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OD


2.

La vida era una total mierda conmigo. Mi mismo – ''ángel'' – resulto ser mí mismo diablo e infierno y todo lo peor que pasa en mi vida es causado por él. Solo pude comprar poco pan, ya que la mayoría del dinero que reuní por mis funciones en el semáforo tuve que dejarlo en el hospital. Llevaba una semana, sin poder ir a casa y eso era lo que causaba fuertes dolores de cabeza. JiMin de vez en cuando venía por minutos y el jueves por casualidad me trajo a Hoseok, quien estaba pálido y muy llorón. JiMin aseguro que era normal en los bebés.

Pero ahora JiMin no estaba, en mi pequeña – ''casa'' – solo se encontraba NamJoon en un tronco con Hoseok dormido en sus piernas, mientras que el mayor se fumaba un porro.

-¿Dónde está JiMin, Nam? – Cuestione.

Sus rojos y enfermos ojos, conectaron con los míos. Solo balbuceos escapan de sus labios, cosas inatendibles y risas estúpidas. No estaba en sus mejores momentos, y por los tantos rollitos de papel que vi en el suelo, pude llegar a la conclusión de que no era su primer cacho.

Estaba que me jalaba los pelos, de la exasperación. Dejando a un lado el pan dulce que había traído, Salí un poco a la calle vacía y peligrosa buscando señales de JiMin. No teníamos móvil – ninguno – nuestro entorno no nos permitía tales gustos. Caminando un poco, vi unas cuantas cajas en el suelo, a medida que me acercaba las reconocía como comida china. Nosotros no teníamos para esas comidas, JiMin no tenía dinero.

-¡Tae! – Gritaron.

Y en cualquier lado puedo reconocer esa dulce y aniñada voz. Voltee y JiMin corría con mucha fuerza, llego a mi lado y me frunció los labios en un regaño. - ¿Qué haces fuera?, el Dr. Recomendó mucho descanso. Si no lo haces, no podrás recuperarte de las costillas.

Ignorando sus palabras, me concentre en mirarlo y observarlo detalladamente. JiMin se veía un poco mejor – no todo, pero ya no parecía un puto muerto – su respiración era acelerada y estaba rojo, pero no por su bonito color habitual, si no por el trote en el que venía. – Dime ¿en qué andas? – pregunte. Sus ojitos se abrieron y sus labios se separaron. Bajo la cabeza y cerro sus ojitos. – Dime que no es eso JiMin, Por favor. ¿Por qué lo haces?, ¿No te basta con mi esfuerzo? – Levanta la cabeza con testarudez

-¿Qué pretendía, Hyung? – Me grita. – Usted no estaba y Hoseok necesitaba comer, y NamJoon hyung, necesitaba alguien para vender la droga en zonas bajas. – Tomo un respiro, lagrimas surcando sus avellanos ojos. – Hago lo mismo que usted, cuidar de mi familia. Hoseok me necesitaba.

Sus pasos retumban mientras se marcha, mi cuerpo se siente pesado y cae. Chillo, pero no por el dolor de mis costillas o de la herida en mi pierna. Chillo, porque odio esto, porque odio la vida que me toco. Odio esto porque mis padres nunca pensaron en nosotros y me odio a mí mismo, porque no hice un buen trabajo, hundí a JiMin este pozo sin salida, hundí a lo que más quería proteger en mis desgracias. No creía en cuentos de hadas, pero si en héroes y por años luche e intente esconder a mis hermanos – en especial a JiMin – de la mierda de mundo en el que vivíamos – nunca me queje de lo que vivíamos o teníamos, siempre le cedi mi comida para que no aguantara hambre, siempre me desvele durmiendo de dos a hora y media, para poder trabajar y pagar sus útiles de estudiar, siempre me esforcé en ganar dinero ''honradamente'' para poder darle más o menos una vida adolescente normal. Nunca le dije que asesine a más de un hombre, nunca le dije que por mis ventas millones de adolescentes murieron por sobredosis de cocaína. Porque era la vida de ellos o la mía, y si no tuviera a JiMin Y Hoseok, me dejaría morir, nunca le dije que arriesgue – arriesgo aun lo hago – mi vida en carreras clandestinajes, tampoco le he dicho que en varias ocasiones deje que rompieran mi culo, por unos cuantos panes y leche. Porque después de mis doce años, yo ya no importaba. En mi mente solo estaba proteger a mis hermanos, porque era lo único bueno que había en mi vida, eran como el papel higiénico, ellos siempre limpiaban la mierda en la a que me veía sometido. Toso cuando me ahogo con mis lágrimas y pataleo y golpeo el suelo, porque me odio, porque no logre nada y porque ahora JiMin está hundido en mi misma mierda.

