El dolor insidioso y agudo se apoderaba de mi corazón, atenazándolo con una fuerza inmisericorde. Incógnito tras la frialdad de un pilar de piedra de la antigua iglesia, mis ojos observaban la escena que se desarrollaba ante mí. Era la unión de dos almas que habían estado inextricablemente entrelazadas desde el primer instante en que se encontraron. Aquellos dos seres que habían compartido risas y susurros, que habían compartido secretos y sueños, estaban ahora tomando el camino hacia una vida juntos.
Lágrimas de dolor y contradicción rodaban por mis mejillas, como la lluvia que cae después de una tormenta intensa. El corazón latía con una amalgama confusa de emociones: dolor y alegría, amor y angustia, desesperación y resignación. Todo en un torbellino caótico que amenazaba con arrancarme el alma y arrojarme al abismo de la tristeza.
Saeng y mi hermanita, la más dulce de las criaturas, la luz que siempre había iluminado mi mundo, estaba radiante. Sus ojos brillaban con la emoción de un nuevo comienzo, de la promesa de un amor eterno. Pero no eran mis lágrimas las que brillaban en sus ojos, eran sus propias lágrimas de felicidad que amenazaban con desbordarse.
Y él, el chico que había ocupado un lugar en lo más profundo de mi corazón desde siempre, aquel que había sido mi mejor amigo, mi confidente, mi cómplice en risas y lágrimas, ahora estaba ahí, de pie junto a ella. Sus palabras resonaron en el aire, un eco en mi mente que me recordaba todas las veces que había deseado estar en su lugar. Mi alma gemela, mi compañero de aventuras, aquel a quien mi corazón le pertenecía en silencio.
La pequeña iglesia estaba llena de susurros de emoción y anticipación mientras el sacerdote pronunciaba las palabras que los unirían en cuerpo y alma. Mi corazón latía en mi pecho, un tambor desenfrenado que parecía estar en sintonía con el vaivén de mis emociones. "Si alguien no acepta esta unión, que hable ahora o calle para siempre", resonó la voz del sacerdote, y en ese momento, el mundo parecía estar en suspenso, suspendido en el limbo de lo incierto.
La tentación de interrumpir esa unión con un grito estruendoso de negación se agitaba en mi interior, como un monstruo devorador de esperanzas. Pero la razón, o la cobardía, se alzaron sobre mi deseo impulsivo. Era mi momento de sacrificar mi propia felicidad en aras de la suya. Los dejé ser felices, a pesar de que cada fibra de mi ser luchaba por retenerlos.
Las palabras del sacerdote resonaron como un tañido de campanas funerarias en mi mente: "Yo los declaro marido y mujer, puede besar a la novia". Mi corazón, mi leal compañero de tristezas, se partió en mil fragmentos. Fueron aquellos dos seres, la novia y el novio, los responsables de este dolor insoportable.
Mis ojos ardían, irritados por las lágrimas que habían caído noche tras noche, tratando de lavar el tormento en mi alma. Pero ninguna cantidad de llanto podría haber apaciguado la agitación dentro de mí. El dolor era como una herida que nunca cicatrizaría por completo, un eco interminable de lo que nunca sería.
Los aplausos resonaron como un rugido de felicidad, y los rostros de amigos y familiares se iluminaron con sonrisas genuinas. Eran testigos de la unión de dos almas que se habían encontrado en un mundo complicado. Pero no eran testigos de la tragedia que se desarrollaba en las sombras, en el corazón de alguien que los amaba más de lo que jamás sabrían.
Mi mirada se quedó atrapada en ellos mientras salían de la iglesia, una pareja radiante y llena de esperanzas. Saeng me miró fijamente, su ceño fruncido ante mi rostro pálido y estoico. Sus labios se movieron, y aunque estaba demasiado lejos para oír sus palabras, sabía que me estaba llamando. Pero no me detuve, no podía mirar atrás, porque hacerlo habría sido ceder ante la tormenta que rugía en mi interior.
Las palabras de mis amigos se desvanecieron a lo lejos mientras me dirigía hacia mi auto, hacia el único camino que podía ver en medio de la oscuridad que me rodeaba. No quería despedirme, no quería ser el foco de atención en un día que pertenecía a ellos. Mis maletas yacen en el asiento trasero, símbolos de un nuevo comienzo que me espera en algún lugar distante.
Mis manos temblaban mientras intentaba encender el auto, luchando contra la inercia de la resignación. Cada parte de mí deseaba quedarse, gritar y llorar, rogar por algo que nunca tendría. Pero la voz de la razón prevaleció, y con un suspiro, el motor ronroneó a la vida. Observé una última vez a la pareja feliz a través del espejo retrovisor, y entonces me alejé.
Con cada kilómetro que dejaba atrás, me alejaba de un pasado que nunca podría olvidar. Era un viaje hacia lo desconocido, hacia un futuro incierto. Pero sabía que era el único camino, la única forma de sanar mi corazón herido y permitirles ser felices. Y así, mientras la carretera se desplegaba ante mí, me prometí a mí mismo que encontraría mi propia felicidad en algún rincón de este mundo vasto y complicado.
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SEGUNDA OPORTUNIDAD - HYUNSAENG 😘😊
FanfictionADVERTENCIA : Esta es una historia chico x chico y contiene Lemon a las que no les gusta esta clase de lectura por favor no lo lea y no pasemos un mal rato ..ademas los personajes no me pertenecen .. son Idols de Corea ... espero los guste yo solo...