Capítulo 1: El origen

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Eran las 5:00 AM de una mañana lluviosa en Kansas City, Missouri. El pequeño Nathan Green de diez años de edad, despertaba en medio de una tormenta y relámpagos que se vislumbraban por una pequeña ventana situada al lado derecho de un viejo sillón, su lugar favorito para dormir.

Una vez que abrió los ojos, se dirigió a darse una ducha, posteriormente se enfundo en su uniforme escolar: una playera tipo polo de color blanco y unos pantalones cortos de tonalidad azul marino.

Antes de marcharse de casa con dirección hacia la escuela, se sentó en una pequeña e incómoda silla para poder desayunar un plato de hojuelas de maíz con leche tibia, plato que previamente se había servido y que le había añadido una pizca de azúcar para endulzar el desayuno.

Después de cepillarse los dientes, tomó su mochila y las llaves de su casa y cerró la puerta principal, partió rumbo al colegio. La lluvia no cesaba y Nathan trataba de protegerse del agua con su mochila, la cual contenía sus libros de matemáticas y ciencias, además de una lonchera verde, que contenía una manzana y un jugo de durazno, lo que sería su comida a la hora del receso escolar.

Nathan Green asistía a la escuela primaria de Gladstone, ubicada en la Avenida North Elmwood con número 335. La institución educativa se encontraba aproximadamente a unas 10 cuadras de su casa, lo cual le tomaba entre 15 y 20 minutos trasladarse caminando.

Faltaban pocos minutos para que el reloj marcara las 7:00 AM, hora a la que comienzan las clases en Gladstone. La primera clase del día: Matemáticas, asignatura poco predilecta de Nathan ya que siempre se le dificultaban las operaciones y el razonamiento matemático, además, siempre le causaba momentos incomodos al momento de revisar la tarea o pasar al pizarrón.

La pesadilla estaba a punto de comenzar. Una vez iniciada la clase, la señorita Sanders le pidió a Nathan que pasara a resolver un problema matemático frente a sus compañeros. El resultado de la operación fue incorrecto. Volvió a intentar y de nueva cuenta fracasó, este acto originó burlas de sus compañeros de clase.

Una de las principales razones del bajo nivel educativo de Nathan era debido al poco apoyo con el que contaba para hacer sus labores extra clase. Su padre, Adam Green trabajaba alrededor de 16 horas al día pues era el encargado de un discreto gimnasio de la comunidad. Su mamá Ashley Michaels, falleció cuando Nathan tenía tan solo 2 años de edad. Los únicos recuerdos que conserva de ella son algunas fotografías que adornan la casa y una cadena con su fotografía que lleva siempre atada sobre su cuello.

Nathan Green se volvió rápidamente en alguien muy maduro, a pesar de su corta edad él era bastante responsable. Quizá no le iba bien con las labores escolares, pero ya sabía cocinar y lavar su desgastado uniforme.

Pero sus problemas ya no se limitaban a la clase de matemáticas, ese mismo día comenzó a odiar su clase de educación física.

El profesor había dado la orden de que los alumnos se dividieran en dos grupos y comenzaran a jugar futbol soccer, a pesar de que la lluvia había desaparecido, el suelo se encontraba encharcado y era fácil que los chicos tropezaran.

Durante el progreso del juego, Nathan intentó robar el balón a un chico del equipo rival y terminó por darle una patada bastante fuerte en la pierna derecha. Para su desgracia, se trataba de Jimmy Johnson, el bravucón por excelencia de toda escuela primaria.

Una vez que Jimmy se sintió agredido, detuvo el juego y se postro frente a Nathan insultándolo por su acción realizada.

- ¿Qué te sucede?- reclamó Jimmy.

- ¡Oye!, ¿Qué te pasa?, solo intentaba quitarte el balón- respondió Nathan.

Acto seguido, Jimmy comenzó a empujar y lanzar golpes hacia la humanidad de Green. Cuando logró su objetivo de derribarlo, empezó a propinarle una seguidilla de patadas en todo el cuerpo, por si fuera poco dicho abuso, también llegaron rápidamente las ofensas verbales.

-Mírate ¿no te da vergüenza?, siempre usas la misma ropa vieja- ofendió Jimmy, mientras continuaba pateando a Nathan.

-Podrá ser vieja, pero mi ropa siempre se encuentra limpia, en cambio la tuya siempre está sucia de comida- replicó Nathan mientras se protegía de los puntapiés.

El maestro escuchó a lo lejos todo ese alboroto y acudió lo más rápido que pudo a separar y poner calma en la riña estudiantil. A pesar de la rápida intervención del profesor, Nathan Green había terminado completamente sucio, mojado debido al charco que se encontraba en el piso del patio y con algunos moretones en el cuerpo como piernas y brazos.

Ambos estudiantes fueron enviados a la oficina del director del plantel. Los chicos le platicaron sus versiones al director y se les aplicó una suspensión de una semana, además, sus progenitores tendrían que presentarse en la oficina del rector. La lista de inconvenientes de Nathan se engordaba gradualmente.

Adam Green siempre le infundía a su hijo los valores de la responsabilidad. Le aconsejaba pedir el número telefónico e incluso el domicilio a cierto compañero de clase, por si algún día se tenía que ausentar de la escuela, acudiera a pedir las tareas realizadas en el día.

Nathan titubeaba mucho, no era popular, no tenía amigos, era muy difícil socializar para él, por lo tanto, no sabía a quién elegir para que le ayudara con las labores escolares durante la semana de suspensión.

Restaban solo unos minutos para la hora de salida y Nathan aún no se decidía por quien elegir. Volteaba a ver a sus compañeros y nadie le inspiraba confianza como para que se pudiese acercar a platicar con ellos.

A lo lejos vio a una chica que le parecía interesante, ella amaba la tecnología y siempre llevaba consigo sus aparatos tecnológicos, su reproductor de mp3, su computadora portátil, su tableta. Quizás Alexandra Hayes podría ser la elegida.

El octágonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora