostro. Podía ser intimidante para otros, pero solo me hizo suspirar antes de gatear hasta él para sentarme en su regazo.

Su sorpresa fue obvia, ya que me observó como si no supiera qué hacer conmigo, es la misma expresión que ha tenido desde que regresé.

Así que coloqué una mano en su mejilla y lo insté a inclinar su rostro hasta que pude estampar mis labios contra los suyos. Le tomó unos segundos salir del desconcierto, pero pronto sus brazos me rodearon, estrujándome contra su cuerpo.

—Es solo un moretón.

—Es más que eso, Madison, y lo sabes... —protestó con calma, mirándome a los ojos— Tú eres demasiado buena para ver el mal en las personas, necesitas que alguien te proteja de eso. Y te dejé ir sin oponer mucha resistencia...

Mi corazón se detuvo al escuchar lo afligido que estaba. Pensé que ayer habíamos dejado todo olvidado al no hablar mucho de ello. Pero él necesitaba decirlo, y también yo.

—No podías acompañarme.

Aiden bufó, dejándome en la cama antes de ponerse en pie. Seguía en ropa interior, es algo imposible no distraerme con su cuerpo. Fuertes brazos, y duro pecho. Y su estrecha cintura dibujaba la infame V, hacia su ingle.

—Claro que podía, una simple llamada y sería parte de tu loco proyecto... —admitió empecinado, antes que su rabia bajase de nivel— solo que... me hice a un lado por ti. Por las cosas que dijiste, sobre ser independiente y que este es tu trabajo y no debo meterme. No quiero que pienses que intento controlarte...

NO TE ENAMORES DEL SR. SEXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora