Cuando me bajo del avión huele a brisa y a asfalto caliente. Escucho el ajetreo de la gente arrastrando maletas, corriendo para no llegar tarde, una voz robot femenina anunciando el siguiente vuelo y, muy a lo lejos, el motor de un avión despegando. Nada más salir de aeropuerto, veo una fila de taxis y me decido a coger el que tengo más cerca. El conductor es un hombre canoso con un pronunciado bigote negro.
-¿A dónde te llevo, niña?
-Esto... Tengo por aquí la dirección. No recuerdo el nombre.
Cojo del bolsillo derecho de mis vaqueros un papel que me dio mi madre antes de salir, con el nombre de la dirección a la cual me tenía que dirigir.
-Esto no esta cerca -advierte-.
-¿Y? -pregunto confundida- ¿No puede llevarme?
-Sí, claro que te llevaré. Me refiero a que no va a ser barato.
-Ah, eso no es problema.
-Vayamos, entonces.
La Hermandad paga todos los gastos de La Prueba, así que no voy a tener que sufrir por el dinero durante estos tres meses. La Hermandad lo lleva todo, se encarga de todo y se entera de todo. Pero nadie sabe quiénes son o dónde están. Y yo me pregunto cómo pueden ganar tanto dinero. Son los que pagan a todos los cazadores, y no es precisamente que el sueldo sea mísero. Ser cazador es un pequeño lujo.
Tardamos como media hora en llegar a la dirección, quizá un poco más. Jamás me hubiera esperado que mi Prueba fuese en un sitio como este. Parecía un pueblecillo rural. Hay casitas a la derecha de la carretera por la que estamos entrando, a la izquierda, solo hay bosque. Ahora, no me extraña que este sea un lugar destinado a Las Pruebas. Dentro de ese espeso follaje tiene que haber de todo.
-Perdona, chica. Creo que tiene que haber un problema en la dirección. Este papel dice algo como si hubiera una casa en esta parte de la avenida, y aquí solo hay bosque.
-No se preocupe, déjeme aquí. -Miro en el cuenta kilómetros la cantidad de dinero que debo entregarle. Cojo un par de billetes y se los doy. -Quédese con el cambio.
Cojo mi maleta de mano y bajo del coche sonriendo. Siempre he querido decir esa frase.
Si en el papel pone que es aquí, tiene que ser aquí, así que me dedico a acercarme un poco a la frontera con el bosque mientras el taxi sale disparado siguiendo la misma dirección que antes. Como suponía, en el primer árbol que me encuentro, hay grabada una flecha que indica que siga adelante. Y lo hago. El bosque cada vez es más denso y los árboles más verdes por tener menos contacto con la contaminación. Da gusto respirar aquí, aunque me falta un poco el aire de saltar arbustos e intentar no pisar setas, le añadimos que llevo la maleta de mano, y pesa como ocho kilos.
Cada 5 metros, me encuentro una nueva señal en los árboles, a veces más escondidas que otras y otras veces, confusas y difíciles de entender. Pero al cabo de unos diez minutos de laberinto, encuentro la última señal. De pronto hay más luz y entre las hojas puedo ver que hay un claro. Es un círculo en el suelo como de unos cinco metros de diámetro. Han talado los árboles que pertenecían a ese espacio y han dejado parte del tronco para sentarse. En el centro del círculo hay troncos chamuscados. Sería una especie de hoguera pero no está encendida, hace calor. En uno de los trozos de tronco talados, hay sentada una chica rubia. Dudo que sea rubia de verdad, porque tiene raíces oscuras. Es de estatura mediana y está fumando un cigarrillo. Parece relajada.
Me acerco hacia donde está ella y se da cuenta de que estoy ahí.
-Hola- Me dice, levantándose y me acerca la mano derecha, alejando con la izquierda lo máximo posible su pitillo de mi. -Soy Lily, supongo que haremos la Prueba juntas.
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Cazadores: Fuego Azul
FantasyTengo un dolor agudo en la sien, supongo que de no haber dormido nada esta noche. ¿Cómo iba a hacerlo? Hoy cambia todo, hoy empieza mi Prueba.