Nathan Green era un chico tímido y muy inseguro, debido a eso la mayoría de sus compañeros se burlaba y abusaban de él. Precisamente por esta inseguridad no se atrevía a charlar con Alexandra, pues pensaba que muy probablemente también se burlaría de él.
La hora que marcaba la salida de clases llegó y Nathan Green no se acercó a ninguno de sus compañeros de clase. La inseguridad lo había derrotado una vez más.
Mientras caminaba hacia el parque Budd se preguntaba cómo es que conseguiría las actividades realizadas durante su suspensión.
El parque Budd era el lugar favorito de Nathan. Todos los días al finalizar las clases, asistía a dicho lugar para tomar un descanso y relajar su mente de todos los problemas que constantemente lo acechaban. Para ser solamente un niño, su nivel de estrés era demasiado alto.
Al llegar al parque se recostó sobre el césped y fijó su vista en el azul del cielo, posteriormente se puso a pensar: ¿Cómo le explicaría a su padre la suspensión que le habían impuesto? O peor aún ¿Cómo y quién le informaría sobre las tareas en ese lapso? Por más que intentaba encontrar una solución, no le venía ninguna a la mente.
De pronto escucho que alguien le hablaba:
—Hola Nathan, ¿Qué haces aquí?— se escuchó con una dulce y tierna voz. Nathan volteó rápidamente a su derecha y se sorprendió al ver que era Alexandra quien le hablaba.
—A-A-Alexandra ¿Cómo estás? — titubeó Nathan nervioso.
—Muy bien, que extraño verte por aquí— replicó Alexandra.
—Siempre vengo al parque a descansar después de clases, es mi lugar favorito, me relaja, me llena de paz— explicó Green un poco más tranquilo.
Sin embargo no era el parque lo que relajaba a Nathan, ya que la presencia de Alexandra lo hacía sentir incomodo, un tanto nervioso. Lo que en realidad disfrutaba Nathan era la soledad
Alexandra también frecuentaba Budd Park, debido a que su padre, al terminar las clases, la recogía en dicho lugar. Aunque siempre veía a Nathan su compañero de clases en el parque, nunca le había dirigido la palabra. Su paso en el parque era fugaz, su padre siempre llegaba bastante rápido, pero aquella ocasión se había demorado por el tráfico.
—Y bien ¿Qué harás durante la suspensión?— continuaba el interrogatorio de Alexandra.
—Bueno, aún no lo sé. Quizás seguiré asistiendo al colegio después de clases, debo enterarme de las tareas que encarguen— respondió un pensativo Green.
De pronto, un automóvil lujoso se acercó a la banqueta. Era el padre de Alexandra que la apuraba para que subiera.
—Te veo mañana Nathan, aquí, a la misma hora— se despidió Alexandra.
El chico no alcanzó a responder, se quedó congelado, estaba muy sorprendido de que la chica de sus sueños lo quisiera volver a ver.
Nathan tenía sentimientos encontrados, por un lado estaba muy feliz por entablar una conversación con Alexandra, pero también preocupado por la suspensión escolar, además tendría que encontrar un modo apropiado de explicárselo a su padre.
Todas las tardes luego de estar en el parque, Nathan acudía al gimnasio "No Surrender" lugar donde trabajaba su padre. Ese era uno de los gimnasios con mayor renombre en Missouri, debido a que los mejores peleadores de la ciudad solían entrenar ahí. El gimnasio era propiedad de Michael Sheffield uno de los mejores artemarcialistas de su tiempo.
El gimnasio estaba ubicado en el Boulevard Benton esquina con Avenida Anderson, un tanto alejado de Budd Park, por lo tanto, Nathan tendría tiempo suficiente para pensar en la explicación que le daría a su padre.
Mientras caminaba rumbo al trabajo de su padre, Nathan Green no dejaba de pensar en la breve y fugaz conversación que había tenido con su compañera de clases. Lo que más le causaba inquietud eran las palabras que había mencionado Alexandra Hayes al despedirse de él.
Cuando se encontraba muy cerca de llegar al gimnasio "No Surrender", logró percatarse de la presencia de muchos automóviles, era raro, ya que generalmente eran pocos los vehículos en el establecimiento. Aunque sin darle mucha importancia se dirigió a entrar.
Una vez que entró al lugar, se dio cuenta que algo extraño sucedía. En el lugar se encontraban muchos reporteros y unos cuantos peleadores. Sin duda, un suceso importante acababa de suceder.
Cuando Nathan logró ubicar a su padre entre los presentes, decidió cuestionarlo sobre aquello que acontecía en el gimnasio.
—Hola papá ¿Qué sucede aquí?— preguntó Nathan.
—Tuvimos una rueda de prensa, próximamente habrá un torneo de artes marciales mixtas aquí en la ciudad y algunos miembros del gimnasio estarán peleando en el evento— explicó Adam Green muy emocionado.
Una vez aclarada la duda que tenía Nathan, decidió armarse de valor y mencionarle a su padre sobre la suspensión que le habían impuesto en la escuela.
—Oye papá, tengo algo que decirte, fui suspendido en la escuela— comentó Nathan con voz quebrada.
—¿Otra vez? ¿Y ahora por qué?— cuestionó el padre molesto.
—La razón es la misma que las tres ocasiones anteriores— reconoció el hijo.
Después de oír la respuesta de su hijo, Adam Green cambió esa sensación de enfado por una de angustia. Ya eran cuatro veces que su primogénito era castigado y en todas había sido golpeado. Por lo tanto, tenía que pensar una solución que auxiliara a Nathan a protegerse de aquellos que lo violentaban.
Adam estaba muy consciente de que su hijo era muy bueno, no sabía defenderse, ya que no había ni una molécula de maldad en él. Siempre que se veía envuelto en una pelea, era Nathan quien salía más perjudicado.
Luego de estar pensativo por un momento, Adam llamó a su hijo para dedicarle algunas palabras que lo hicieran sentir menos culpable.
—Hijo, yo sé que eres una persona muy buena, eres bastante responsable y estoy muy orgulloso de eso. Sin embargo, creo que debes poner un fin a todos los abusos físicos que recibes, ya no debemos permitir eso— expresó el padre.
Nathan Green era quien más deseaba estar en paz, pues hace tiempo se había cansado de que sus compañeros de clases lo molestaran continuamente.
—Si papá, soy quien más lo desea— respondió Nathan decidido.
—Creo que deberías entrenar defensa personal, quizá alguna de las diversas artes marciales que aquí se imparten te pueda ayudar—expuso Adam.
—Sí, me encantaría comenzar a practicar, aunque no conozco mucho sobre artes marciales— manifestó Nathan.
—En el gimnasio se imparten boxeo, karate, kickboxing y taekwondo. Elige alguna de esas disciplinas para que comiences con las clases— comentó el papá.
Nathan se encontraba bastante extasiado, quería aprender las cuatro disciplinas, pero sabía que, por lo pronto, únicamente tenía que elegir una, por lo que tenía que pensar muy bien su decisión.
—Voy a pensarlo papá, es una difícil elección— indicó Nathan.
Esa tarde, el joven estuvo apreciando las diferentes clases que se impartían en el gimnasio. Quería conocer un poco sobre cada una, para luego tomar la mejor decisión.
Después de apreciar las diversas clases tomó una decisión y se la hizo saber a su padre.
—Papá, estuve viendo las diferentes disciplinas que se imparten, así mismo los horarios en que se dan las clases, por lo que he llegado a la decisión de entrenar boxeo y taekwondo— dijo Nathan muy emocionado.
—Pero hijo, recuerda que también debes hacer las tareas de la escuela. No estoy seguro de que tengas mucho tiempo para hacerlas— respondió Adam Green.
—Me voy a esforzar y cumpliré con todo papá, tenlo por seguro—dijo Nathan muy confiado.
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El octágono
ActionNathan Green es un chico solitario que sufre de abuso escolar. Un día conoce las artes marciales y su vida cambiará por completo. Con el tiempo, Nathan buscará superarse día con día, para llegar a ser campeón mundial, pero antes deberá resistir los...