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Estaba muy segura de lo que estaba a punto de cometer. ¿Tenía de otra por hacer? Realmente lo quería hacer. Entiendo que muy pocas personas no hablarán sobre esto, pero eso ya es muy escaso. Demasiada gente dirá que no tuve el valor para continuar y hacer una vida normal.

Han sucedido demasiados sucesos que hasta ahora no se porque me suceden a mí. Esta vez estoy segura de lo que quiero. Muy segura.

¿Qué se sentirá morir?

Si al menos no hago feliz a la gente, me haré feliz a mí, sea como sea. Algunas cicatrices más en mi no harán daño.

Desperté como todos los días. Fuí directamente a la farmacia que estaba cerca de mi casa, no me importó si estaba despeinada y con pijama. Nadie sabía lo que tenía planeado. Y nadie lo iba a saber

Compré un pequeño cutter que había en unos de los estantes. Probablemente por mi rostro, la chica del mostrador pensó que haría daño a un ciudadano o quizá a mi misma.

-¿Qué día no? Creo que se aproxima una fuerte lluvia- no quitaba los ojos de mí

Asentí. Como siempre

-No es por incomodar pero, ¿Para qué necesitas uno de estos?-

-No sé mi madre- mentí. Existía una pequeña probabilidad de que ni supiera sobre mi madre

-Entiendo- puso aquel objeto en una caja y después en una pequeña bolsa con el logo de aquella farmacia

-Gracias- acomodé mis lentes y salí de aquella construcción

Comenzaba a caer unas gotas, eso era lo que menos importaba. Seguí caminando y cuando estaba a punto de entrar a mi casa, una llamada de David entra

-¿Qué sucede?- pregunté 

-Solo llame para saludar y saber si tenías un plan hoy- se escuchaba una voz recién levantada

-No te preocupes tengo demasiadas cosas que hacer- colgué la llamada y proseguí con apagar mi teléfono. Nadie podía interrumpir mi maravilloso plan.

Al llegar a casa, subí las escaleras corriendo. Me percaté de que mi ropa estaba muy mojada por lo que decidí cambiarla. Finalmente mu puse una blusa muy floja color vino y un short color gris. En esos momentos no estaba para combinar los colores.

Tomé el cutter que había comprado hace unos momentos atrás y me senté sobre mi cama. Me estaba arrepintiendo. Prendí nuevamente mi teléfono. Cuando prendió marcó 77 mensajes de David. Lo llamé

-¿Aurora? ¿Qué sucede estas bien?- se preocupó. Como lo hubiese hecho mi madre

-David escucha bien- solloze -Te quiero ¿Entiendes? En muy poco tiempo te tomé un cariño que no pensé que se lo daría a nadie- en mi garganta podía sentir un sabor amargo -Escucha bien lo que diré, jamás David, JÁMAS me vayas a juzgar después de lo que haré- algunas gotas lograrón escapar de mis ojos

-Aurora, ¿Qué estas diciendo?- se escuchaba más preocupado -No hagas nada Aurora, iré a tu casa- al fondo se podía escuchar que tomaba unas llaves

-David... Por favor.  Solo te llamé  para al menos darte el último adiós... David te agradezco todo lo que hiciste por mí... Te amo, nunca me olvides. Lo lamentó- antes de que él pudiera decir otra cosa colgué. No apagué mi celular, lo puse en modo de silencio.

Me acomodé en la cama para iniciar con el plan. Saqué el cutter que estaba en la bolsa. Lo tenía en mis manos

Inicié por hacer unas cuantas marcas en mi brazo derecho, no muy profundas. Dejé el brazo izquierdo ya que ese sería donde haría mi crimen. Mi perfecto y gran crimen.

Lo corté haciéndome una herida muy profunda. Sentía ese ardor en mí en el brazo izquierdo. Pero no se comparaba con el dolor que viví todo este tiempo.

Dejé caer toda la sangre mientras poco a poco iba perdiendo fuerza. Me recosté viendo hacia el techo. Mi vista cada vez se nublaba más. No escuchaba nada de lo que pasaba en el mundo. Miré mi brazo izquierdo estaba repleto de sangre, de tal manera que mi cama tenía un gran charco de él. Cerraba mis ojos lentamente. Mi respiración se hacía más lenta. Volteé a ver la fotografía donde estaba con mi madre. Realmente me sentía muy débil. No la pude tomar. Hice un último intento por tomar aquella fotografía pero el resultado no salió como lo pensé. Necesitaba a mi madre, al menos ella sabía lo que sucedía con migo. Eso fue lo último que vi antes de caer en aquel sueño profundo y eterno.

No supe nada más de mí. Ya no desperté. Era lo último que quería, despertar y dejar ese dolor. Al menos nadie llegó a tiempo para hacer algo por mí y eso me hace sentir satisfecha porque al menos logré uno de mis objetivos. Uno de tantos que me había propuesto.

Ahora si lo había perdido todo. Completamente todo. Mi madre, mi padre, mis pocos amigos que aún existían, mis deseos, mis triunfos, las metas propuestas, mis decisiones que tenía para un futuro y sobre todo a una gran persona... a David.

Siempre fue dulce conmigo, pero eso no bastó para detener un suceso de los que hice.

Recuerdo a la perfección que aquel día, el 17 de Septiembre, pasó como cualquier otro día para la ciudadanía. Lo recuerdo como si fuera ayer, porque ese día marcó el fin de mi vida para siempre...

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