Sangre, roja y viva sangre. Era lo que manchaba el suelo y en definitiva ahora aquella llama de fuego que reconfortaba su corazón se estaba congelando. Cuando me puse de pie, mis piernas temblaron, no, no estaba bien. Estaba destrozado, tanto física como mentalmente, pero aun así debía cumplir con mi palabra. En unas cuantas horas tenía una importante pelea, y las apuestas contaban en mi favor, no ir significaba perder mucho dinero y una muerte asegurada. Literalmente una muerte segura, Vernon nunca me perdonaría hacerle perder tanto dinero. El chico tenía un aspecto de ser un niño divino pero era un total cabrón cuando se lo proponía y su simpático – nótese el sarcasmo – novio, celoso y malditamente malhumorado me partería en dos, si se llegase enterar que hice perderla una buena faja de dinero a Vernon. Seungkwan, haría cualquier cosa por su bonito novio.

Era una de esas las tantas cosas que deseaba tener, en mis diecisiete años, aun no sabía cuál era mi orientación sexual, desde una muy temprana edad me vi envuelto en una mierda total, donde solo debía pensar en los pequeños niños que me esperaban en casa por comida y agua. Incluso cuando decidí dar mi culo por comida se lo preste a hombres y mujeres que me hicieron sentir exactamente lo mismo – total asco – nunca me hice – o hecho – una paja, o ver pornografía – pero ¿Dónde? – o beber y salir de fiesta. Siempre he estado pensando en el buen bienestar de mis hermanos, para que en escasos minutos uno de ellos se me escape de mi alcance.

-Ya no soy un niño. – Susurra JiMin, que en algún momento tuvo que haber llegado. Levanto mi rostro y lo observo, una diminuta casi inexistente sonrisa en sus labios gruesos y rojos.

Una risa seca y sin vida escapa de mis labios. – Tienes quince, Minie. – Exclamo. Sus ojos recorren mi rostro, hasta posarse en mis labios.

-Tengo una fácil solución para todo esto.

Mis cejas se elevan. -¿Ha si, cuál? – Pregunto.

-Eres un chico muy bonito hyungie. – Sonrió ante aquel mote. – Y hay muchos hombres con demasiado dinero ahí afuera, esperando que les llegue su baby perfecto. Solo debes preocuparte por estar bonito para tu daddy – amo – y él se encarga del resto. Se acaban los problemas económicos y toda tu vida se resuelve. Que te azoten el culo con una fusta duele, no te miento. Pero es mejor que robar o vender droga y correr el riesgo de que te atrape la policía. Tu amo/daddy, tiene el deber – derecho – de protegerte y acogerte. Hay un bar cerca, donde muchos Dom millonarios buscan su Sub. Tú serias uno perfecto, TaeTae.

Parpadee tratando de comprender las palabras de mi hermano dos años menor que yo. - ¿Qué dices? – Pregunte.

Sus bonitos y avellanas ojos rodaron con burla y algo de frustración.

-¿Sabes?, mi amo se llama Min YoonGi y hace unos pocos días, me comento que un buen amigo suyo. Buscaba un Sub perfecto y como buen hermano que soy, te puse en una cita con el hombre. Se llama Jeon JungKook y es un exitoso empresario y por lo que mi señor me ha dicho es un buen amo. Así que este sábado a las siete en el Bar liro.

Abrí la boca para cuestionar o decir algo, pero una risita suave y aniñada robo mi atención. Con temblorosos pasos, Hoseok caminaba hacia a mí, estirando sus bracitos de una forma jodidamente tierna, un chupetín rojo en sus labios rosados y delgados. Hoseok nació de cinco meses, por lo que siempre es y será pequeña, delicado y muy, pero muy frágil. Las posibilidades de morir siempre existieron, por lo que va un paso atrás, gateo al año y hace poco está aprendiendo a caminar, y solo pueden balbucear cosas cuyo significado debes entenderlo.

Ya a mi lado se pegó a mi lado como una pequeña garrapata. Sonriendo en grande mostrándome sus adorables dientecitos, tan solo tenía cinco dientecitos, pero mordía con gran fuerza. Estirando sus brazos hacia a mí, exigió que lo cargara y eso hice.

-Pa... – beso mi mejilla.

Una sola palabra cuyo significado no existe en el diccionario, pero en mi mente se repite una y otra vez. JiMin está igual o más sorprendido que yo.

Se siente tan bien, saber que fui yo quien lo vio caminar y que su primera palabra fue dirigida hacia a mí, una encantadora palabra que acalambro muy dentro de mí. Tanto así que me hizo llorar.


Deseos Oscuros. /KookV./Donde viven las historias. Descúbrelo ahora