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H a i l e y
—Eres un maldito.— Dije furiosa adentrandome en la habitación de Billy, y azotando la puerta a mis espaldas.
Billy se giró, y no me había percatado que se encontraba sin camisa. Me miró con una ceja arqueada y habló.
—¿A qué debo el honor de tenerte por aquí?— Sonrió acercándose a mi. Puse una mano en su pecho para que dejase de hacerlo, y por suerte se detuvo.
—No te hagas el desentendido, sabes lo que hiciste.— El rubio se dio la vuelta y comenzó a reír, lo cual me enfureció más.— Billy, eres un jodido demente. Tratarnos mal a Max y a mí es una cosa, ¡¿Pero casi atropellar a niños?! Cruzaste la línea.
Hubo un silencio de algunos segundos, hasta que Billy decidió responder.
—No iba a hacerlo en realidad, solo estaba jodiendo a Max.— Tomó una camisa y se la colocó.
—No quiero que vuelvas a hacerle eso a mi hermana.— Cuando estaba apunto de girarme e irme, él me interrumpió.
—Bueno, yo no fui el que la dejo abandonada en el estacionamiento mientras me pavoneaba por la escuela con Harrington.
Su comentario no me hizo enojar, sí no como lo dijo. La forma en la que mencionó "pavonear", sabía que lo decía en otro sentido.
No contesté.
—¿Sabes? Un chico se perdió el año pasado, si sigues de zorra con los chicos en lugar de cuidar a tu hermana, ella podría ser la siguiente.
No pude contenerme y me gire, estampando mi mano en su mejilla. Mi respiración era agitada, y mi entrecejo se encontraba fruncido.
Billy quedó estupefacto por un segundo, frotando su mejilla, pero segundos después comenzó a reír.— Me gustan las chicas rudas.
Antes de que pudiese acercarse a mí, huí de allí.
Deseaba que mi vida en casa fuese como era en la escuela. Un mundo perfecto donde me sentía querida.
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