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Al parecer mi padre llamaba, era fácil contestar pero difícil saber elegir la persona

-¿Papá?... Sí, y mucho... Prefiero estar viviendo sola en esta casa... No quiero volver a verla... No, yo no apostaría eso... Tengo osas más importantes que hacer... Adiós- colgué sin importar si me regañaría  

-¿Quieres desahogarte llendo al parque?- no quería, no tenía ánimos de nada

Le llevé la contraria a mis ganas y asentí





-¿Has pensado en ir a vivir con tu padre?-

-No quiero hacerlo- cuando hablaba siempre susurraba, siempre

-¿Porque? Claro, si puedo saber- no sentamos en unos columpios

-No me siento cómoda con él. Y ha pasado mucho tiempo de que no lo veo, asi que prefiero vivir sola a estar con él-

-¿Estás muy segura de eso?- comenzó a moverse en su columpio

Yo solo asentí.

La temperatura cada vez estaba bajando cada vez más, mientras las pequeñas gotas de lluvia comenzaban a caer

-Es mejor que regresemos- se levantó de su columpio

-Yo... Yo  prefiero estar aquí- dije esta vez un poco más segura que siempre

-Aurora, enfermaremos si no nos vamos de aquí- las gotas que eran pequeñas, se fueron convirtiendo en grandes gotas de lluvia

Hice un ligero movimiento de hombros de abajo hacia arriba. No estaba muy convencida de moverme de ahí

-Aurora, hay que irnos ya- me tomo de la mano

-No me iré- quité de un golpe mi mano

-¿Qué? ¿Porque no?- insistió en tomar mi mano pero lo evite

-Vete tú, yo quiero estar sola- las gotas empezaban a caer un poco más gruesas

-Aurora, por favor. Ven conmigo- abrió sus brazos

-David...- susurré

-Aurora... Por favor- medio sonrió

No tuve de otra que pararme y abrazarlo.

-¿Podemos irnos?- acomodo su cabeza en mi cabello

-Estabas bien- susurré

Fuí débil y me dejé llevar por lo que decía David. Siempre he sido así. Siempre.



Entramos a su auto. Era más cálido que afuera, eso era obvio.

-Esta bien Aurora- hizo una larga pausa. Probablemente creyó que en algún momento hablaría. Pero no lo hice -Iremos a mi casa- me regaló una de sus sonrisas

Nuevamente condujo en su auto. Durante el transcurso del camino contemplaba el pequeño paisaje de aquel frío lugar, mi querida y pequeña tierra llamada "La paz, Bolivia"

Insisto en que ese lugar es fresco, frío. Muy pocas veces ha habido una temperatura adecuada para el ser humano.

-¿Mañana irás a clases?- David desvió unos segundos su mirada a mí. 

Asentí con mi cabeza, mientras acomodaba de nuevo mis lentes en el sitio que correspondían.

-¿Te apetece que yo te lleve?

Esta vez le dí una respuesta negativa. Tenía pensado que me iría horas antes para ver a Alejo, no estaba muy convencida de hacerlo, pero era el único familiar cercano que tenía. Omitiendo a mi tía Alondra.

Jamás pensé en ir con ella. Es demasiado vieja para cuidar de mí, aunque no necesite de nadie para que me cuiden. Yo sola puedo conmigo.

-Dame un buen motivo de por que no- David interrumpió de nuevo. Este chico quiere sacar una plática. Desea que hable y comporte como una persona normal, pero yo... jamás seré normal, o al menos eso es lo que pienso yo.

Dude en darle la respuesta que pensaba. Ir con mi padre. Se confundiría, si le había dicho que no iría con él preguntaría como cambié de opinión tan rápido y así se haría un interrogatorio. Y era lo que menos quería, hablar de él sobre esos temas.

-Pienso visitar a alguien- susurré

-¿Puedo saber a quién?- volvió su vista hacía mi. Aunque yo llevara la cabeza baja podía notar de reojo como me miraba. Pero segundos después volvió a fijar su vista hacia la calle

Su casa estaba a unos cuantos metros y yo seguía sin contestar. Solo volví a negar con la cabeza.

Bajé del auto y David hizo lo mismo. Su casa era verdaderamente enorme. Aquella noche cuando vine por primera vez, se veía más chica. En realidad, es gigantesca.

A las primeras personas que ví fueron Megan y Angley. Esa pequeña y su madre eran muy parecidas.

-Madre, traje de nuevo a Aurora. Espero que no te moleste- dijo David después de saludar a su madre y a la niña más pequeña de la casa

-Para nada- comentó a David, para luego voltearse a mí y hablarme -Sabes que esta es tu casa y eres bienvenida cuando gustes- dió una sonrisa

-Gracias- susurré acomodando mis lentes

-Te veo mucho más delgada que a ves pasada- al parecer notó la pérdida de peso a lo que no pude evitar sonreír y agradecer. Eso me motivaba.

-Mamá- David la miró de tal manera que ya no volviera a decirlo

Después de que Meghan nos diera entrada, encontré a una niña. De unos 13 años. Imaginaba que era Katherine

Saludo con respeto. Se presentó con su nombre y yo con el mío, esta vez sin mucha pena. En cuanto supo mi nombre, su comentario me dió más pena

-Así que tú eres de la que tanto habla mi hermano- agradezco que en esos momentos David no estuviera con nosotras, probablemente hubiera contradicho lo que su hermana acababa de decir

-No lo creo, debes confundirme de Aurora- décadas en las que no me sonrojaba. No le di importancia y acomodé mis lentes nuevamente

-Lo dudo, tú vas en la misma escuela en la que él será maestro, usas lentes y eres realmente linda- las palabras de aquella familia realmente me alagaban. Como hubiera querido que mi madre fuera la que dijera eso.

-Gracias Katherine- la miré directamente a los ojos. Cosa que casi nunca hago, solo lo hacía con mi madre.

Katherine estaba a punto de hablar, pero llegó David. Interrumpió nuestra gran charla motivacional

-¿De qué hablaban?- bajó el pequeño escalón que dividía la sala del comedor.

-Nada importante- Katherine fue la que habló por mí. 





El tiempo con esta familia pasa realmente rápido. Son las 10:00 y mañana tengo que madrugar, así que insití a David que tenía que regresar a casa. Él solo aceptaba si era él el que me llevaba de nuevo. Accedí

De nuevo en casa. No había estado en casi todo el día. Pusé mi alarma a las 5:00, a la hora en la que mi padre se despertaba.

Me enjuagué solo mi cuerpo. Pusé una pijama caliente en mi cuerpo, me acosté en mi cama caliente y dormí.

Verdera HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora