》Subaru Sakamaki y tú《
□Shorthistory□
"Ese día tuve suerte, suerte de que alguien me sujetara y me impidiera cruza la calle. Pero ahora tengo vergüenza, había volteado para agradecerle y accidentalmente nuestros labios rozaron. Entonces huí y al lle...
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En aquel momento, los brazos de un joven pelirrojo atraparon a (T/n), ella un poco asustada intentó liberase.
— Ayato, déjame.
— Por favor, (T/n) —dijo Ayato—. Solo ... Solo permite abrazarte, solo eso.
El pelirrojo ajustó el abrazo, era raro para él dar esa tipo de afecto, pero creía que era el momento oportuno, sólo ... sólo porqué era ella. Dolía, le dolía mucho a ella, recordar el odio que el albino le tenía, provocaba punzones en su pecho y las lágrimas cayeron de sus ojos. Ayato acarició con suavidad la cabeza de (T/n) mientras ella seguía llorando en su pecho.
Unos minutos siguieron, en donde lo único que se oía en aquel pasillo era el lloriqueo de la joven. Luego (T/n) con lentitud se apartó del pelirrojo, se hallaba más calmada, pero llegó a percatarse de una cosilla: había mojado su camiseta.
— Joder —susurró—. Yo no fui.
— Si, claro —sonrió sarcástico—. Te lo dejaré pasar esta vez, pero —y en un intento donde pudo haber sonado gentil, tuvo que recalcar el pero—... Me debes algo a cambio.
— Oye no te pases —ella se cruzó de brazos mientras inflaba sus mejillas, dándole ese toque de ternura.
Ayato negó consecutivamente la cabeza, quitándose aquel ligero pensamiento en que ella se veía tierna, tal vez. Aunque bueno, lo volvió a pensar, y esos ojos rojizos y la nariz húmeda no apoyaban en nada su anterior comentario.
— Más vale que me pagues por esto mañana, plana —volvió a su antigua contestación de antes, insultando su planicie, claro que ni siquiera se dio cuenta de que tampoco es tan plana.
— ¿Ah? —soltó algo molesta.
Y en un segundo su expresión cambió, ella recordó que era su último día, ya no lo volvería a ver, sí bien era algo bueno, pero se puso a pensar otra vez en el albino
— A decir verdad, creo que no podré pagártelo.
Ayato observó confundido a la castaña, quién se mantenía cabizbaja, no comprendía sus palabras. ¿A qué se refería? ¿Acaso pensaba revelarse y arriesgarse a que él dijera su secreto? No lo sabía.
— Explícate.
— Hoy termina el intercambio, mañana volveré a mi instituto —dijo (T/n).
Sin duda el pelirrojo se sintió desilusionado al oír eso, pero ...
— ¿Y eso qué? Me lo debes —sus ojos verdes tomaron posición en su contrario—, yo —terminó desviando la mirada—... aún quiero volver a verte —murmuró.