El octágono

Capítulo 13: Camino a Casa

Con el cansancio a cuestas y con unas cuantas cintas adhesivas cubriendo los golpes y cortes de su rostro, Nathan acompañado de Kyle, abordó el autobús que los llevaría de vuelta a Kansas City. Toda aquella adrenalina y la emoción que habían desbordado en las peleas se habían esfumado, ahora parecían las personas más aburridas del mundo, aunque en parte, así eran normalmente.

—Por fin, en camino a casa— exclamó Nathan con un tono de voz abrumado.

—A seguir mejorando las habilidades para las próximas contiendas— comentó Kyle, con cierto entusiasmo.

—Por favor, ya cállate. Acabo de recibir tres golpizas, lo que menos deseo escuchar, en este momento, es cualquier cosa relacionada con peleas— bromeó el joven peleador.

—Yoooooou, your sex is on fire ♫— cantó en voz alta Nathan para dar por terminada la conversación.

Sin embargo, a pesar de querer evadir todo tema relacionado a las artes marciales, había algo que le llamaba la atención, la posibilidad de poder pelear en Kansas City, ante sus compañeros de equipo, o incluso tener la oportunidad de compartir la cartelera, eso era algo que le causaba mucha emoción.

Se inclinó y buscó su mochila debajo de su asiento. Cuando la encontró, abrió el cierre y tomó las hojas del contrato que le habían sido proporcionadas por el promotor. Estaba a punto de comenzar a leer el contrato, pero prefirió esperar.

—Lo pensaré esta noche. Y mañana tomaré mi decisión— advirtió Nathan Green, mientras su entrenador y ahora también su manejador, solo se limitó a emitir una breve sonrisa.

Ambos hombres se acomodaron en sus asientos, esto con toda la intención de dormitar un poco durante el trayecto. En menos de quince minutos, habían quedado dormidos. Después de todo, habían sido unos días bastante agotadores.

En unas cuantas horas estarían llegando a Kansas City. Volvería a ver a su padre y también tendría la dicha de visualizar aquellos ojos tan brillantes de Alexandra. Oh si, aquel par de ojos resplandecían más que la imitación de oro incrustada en su cinturón, el campeón de papel volvía a casa.