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—Y también este.

Ya eran las doce del día y el rizado no terminaba de escoger los regalos que les daría a todos los niños, el quería lo mejor sin importarle el precio de estos, el dinero no era problema ya que con el puesto que tiene su esposo pueden vivir toda una vida con lujos y hasta más.

—Harry cariño, se nos hará tarde.

—Ya voy mamá, solo uno más— agarró otros juguetes para dejarlos en el segundo carrito de compras.

—Ya es todo, terminaras comprando toda la tienda— reprocho.

—Ya— fue caminando a la caja como un niño que no le quisieron comprar su golosina— Cuidado con eso, no quiero que los maltraten— les dijo a los señores que empacaban, ellos solo asintieron.

—Son cuatrocientos dólares— extendió su tarjeta de crédito al cajero que le daba una mirada de desaprobación.

Antes que le regresara su tarjeta, este le hablo.

—¿No te da pena?

—¿Disculpa? — al igual que él, Mery presto atención a lo que decía.

—Andar en esa ropa tan... poco varonil, deberías usar un pantalón ¿qué se yo? — miro de pies a cabezas al chico de rizos. Mery hablo.

—Exacto, tú no sabes nada ¿qué te importa lo que use o no?

—Mamá...

—No Harry, mamá nada, este muchacho me va a escuchar.

La gente dejó de comprar para prestar atención a la escena, donde la pelirroja discutía con el cajero quien solo se mordía el labio pensando en que momento llegarían a parar todo. Los supervisores trataban de calmar a Mery, el ojiverde la tomaba del brazo, pero esta solo hablaba más y más, pero sin llegar a gritar.

—Señora cálmese o tendremos que sacarla— Mery dejó de hablar para tomar aire y después sacarlo.

—Lo siento por mi actitud, pero él no tenía motivo para hablarle así a mi hijo— se cruzó de brazos.

—¿De quién habla?

—De ese muchacho mal educado— señalo al cajero, este bajó la mirada y se mordió con más fuerza el labio inferior— Estaba discriminando cuando lo único que debía hacer es cobrar las cosas, nosotros ya nos íbamos y el empezó a menospreciarlo y no me iba a quedar como si nada, deben tratar por igual a todos y respetarnos.

El gerente volteo a ver al cajero, el empleo del muchacho dependía de un hilo. Aunque bien pudo quedarse callado.

—¿Eso es cierto? — el chico asintió.

—¿Qué hará al respecto? esta tienda es muy reconocida y con buenas reseñas ¿quiere que la reporte por el mal traro que tienen a la gente? no saben con quienes tratan, podemos hacer que esta tienda quede en bancarrota.

—N-no, no debe llegar a.... esos extremos— el gerente sudaba, él no es el dueño y le ira muy mal si una señora que se ve de alta sociedad hace que todo se vaya a la mierda— Nos encargaremos que no vuelva a pasar y tendrá una sanción por su comportamiento. Claro que este tipo de cosas no deben suceder.

—Eso espero— se fue caminando hasta la salida.

—Mamá.

—¿Si? — volteó.

—Las compras— empezó a empujar el carrito junto a las empleadas— Disculpen por el drama ella es así— se disculpó con las personas alrededor.

Clouds||L.S||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora