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—Amor—movió levemente su hombro— Despierta, ya me voy— el perfume varonil y tan familiar lo hizo despertar lentamente mientras se rascaba con su mano derecha hecha puño sus ojos— Te amo, tengo que irme, nos vemos en la noche, si te pasa algo no dudes en llamarme— siguió hablando el castaño, se despidió de él plantando un beso en su frente apartando unos rulos que caían sobre ella.

—No te vayas— su voz todavía estaba adormilada—No quiero estar solo—hizo unos pucheritos en forma de súplica.

—No estarás solo, Mery esta abajo haciéndote el desayuno y las mucamas están en las otras habita...—un quejido no lo dejo terminar de hablar.

—Lou...te quiero a ti, a nadie más— estiró su brazo para entrelazar su mano con la del castaño.

La mano de Harry es más pequeña a comparación con la de Louis, es delicada, suave y la pintura color negro hace una combinación exquisita con su piel blanca y hermosa. El simple roce entre ellas hace despertar a Louis un sin fin de sensaciones, le fascina hasta la mínima cosa que tenga que ver con él, es su delirio.

—Amor, ya hemos hablado de esto, tengo que trabajar. Pero te prometo que volveré en menos de lo que te esperas— se sentó al borde de la cama mientras lo atraía más hacia él, sintiendo su calor y su suave respiración. El contrario apoyo su cabeza en su hombro impregnando sus fosas nasales del perfume tan característico.

—¿Prometes que cuando vuelvas me darás muchos besitos? —se apartó lentamente mientras seguía frunciendo sus labios color sandía y veía fijamente sus orbes del color del cielo que le dan tranquilidad y hacían que se olvidara de todo, creando una burbuja donde solamente están ellos dos.

—Te puedo dar muchos besitos ahora— una sonrisa pícara se formó en su rostro mientras llenaba de besos a su amado por todos lados, para terminar en su frente, su nariz y por último en sus labios. El beso no era profundo ni caliente, solo juntaron sus labios en un beso tierno y demostrándose el amor que tenían hacia el otro, pero Harry quería más.

Acarició el miembro de Louis por encima del pantalón obteniendo de respuesta que lamieran su labio inferior en una forma de pedir permiso para entrar, al momento que concedió la petición el castaño no dudo ni un segundo en explorar hasta el último rincón de este formando pequeños gemidos de la garganta de Harry. Empezaron a sudar, el calor que se formó en el ambiente era totalmente excitante, sus cuerpos pedían más pero su celular interrumpió el momento separándolos.

—¿Bueno? — solo se escuchaba en murmullo del otro lado y la voz del castaño articulando cortas respuestas— Estaré ahí en 15 min, ya voy para allá.

—Me tengo que ir, te amo y esta noche retomaremos esto ¡no te vas a salvar Hazz! — decía mientras caminaba hacia la puerta dejando a un Harry caliente y sudado en espera de más.

—Yo te amo más Lou, ¡me portare mal para que me castigues! — gritó cuando vio que ya había desaparecido de su vista, mientras se acomodaba nuevamente en la cama. Decidido volver a dormir, pero alguien tocó el marco de la puerta a lo que giro para ver quién era.

—¿Puedo pasar? espero tengas hambre hijo, te lo prepare con mucho amor— la voz de Maredy le hizo formar una sonrisa que hacia visible sus hoyuelos, asintió para que pasará.

Meredy es la cocinera, la contrataron como mucama, pero al probar sus deliciosos platillos les hizo cambiar de idea. El castaño la contrato para que su amado no tuviera que hacer nada en la casa, lo trata como un rey, no cocina, no limpia, no nada solo pide y duerme. Ella es como una mamá para ambos, se ganó su cariño, siempre los cuida, aconseja y alimenta, Louis y Harry la aman y ella los ama también.

—Oh, claro que siempre tengo hambre para tus comidas ¡son riquísimas! —una risa salió de la pelirroja contagiándolo.

—Las hago especialmente para ti, me gusta que te guste— ambos sonrieron, la invito a sentarse a su lado.

—Mamá...

—¿Si? —su mirada se clavó en él.

—¿Tú crees que Louis se canse de mí? — dio un sorbo a su jugo de naranja y bajó su mirada para no verla.

—¿Qué? jamás, no vuelvas a decir eso nunca y menos enfrente de el—el menor hizo un puchero con sus labios—Harry cariño, él te ama, en los años que llevo aquí nunca he visto que deje de hacerlo, es más cada día que pasa veo que te ama más y nunca se aburrirá o se cansara de ti— con su dedo índice alzo la mandíbula de Harry dándole una sonrisa cálida que fue correspondida con otra.

—Está bien mamá.

—Ahora come que se enfriara tu comida además debes comer más cariño estas muy flaco y blanco, te vendría bien salir y tomar sol— escaneaba todo el cuerpo del rizado mientras movía su mandíbula de un lado al otro con una mirada de preocupación, a lo que el rizado soltó una risa haciéndola fruncir el ceño. —¿De qué te ríes? habló en serio— pero la risa no paró, hasta que pudo hablar.

—Mery estoy bien, si tu preparas más delicias como estas te aseguro que comeré hasta reventar y no estoy blanco, bueno si, pero este es mi color natural— dejó un beso en su mejilla mientras le agradecía—Gracias mamá, por preocuparte por mí y por... bueno... ya sabes—ella dejó otro beso en su frente haciendo que el rizado cerrara sus ojos y sonriera.

—No tienes que agradecer nada, te quiero y siempre me preocupare por ti— no dijo nada más y salió de la habitación dejándolo desayunando.

Harry agarro su teléfono, no quería quedarse tirado todo el día, se aburría estando encerrado, llamó a su primo para que lo acompañara a un lugar.

—¡Niall! ¿qué te parece si me acompañas a comprar ropa y luego te compró todo lo que quieras de comer? — del otro lado se escuchó un grito de alegría.



















































































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Clouds||L.S||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora