A Coruña, España
15 de Octubre, 1952A veces la vida nos pone en bandeja de plata la felicidad, y somos nosotros los que nos encargamos de decidir si la queremos aceptar o no.
Decir que nunca estuve enamorado de Carmen sería mentir. Durante muchos años creí que era el amor de mi vida, igual que le pasará a tantísima gente y, muy posiblemente, a ti. Mis padres habían decidido, siendo yo muy niño, que mi felicidad y la prosperidad de la familia dependían de nuestro enlace.
—Dime que volverás antes del veinte de marzo —me preguntó tu abuela aquella mañana, justo antes de partir.
Ya se había vuelto la pregunta de cabecera de cada día. Yo siempre me limitaba a decirle que todo estaría bien y que ni se me pasaría por la cabeza faltar a la cita más importante: nuestra boda.
Acababa de cumplir los dieciocho años, y con la boda tan cercana y, según mis padres, con la llegada inminente — después del enlace, por supuesto — de un nuevo miembro a la familia, debía de comenzar a aportar beneficios.
Tu bisabuelo llevaba varios años viviendo en Buenos Aires y enviándonos ciertos ingresos mensuales, y es por ello que no dudé un segundo en seguir su camino, convirtiéndome desde ese momento en uno de los hombres de la casa.
—Cuídate mucho, hijo —me repitió mi madre de nuevo esa mañana.
Sin duda lo haría, lo que no sabía en ese momento era que alguien se iba a interponer en mi camino, haciéndome dudar de todas y cada una de las cosas en las que creía.
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Recuerdos de un amor
Historia CortaCuando Alfonso descubre la enfermedad que sacude su vida, decide que es momento de confesar la verdad. Con tan solo dieciocho años se vio obligado a escapar de una España en plena dictadura franquista para un país mucho más próspero, Argentina. Allí...