12 • Erick Brian Colón

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No había una cosa que más amara Erick de su novia que sus ojos, esos ojos color negros¹ que le hipnotizaban, ella con tan solo mirarlo fijamente a sus ojos claros le daba la oportunidad de perderse en sus pupilas, podía saber qué sentía ella a pesar de sus repetitivos "Estoy bien, no te preocupes", podía ver la tristeza, la alegría, la confusión, veía sus verdaderos sentimientos a través de esos dos cristales, las llamadas puertas al alma, donde se hallaban los pensamientos más puros de un ser humano.

Al joven de ojos verdes grisáceos lo único que odiaba ver en esos ojos, eran lágrimas de tristeza o frustración; ver a su princesa derramar esas gotas de agua salada por medio de sus hermosos ojos le estrujaba el corazón; sin importar qué, odiaba ver a su princesa así.

Si bien él la amaba de pies a cabeza, cada uno de sus cabellos, sus pestañas, sus labios que lo traían enamorado, su cintura, sus caderas, sus manos pequeñas, sus piernas, todo; pero lo que de verdad le traía loco eran sus ojos; y creo que ya no hace falta recordarlo y que todos tenemos en claro eso.

El chico se encontraba acostado en su cuarto viendo el fondo de pantalla de su celular; una foto de su novia que le tomó desprevenida, y que como siempre, salía hermosa.

Sin duda alguna ambos mantenían una joven y tierna relación, no era envidiable como las cursis y afanadas relaciones vistas por medio de redes sociales como Instagram o Tumblr. Pero sin embargo no eran de esas relaciones en las que las peleas y los celos eran abundantes. Ambos sostenían sus vidas en casas aparte, pero a pesar de pasar tiempo con amigos y familiares; se dedicaban el tiempo suficiente para mantener oxigenada su relación y no volverla rutinaria.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el teléfono de su apartamento, con mucha vagancia se levantó y caminó hasta la sala de estar, donde se encontraba el teléfono fijo de la casa; tomó y contestó sin fijarse en el número, para posteriormente colocarlo en su oído.

-¿Aló?- esperó respuesta del otro lado de la línea pero solo escuchó de fondo a su mejor amigo, y quien era uno de los hermanastro de su novia, gritarle a alguien cosas que no lograba entender claramente- ¿Hola, Joel?-

-No... No soy Joel... Soy Ashton.- escuchó a su cuñado al otro lado de la línea con la voz rasposa y ronca.

-¿Ashton? ¿Sucedió algo?-

-_______ y Luke... Tuvieron un... Accidente.- mencionó el rizado al otro lado de la línea.

Erick no contestó a eso, no podía ni sabía que responder, su novia no podía haber tenido un accidente, ella era muy responsable como para tener un accidente. Si bien su hermano mayor con quien viajaba, no era el ser más responsable del mundo, no era intrépido al manejar.

-Estamos en el hospital frente al parque y el McDonald's- esa descripción bastó para que Erick colgara el teléfono de pared de un golpe y saliera corriendo hacia su coche tres pisos más abajo en el estacionamiento subterráneo de los residenciales.

Tiró en el asiento del copiloto todo lo que estuviera en el asiento del piloto o en el dash del vehículo. Encendió el motor y emprendió viaje a hospital a 20 largas cuadras de su hogar.

Estacionó y se dirigió al escritorio donde una vieja enfermera esperaba a los desamparados familiares y amistades de los pacientes del hospital; con un feo maquillaje oscuro y un labial negro que le hacía lucir un tono de piel más pálido y un aspecto demacrado. Al llegar a ella le preguntó con el nombre de su novia.

-¿Quien es usted?- le cuestionó al joven de forma amargada y con cansancio por su vida laboral en un aburrido hospital del centro de la ciudad.

-Su novio.-

One-shots de CNCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora