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Ω   H A N K E R I N G    Ω

Hannah nunca se había subido a un avión, pero se imaginaba que sería horrible, especialmente cuando Sage le había enseñado la avioneta de cuatro asientos, y además le había contado cosas como que contaba con sólo dos motores.

No sabía si aquello era normal o no, pero sí sabía que no estaba tranquila.

Desde la ventana de la cabaña observó cómo Jack Harrison limpiaba algunos restos de nieve de la entrada. Se le veía tan sonriente como de costumbre, e incluso parecía entretenido con su hazaña. Pero Hannah no podía evitar sentirse inquieta y preocupada. Temía no encajar en la manada, o que Donovan Blarnick no aceptara que se quedara con ellos. Además, también estaba la opción de que Steve fuera expulsado, tal y como le había contado la noche anterior Sage, y todo sería por su culpa. Ella era la causa de todo.

Dio un sorbo, con manos temblorosas, al chocolate caliente que Sage le había preparado al despertarse. Llevaba tanto tiempo asomada a la ventana y perdida en sus propios pensamientos que la bebida había comenzado a enfriarse.

El característico caminar de Sage con sus botas la hizo girarse para mirarla. Iba vestida como en los últimos días, nada en ella había cambiado, exceptuando la enorme sonrisa que en esos momentos adornaba su rostro.

—¿Feliz, Sage? —preguntó, sin poder evitar contagiarse de su alegría—. ¿Con ganas de irte?

—Me encanta volar —comentó la loba, para después acercar una silla a Hannah y tomar asiento—. Jack es un gran piloto, y dentro de poco estaremos en casa. Es todo maravilloso.

—¿No se sabe nada de Steve aún?

Sage negó, mas no parecía preocupada en lo más mínimo.

—Ya aparecerá —dijo—. Posiblemente en el último momento. Él es así. Un dramático de la vida.

Ambas rieron a la par y compartieron una mirada afectiva.

Para Hannah era increíble lo rápido que le había cogido cariño a Sage. Sobre todo teniendo en cuenta el poco tiempo que habían pasado juntas. Ni siquiera llegaban a haber pasado una semana juntas, pero todo lo ocurrido en aquel tiempo había hecho que Hannah sintiera una fuerte conexión con la mujer.

Se preguntó si eso también se trataría de algo relacionado con los lobos. Quizás esa sería su nueva excusa para todo.

Cosas de lobos.

Entonces Jack Harrison entró a la cabaña, se sacudió la nieve del abrigo y miró a las dos chicas.

—Está todo listo —anunció—. Deberíamos salir cuanto antes, para evitar que la nevada nos de problemas. ¿Falta mucho para que Steve llegue?

—No lo creo —respondió Sage—. Danos media hora más, y si no aparece, nos vamos sin él.

La risa del hombre retumbó por toda la estancia. Acarició el borde de su bigote y asintió repetidas veces mientras desaparecía hacia el patio de nuevo, aún con la carcajada latente en él.

Hannah sonrió con cariño. Le caía bien el hombre, y se notaba que Sage pensaba igual que ella, ya que también tenía una expresión cargada de afecto. Fue a curiosear sobre su relación con él, pero ni siquiera tuvo tiempo de abrir la boca para hacerlo, pues el móvil de la mujer empezó a sonar.

Se miraron de golpe, preocupadas. Era imposible que Steve fuera el que estuviera llamando. Sage le había asegurado que viajaba en su forma de lobo, por lo que no llevaba el móvil con él. Además, ¿quién podía querer ponerse en contacto con Sage, en una situación como aquella?

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2018 ⏰

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