|2|

1.3K 120 3
                                    

H A I L E Y

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

H A I L E Y

—¡Max!— Levanté la voz, tocando la puerta de la pelirroja. —Mamá quiere que bajes a desayunar ya, o se nos hará tarde.

Bajé las escaleras, con mis tacones negros sonando en la madera de esta. Me sentía toda una princesa bajando al gran baile de su coronación.

A pesar de todo el dinero, mi padre es un hombre modesto; vivíamos en una casa en los suburbios, que comparada con esta mansión era bastante pequeña. No sabía para qué mi madre quería 8 habitaciones extras.

Llegué al inmenso comedor y me senté en el extremo contrario al de mi madre y Neil.

El azote de unas botas contra la madera me hizo saber que la llegada de Billy a desayunar se aproximaba. Cuando llego, solo jalo una silla en medio de la mesa y se dejó caer en ella.

—¿Eso es lo que desayunaras, Billy? Le puedo decir a Rita que te prepare algo.— Ofreció mi madre, al ver que el rubio solo comía una manzana.

Me hizo señas con los ojos para que yo también insistiera.

—Hmm, sí, Billy. Deberías probar estos panqueques. No son como los de Veselka en Nueva York, pero son ricos.— Insistí llevándome un bocado a la boca. A pesar de que Billy era un hijo de puta, quería ser un poco amable con él, tal vez eso lo haría cambiar.

Él ojiazul me dirigió una mirada de indiferencia, para después levantarse y empezar a caminar a la salida del comedor.

—¡William!— Gritó el señor Hargrove.— ¿A dónde crees que vas?

—A la escuela, ¿A dónde más?— Contestó dándole aún la espalda.

Neil se levantó de la mesa y caminó lentamente hacia él.

—Aún no, tienes que llevar a Max a la escuela.— Justo en ese momento, mi hermana menor entró a el comedor, quedándose estática ante esa escena. Era como si con el más mínimo movimiento Neil fuera a explotar.

—¿Porqué haría eso? Tiene piernas, puede caminar.— Respondió Billy, retando a su padre.

En un rápido movimiento, el mayor había girado a Bill, para luego estrellarlo contra la pared. —¿Crees que puedes hablarme así?

Intervine en seguida, no quería que mi hermana presenciara lo que seguía. —Neil, no te preocupes, de todas formas yo iba a llevar a Max a la escuela.— Dije junto a ellos, intentando tranquilizar la situación.

—No se trata de solo eso, Hailey.— Respondió el señor Hargrove, quién parecía hacer un combate de miradas con el ojiazul.— Se trata de respeto. Ahora, pídele perdón a Susan y a Hailey por haber sido grosero y no contestar al ofrecimiento que se te hizo.

Billy miró a mi madre con una mirada vacía, que luego dirigió a mí, baje la vista ya que honestamente me sentía mal por él. —Perdón, Susan y Hailey.

—¿Ves? No cuesta nada tener un poco de modales.— Neil lo soltó y Billy acomodo su chaqueta. —Vayanse a la escuela, se les hará tarde.

—Max no ha desayuna...— Antes de que mi madre pudiese terminar la oración, mi hermana se apresuró a salir de casa.

—No te preocupes, le daré dinero para comprar algo en el almuerzo. Nos vemos más tarde, mamá y Neil.— Me despedí y salí con paso rápido. Algo que me aterraba era que, si Neil era así con su hijo, tal vez podría hacerle daño a mi madre.

Ahuyente esos pensamientos cuando abrí la puerta del coche, Max ya estaba en el asiento del copiloto, su frente estaba roja por lo cual me di cuenta que estaba enojada.

—¿Quieres hablar?— Pregunté encendiendo el auto. El Camaro de Billy pasó junto a nosotras como alma que lleva el diablo, con la música a todo volumen.

—¿Porqué mamá decidió casarse con un hombre así?— Soltó furiosa cuando arranqué el auto.— ¿Porqué cambiar a un hombre pacifico por un maldito loco abusivo? Y no hablemos de Billy.—

—Tranquila, MadMax.— Quité una de mis manos del volante para tomar la de ella. —Mamá tendrá sus razones. Te prometo que esta mudanza se convertirá en algo bueno, si estamos juntas estamos bien ¿De acuerdo? Nos protegemos entre nosotras.

La pelirroja sonrió. —De acuerdo.— Dirigió su vista hacia las casas del vecindario.

—¿A dónde fuiste ayer?— Pregunté interesada en su rápida exploración del día anterior.

—Al arcade, creo que es lo mejor que hay aquí.

—¿Y cómo te fue?

—751 300 puntos en Dig Dug. Le quité el puesto a un tal Dustin, por casi 100 000 puntos.— Respondió muy emocionada por su victoria.

—Tranquila, presumida.— Dije en broma. —Esa es mi MadMax, no esperaba menos de ti.

--

—Bien, recuerda, si alguien se porta como un idiota contigo, le diré a mamá que te di permiso de golpearlo. Aprende mucho e intenta hacer amigos.— Aconsejé a Max una cuadra antes de la escuela.

—Está bien.— Respondió acomodando su mochila y tomando su skate.

Estacione el auto y tomé mi bolso. —Nos vemos aquí a las dos.— Max asintió sin muchos ánimos y bajó del auto, para después empezar a andar en su tabla. Solté un suspiro, esperando que le fuese bien en su primer día.

Antes de bajar, escuché un chirrido de ruedas, y segundos después el Camaro de Billy se encontraba a unos metros frente a mí. Vi cómo el rubio encendía un cigarrillo y bajaba del coche.

Las chicas parecían estar embobadas por él, solo veía como cuchicheaban y las miradas coquetas que le lanzaban.

A unos cuantos carros del Camaro vi cómo Steve Harrington, el vecino, salió de su vehículo y dirigía la mirada a Billy, frunciendo el ceño. Del otro lado, salía una chica castaña de ojos verdes, probablemente su novia, y hacia lo mismo.

Billy solo ignoró las miradas y comenzó a caminar al instituto.

Decidí hacer lo mismo, salí del auto y fue como un dejavu de lo que acababa de pasar con el rubio, solo que esta vez las miradas estaban en mí.

Suspiré profundamente y con la cabeza en alto empecé a caminar al instituto.

—Mira que hermosos zapatos.

—Callate, Tina, no son tan lindos.

—¿Viene a la escuela o a un desfile de modas?

Escuchaba los susurros de las chicas que con anterioridad se comían a mi hermanastro con la mirada. No las culpaba, me gustaba ser un poco extra, no estaba acostumbrada a estar en jeans y camisetas como la mayoría de los presentes.

—De seguro esas perlas son falsas.

Decidí ignorar los comentarios y adentrarme al edificio gris para hacer exactamente lo que vine a hacer, tomar clases.

Solo esperaba que Max no estuviese siendo juzgada como yo.



Reputation||STRANGER THINGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora