3.
Lo había besado.
Jessica la chica de su clase de literatura, la que se sienta dos puestos adelante suyo, la que siempre está parloteando acerca de sus novios y sus caros accesorios lo había besado mientras hacían un trabajo – de parejas – en su casa. Leían la biografía de uno de los modernistas más influyentes en la época de las luces. Cuando su pequeño cuerpo se pegó a él y a los segundos tenía sus labios, delgados y pegajosos unidos con los suyos.
No tiene más besos con cuales comparar aquel, pero puede afirmar que fue el peor beso que puedo haber dado y si más adelante habrán mas, tendrá la plena satisfacción de decir que ese fue el peor. Y eso que después llego su hermano mayor, mientras su inocente hermanita – nótese el sarcasmo – tenía la mano entre sus pantalones de colegio, apretando su polla flácida.
Así que cojeando un poco y con el labio y ceja rotos y sangrando, me dirigía al apartamento.
Las cosas habían cambiado en este último mes, JiMin ganaba en un día más dinero del que ganaba yo en todo un mes, y eso me asustaba hasta la mierda. Porque significaba que estaba perdiendo a mi hermanito, JiMin ya no me necesitaría, y era un poco cruel y humillante para mi ego, saber que mi hermano menor logro sacarnos de un basurero con dinero que había ahorrado de estar trabajando tan solo trece días. JiMin había comprado un bonito apartamento en una zona segura de clase media, con dos habitaciones, cocina y un cuarto de baño. No era la gran cosa, pero era mejor que la pequeña bodega que por años intente convertir – en nuestro hogar – un cálido lugar para vivir. JiMin me aseguraba no estar haciendo nada malo y demonios le tenía la bastante confianza para creer en sus palabras. Pero yo mismo había visto, que a la hora de salida un carísimo y bonito auto con vidrios oscuros, había recogido a su hermano, y no pude decir nada por el maestro Wang me había gritado para que asistiera a su estúpida clase.
El problema con Nam se había resuelto, el morocho había sacado a su hermanito del negocio – tráfico de drogas – me era tormentoso pensar que JiMin había utilizado su natural belleza para vender droga.
Ahí frente a mi persona, una bonita puerta color caoba me recibía, las paredes estaban pintadas de un color crema y la cerca color blanco que la encerraba con flores de colores le daban una imagen pobre pero elegante. Los vecinos eran calmados y muy amables. No era como el lugar donde él había metido a sus hermanitos, un callejón donde los vecinos eran drogadictos, sicarios y enfermos que en más de una ocasión manosearon su culo, a cambio de no hacerle daño a Minie. No había eso olor asqueroso a mierda o cocaína, los suelos no estaban manchados de sangre seca, no había peleas, gritos y piedras golpeando y chocando contra su hogar. Era humillante pensar que su hermanito le había dado mejor vida que él, que llevaba cuidándolos desde hace ya dos años y que JiMin en una semana le haya dado mejores cosas. Pudo internarlo en un jardín de niños, cuando Taehyung lo tenía al cuidado de un chico de veinte años, que era drogadicto y hace tan poco había sido liberado de la cárcel.
Sin duda alguna, era el peor hermano del mundo.
Giro la perilla y entro.
Quedo quieto, tieso y sin respirar. Sus ojos grandes y perdidos, miraban la escena frente a él, con tanta impresión que incluso se podría comparar con una estatua. Solo se escuchaba el Pop y los suaves, chillones y ruidosos gemidos de su hermanito menor. La mano se estrelló nuevamente, contra las – ya coloradas, rojas y brillantes – nalgas de JiMin. Quien solo gemía muy suavemente, con su irritante y chillona voz. Cuando la mano se estrelló de nuevo. Taehyung reacciono y chillo.
-'' ¡¿Qué mierda?! ''
El hombre que mantenía a su hermano en su regazo con el culo en el aire y desnudo, lo miro. Sus ojos eran felinos e increíblemente bellos, el hombre era hermoso. Piel extremadamente pálida, labios delgados y de un claro y bonito color rosa. Su mirada era tan intensa y fría. Que no pudo evitar voltear la mirada. Las manos de dedos largos, acariciaban el trasero de su hermanito, parecían suaves caricias, sus dedos se movían en puntos estratégicos y se hundían despacio en los hoyuelos que tenía el culo respingón y grandecito de su hermano.