Relatos de Lynchills

Soliloquio de Darren

Capítulo largo, pónganse muy cómodos.
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La historia de amor de mis padres es en realidad muy interesante y a la vez intrigante, pienso que podrían hacer una película sobre ello. Antes de enterarme sobre todo lo sobrenatural, nos dijeron a Liselle y a mi que se conocieron en una fiesta y que su primer cita fue al cine; irónicamente nada podía estar más lejos de la realidad. Después de saber que mi padre era un cazador me contaron su verdadera historia, la cual estuvo llena de acción y peligros, fue por ello nací con un defecto en el corazón.

Debido a eso pasé gran parte de mi infancia en el hospital, tuve dificultades en la escuela y casi no tenía amigos; se podría decir que mis padres y yo siempre estábamos preocupados, no puedo decir que tuve una infancia feliz, siempre supe de mi condición y lo delicado que era.

Afortunadamente cuando yo tenía ocho años llegó un pequeño y pecoso ángel a nuestras vidas, Liselle, tan sana, tan dulce, inteligente y tan hermosa que nos motivaba a seguir adelante; nos alegró e iluminó nuestra penumbra, pudimos ser capaces de perseguir una vida normal.

Fue entonces cuando conocí a mi rubia amiga.

Ese día salimos con el propósito de que Liselle diera sus primeros pasos, en mi torpeza me atravesé en la trayectoria de una niña en patineta, quien cayó lanzando maldiciones y llorando sin parar, creí que exageraba hasta que mis padres la llevaron al hospital, nos anunciaron que se había roto un hueso. Me sentí tan culpable que fui cada día a visitarla y pedir disculpas, no me perdonó fácil pero gracias a mi insistencia nos hicimos amigos, no íbamos a la misma escuela, pero al entrar a la preparatoria decidimos asistir juntos a la misma.

Aunque estábamos en alerta de mi salud, mi vida fue un poco más estable, eso cambió con la llegada de cierta familia a Lynchills. Mi nuevo doctor y su familia viajaron con sus problemas aquí, aunque después supe que mi pueblo siempre tuvo problemas los cuales yo ignoraba.

Conocí a Nicole, una chica maravillosa, y me donaron al fin un corazón, creímos que todo estaría bien aunque sea por el corto tiempo que mi nuevo corazón me permitiría vivir.
No obstante, no era un corazón normal, éste me trajo sólo más problemas.

Transcurrido un tiempo y una vez inmerso en cosas completamente nuevas de las cuales yo creí que encontraría solo en libros y películas, conocí a más hombres lobo; a cuatro Videntes y a un vampiro, quien descubrí que tenía una adicción a la sangre de mi amiga y terminó enamorándose de ella.

Perdí a muchas personas importantes en mi vida, me volví alfa, tuve fama efímeramente por la música, pero la fama del alfa blanco siempre continuó, tuve un hijo con la mujer que amo.

En mi memoria siempre permanecerán todas las personas importantes que perdí: Layla, Mike, Stephen... Liselle, incluso Tyler, de la mayoría de ellos vi sus últimos momentos, murieron en mis brazos y casi podía sentir que mi maldición no era la licantropía, mi verdadera maldición era ver a personas importantes morir en mis brazos, aún me duele en el alma recordar a mi hermana sufriendo, ella no debía morir antes que yo; se supone que yo viviría menos de dos décadas y ella estaría para ayudar a mis papás a seguir adelante sin mi, todo salió mal.

Tuve mi venganza, y aunque muchos dicen que eso envenena tu alma, no me arrepiento, tal vez soy mala persona pero no me importa, el asesino de mi hermana merecía incluso algo peor, a veces quisiera incluso haberlo mantenido vivo para torturarlo cada vez que me afligía el recuerdo de mi hermana. También sé que guardar rencor no es sano, pero a mi me gusta ser rencoroso porque me recuerda que debo ser fuerte y no confiar tan fácil, no descuidarme...