Capitulo 1.10

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"G. Trevor"


Trás quedar de acuerdo con Barry para localizar al capitán Wesker. Jill se interno en la primera puerta del lado izquierdo de la mansion. Era una puerta doble de color azul; una calca de la puerta del comedor del ala derecha.

Tras cruzar el umbral, Jill cubrió sus flancos, cada que hacia eso; recordaba sus años en el reclutamiento de las fuerzas Delta, antes de ser contratada para unirse a los S.T.A.R.S. Había sido un entrenamiento extenuante, pero logró obtener una de las mejores puntuaciones. Además de especializarse en desarmamento de explosivos, otra de sus grandes.virtudes.

Después de comprobar que la zona estaba limpia, barrió el lugar con su mirada azul y comenzó su travesía en esa habitación. Era un cuarto completamente azul: las paredes eran azul claro; aunque no era azul cielo, ni azul cobalto, era un tono entre ambos. El piso tenía una loseta de color azul grisáceo y el techo seguia la tendencia monocolor del lugar.

Lo único que cambiaba de tonalidad todo el cuarto, eran las pinturas al óleo y acuarela que adornaban las paredes; iluminadas por unas lámparas pequeñas, que se hallaban sujetas a del techo y puestas en ángulos adecuados para que se pudieran apreciar mejor las pinturas. Y al centro de la habitación, se encontraba una escultura de una mujer con un cántaro sobre su hombro de color verde jade.

Al parecer, aquella habitación era una galería de arte personal. Y la verdad era que, el gusto del dueño de ese lugar era buena, a diferencia de la del jefe Irons; el jefe de la policía de Raccoon, él  estaba muy perturbado y su "gusto por el arte" era completamente bizarro.

Jill seguía caminando mientras admiraba esas pinturas, se acercó a la estatua y pudo leer en una placa de color cobre en la cual se hallaban  inscritas las palabras:

"Mujer sacando agua"


Seguramente, ése era el nombre de la obra.

La chica caminó por su izquierda, y vio una entrada cubierta por una tela roja cerca de la esquina, al lado de ésta, en la pared; había un retrato y casi en la otra esquina se hallaba una puerta más.

Sigilosa, se dirigió a explorar el sendero cubierto por la tela roja, la entrada estaba en penumbra, pero al fondo se lograba ver una esquina iluminada que giraba hacia la izquierda.

Ella entró en aquel lugar apuntando, y tras hacerlo; el estómago se le apretó. Los ojos empezaron a llenarse de agua y sal, podía sentir como su almuerzo reclamaba salir subiendo a través de su esófago.

La joven corrió hasta la entrada de aquel pasillo y trato de respirar hondo. Pudo controlar el arcoreflejo que la guiaba a vomitar, pero no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas por el asco.

Ese pequeño pasillo olía horriblemente. Al igual que el "muerto viviente" que habían encontrado del otro lado de la mansión.

La agente se horripiló al pensar que hubiese más de esas cosas por la casa. Ella había notado en su primer encuentro que, "esas cosas" podían ser muy peligrosas.

Por lo tanto, prefirió aguardar hasta que viese a Barry otra vez, y así los dos poder lidiar con la situación.

Aún no recuperada del todo, avanzó hasta el otro extremo de la habitación; hasta la puerta de la esquina.

Comprobó el pomo, pero este se encontraba trabado. Luego, algo en el picaporte le llamo la atención.

Era la marca grabada de una espada.

---- ¿Qué significará esto?---- analizaba la bella chica ---- ¿será algo importante, o sólo algo de ornamentación?----.

Se quedó pensando un momento, era increíble que hacia unas horas atrás, todos sus amigos se hallaban con ella en la comisaría; y ahora, todos se habían extraviado, y dos de ellos se encontraban muertos.

Entonces, recordó unas palabras de aliento que Dick Stephan Valentine; su padre, le habia dicho cuando su madre murió:

"La gente muere, y tal vez, las amamos tanto que no queremos que desaparezcan. Pero el mejor gesto que podemos hacer por ellos, es seguir adelante..."

Era cierto, sonaba un tanto indiferente, pero era cierto. Lo que debía hacer ahora, era tranquilizarse y buscar a sus demás camaradas. Lo mejor que podía hacer por Joseph y por Kenneth, era capturar al culpable o a los culpables, y asegurar que su muerte no fuese en vano.

Tomó coraje y se limpió las lagrimas que habían brotado en sus ojos. Giro en dirección a la puerta doble y corrió hacia ella.

Le dirigió una mirada más a la estatua, le había parecido una obra excelente. Y al hacerlo, un destello plateado se hizo notar. Ella no lo había visto cuando entró, debido al protocolo de seguridad que le había enseñado en la fuerza Delta. Pero ahora si se podía ver.

El destello provenía del cántaro que tenía la escultura verdosa.

---- ¿Qué será eso? ¿Acaso será un efecto para que parezca que tiene agua de verdad?---- pensaba la agente.

Pero dedujo rápidamente que no podía ser, pues sólo era un pequeño destello en un solo punto.

---- No. Esto parece ser puesto para que alguien lo notará al entrar---- dijo la joven para sí.

Se acercó de nuevo hasta la figura en el centro de la galería. Pero esta media como dos metros y medio hasta el cántaro. Jill sólo media el metro con sesenta y ocho.

Recordó que en el pasillo cubierto por la tela roja había una escalerilla. Avanzó rápido hasta ahí y antes de entrar, inhaló profundo y contuvo la respiración para no aspirar ese nefasto olor a muerte y putrefacción.

Empujó la escalerilla hasta sacarla del pasillo estrecho y pestilente. La acomodo junto la estatua del lado en que estaba el cántaro y revisó que era lo que brillaba.

Se encontró con una llave y un papel enrollado. Saco ambos, desemvolvio el rollo y notó que era un mapa pequelo de la planta baja de la mansión. En el lado inferior derecho del papel había inscritas las letras "G. Trevor".

En apariencia, este hombre o mujer habían hecho el mapa y lo había depositado ahí junto con la llave. Luego, la bella chica revisó la llave.
Tenía apariencia de ser una llave vieja de color plateado, luego vio que en la paleta de la llave se encontraba una espada.

---- ¿Será posible que...?---- se cuestionaba Jill mientras sus ojos recobraban un poco de brillo, y sentía como si hubiese descubierto algo importante.

Bajo apresuradamente de las escaleras y busco la puerta cerrada con la marca de la espada. Introdujo la llave por el picaporte y oyó un sonido que le hizo sentir un regocijo en todo su cuerpo. La puerta se había abierto.

Ella giro el pomo y éste cedió sin chistar. Jill tomó aire y se introdujo hacia el ala este.

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⏰ Última actualización: Feb 15, 2018 ⏰

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