Copas

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-No debería serviros alcohol. -dice Tomás Sastre, el camarero-. Sois menores.

-Yo tengo veintiuno -aclara Alex-.

-Bueno, en realidad creo que ni siquiera debería hablar con vosotros.

Es de madrugada y estamos sentados en una mesa en círculo. En la cantina ya no hay gente que parezca sobria y el ruido es casi insoportable. Tomás Sastre, que es como nos ha dicho que se llama nuestro evaluador, nos está sirviendo unas copas y hablando con nosotros.

-Si no quieren que nos sirvan alcohol -señala una Lily que no parece nada demacrada tras la pelea con el Caitiff- que no pongan a un infiltrado en una cantina -Bebe un trago y sonríe-.

-Liliana la rebelde -se ríe Tomás con un tono burlón en la voz. Llena un vaso de más y lo levanta-. Este para mi.

-Prefiero Lily.

-Liliana -repite-, ¿cómo os ha ido con el caitiff?

-La verdad es que me lo esperaba más difícil -comienza a explicar Cris-. Lily casi se lo carga ella sola.

-Aun así ha sido fácil -añade ella-. Nos sobran muchas horas hasta que llegue la segunda carta.

-Todo el día -dice Youri-. Me gustaría haber hecho algo.

-No te preocupes, no voy a restarte puntos por no haber estado en la batalla, Youri. A ninguno de los dos -aclara Tomás mirando a Alex-. Sé que estabais investigando. Y os estáis equivocando.

-¿A qué te refieres? -Le digo un tanto confundida.

-Cazar a un caitiff es sencillo, una prueba de nivel uno, como ya sabéis. Pero no es tan fácil, se os ha dado el tiempo que se os tenía que dar y os ha sobrado. Eso es porque se han visto muy poco grupos tan fuertes desde 2006 -hace una pausa para terminarse el trago-. Youri, ya de por sí los hombres lobo cazadores no son muy comunes. Eres letal y cuidadoso, con un porte muy personal, te irá bien si sigues así. Liliana -le sale una sonrisilla cuando lo dice y ella pone los ojos en blanco-, eres el ángel más fuerte que he conocido. Tienes un estilo increíble y se nota cuánto te importa tu trabajo. Puedes llegar muy lejos, rubia, en serio -juraría que Lily se ha sonrojado, pero es difícil creerlo con esa cara inexpresiva. Tomás cambia la cara de lado y sigue con su discurso-. Alex, ¿qué voy a decirte ya que tú no sepas en ese cerebro enorme? Me siento muy tonto a tu lado. Lume Gavilán, -aquí llega mi turno. Sé que va a saltar con algo de mi padre, si no, ¿para qué usar mi apellido? -tu fuego es tan inusual como el de tu padre, aunque sean muy diferentes. Pero os parecéis mucho, tanto que da hasta miedo.

-Más quisiera yo parecerme a él -le interrumpo-.

-Os parecéis. Él ha sido un ejemplo para mi y, cuando veo tu mirada mientras luchas... -niega levemente con la cabeza- es la misma mirada fría de Teo Gavilán . Los mismos reflejos, los puñetazos... -suelta una pequeña carcajada que me contagia mi también- los puñetazos de la familia Gavilán son lo más. Y ya que estamos, tu fuego es más bonito -me guiña un ojo y se me queda una fragancia de buen humor. Tomás tiene a su lado a Cris y le da una palmada en la espalda. -Muchacho, tienes dieciséis añitos. Nadie lo diría, eres grande. -La reacción de Cris es sonreír y alborotarse el pelo- Aquí estás haciendo la prueba un año antes de tiempo. ¿Qué magia haces para tener esa puntería, macho?

-Juego a los dardos de madrugada.

Noto como nuestras miradas se cruzan una milésima de segundo. Lo suficiente para que me de cuenta yo, pero no los demás.

-¿Jugar a los dardos, eh? -Vuelve a darle otra palmada en la espalda, tan fuerte que esta vez Cris rebota hacia delante. La sonrisa blanca de Tomás está más abierta que nunca. - Estoy contento con el grupo. Muy, muy contento. No la caguéis. Y ahora, id a dormir. O a jugar a los dardos. Mañana será otro día. Estaré en el mismo sitio si me necesitáis para algo.

Cazadores: Fuego AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora