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5.

OD.

Había muchos hombres.

Hombres grandes e intimidantes. Hermosos y poderosos, con sus elegantes trajes, sus copas de vino fino siendo sujetas fuertemente entre esos largos dedos, que prometían el mejor de los deseos. Que prometían noches inolvidables, locas y pasionales.

Pero igual se sentía intimidado bajo los oscuros ojos de todos los presentes. JiMin a mi costado, mantenía su cabeza gacha, mirando el suelo como lo más interesante del momento.

Min, quien estaba muy concentrado en una amena conversación con un joven de rasgos delicados y preciosos, se puso de pie. Jugando con la copa y el contenido de esta, entre sus dedos. – ''Creí haber sido claro, JiMin. ¿Me equivoque?'' – Pregunto.

Mi cabeza se movió, buscando la castaña cabellera de Hoseok. Mordí con fuerza mis labios, al ver un chico de rodillas desnudo a un costado del señor Jeon. Con su dedo me indico que por favor me acercara. Pero realmente tenía miedo, todos esos ojos encima, mirando y detallando cada uno de mis movimientos. Pero una fuerza, extraordinariamente excitante, me pedía no desobedecerlo, aun así no estuviese jugando aquel juego de Sumisos y Amos. No hubo segundo llamado, ya que con el primero mis pies se movieron solos.

Desde el primer saludo que hubo entre nosotros, sentía la necesidad de complacerlo en absolutamente todo, por muy descabellado, humillante o ridículo que pareciera. Sentía la necesidad de cumplir todo lo que me pidiese.

A un lado de su cuerpo – que se veía grande aun sentado – cruce mis manos en mi estómago, jugando con mis dedos. Mientras sus oscuros ojos, me recorrían de arriba y abajo. –'' Los brazos a tus costados''. – Ordeno, mis brazos rápidamente cayeron como peso muerto a cado lado de mi cuerpo. – ''Quieto''. – Completo, cuando vio mis manos temblar.

Ahora de pie, rodeo mi cuerpo que temblaba. Su dedo índice recorrió las heridas que hace poco me había vuelto a abrir. – ''A-ah''. – Gemí lastimeramente. Cuando presiono mi espalda, que era donde debería haber la herida más grande.

Un gritillo, lleno el aire denso de la sala. Me urgí rápidamente y di los dos primeros pasos en dirección a la cocina en busca de JiMin. Hasta que dedos largos y levemente morenos se encerraron en mi brazo derecho. – ''Déjalos''. – Ordeno, en un tono que no tenía replica. Otro gritillo y mi cuerpo se sacudieron en temblores de impotencia, por no poder ir y socorrer a mi pequeño hermanito. – ''JiMin desobedeció a su amo, YoonGi fue muy claro al decirle, que hoy había reunión de amos y que por favor no viniese. Sin embargo aquí está y no solo, está contigo''. – Mis cejas se elevaron en ofensa. – ''No te ofendas. JiMin desobedeció a su amo y eso requiere un castigo''.

Sus oscuros ojos, me miraron por largos segundos. – ''Okey''. – Respondí. Esperando que me soltara, mas no lo hizo me arrastro con él al sofá y sentándose primero, después me tiro a su regazo. Aullé de dolor, cuando una punzada en mi trasero me hizo poner de pie. Apretando los puños a mis costados, mis ojos bajo los parpados, dejando escapar una única lagrima.

-''Desnúdate''. – Ordena. Que al parecer es lo único que sabe hacer. Tiemblo porque no sé qué hacer, no estamos solos, alrededor de unos treinta hombres ''amos'' están en la sala, escuchando todo con total silencio. Parecemos una obra de teatro, donde somos los títeres y ellos el público. O tal vez, yo soy el títere, el señor Jeon el titiritero y los demás hombres el público y JiMin el chico del telón. – ''Taehyung es una orden''. – Ante aquel enfermizo tono. Mis temblorosas manos abren botón por botón de la camisa azul celeste del uniforme. Mi cicatrizado pecho y espalda quedan al descubierto, dejo que el pantalón se deslice por mis piernas. Las peleas callejeras no podrán ser definidas como una carrera deportiva, sin embargo mi esfuerzo en ellas, es tan real como el de cualquier futbolista, atleta o boxeador y eso se ve reflejado en mi bien trabajado cuerpo, las horas de gimnasio, los trotes en las mañanas, las pesas y demás ejercicios para poder pararme en un ring y ganar como lo hago se ven reflejados en mi duro abdomen, piernas, brazos y trasero. Aun así, mi alimentación no sea la mejor, mi trabajo duro lo recompensa.

-'' ¿Puedo preguntar, porque estoy desnudo Señor Jeon? '' – Hablo. Mi voz temblorosa y levemente ronca. Mis piernas tiemblan y vergonzosamente mi pene se sacude en mis bóxer rojos.

Sus ojos recorrían cada termo de mi piel, deteniéndose un poco más de tiempo en cada mancha verde, violeta y roja en mi cuerpo. Había sido muy claro en pedirle a mi amante que no me dejase chupetones en el cuello, y lo cumplió. Más no podía decir lo mismo del resto de mi cuerpo. Clavándose en mí ya dura polla, subió sus ojos tan lentamente, deteniéndose una fracción más de segundos en mis tetillas. Pasando por mi blanco y limpio cuello de chupetones u otras cosas.

-Estar desnudo, es estar sin ninguna prenda. – Hablo, tan bajo y suave. Que era sorprendente cuan hermosa era su voz en estado. – Así que quítate el bóxer. – No grito, pero se sintió como tal. Di dos pasos atrás. Sus ojos se fijaron en los míos, buscando respuesta que segura mi boca no daría.

Cuando una puerta se abrió, apareció JiMin, cojeando y una extraña mueca en sus labios. Se detuvo a medio camino, miro de mí a mi cuerpo y de mi cuerpo a Jeon, así varias veces. Mi teléfono sonó.

-'' ¿Si? '' – Conteste. Jadeos, ruidos y gritillos eufóricos.

- '' ¡Taehyung! '' – Gritaron, reconocí la voz como la de Yesung. – '' ¿Dónde mierda estas?, ¡Vernon, nos quiere matar y no solo a ti, sino a todos, esta con un humor de perros! ''

Mis ojos buscaron con desespero un reloj, las manecillas se burlaron de mí, cuando marcaron las siete de la tarde. La noche comenzaba a caer.

-'' Mierda, mierda y más mierda. ¡Voy para allá, llego en 15 minutos! ''

De un solo tirón volví a poner mis pantalones y una camiseta vieja que JiMin traía en su hombro. Este tenía marcas de dientes y estaba rojo. Hice una mueca. – '' ¿Para dónde vas? '' – cuestiono.

-''Corro en media hora'' – conteste. – ''HyunWoo. Pierde hoy''

Tome el casco y las llaves con rapidez. Antes de que JiMin se prendiera a mi brazo. – ''No, TaeTae no. Por favor no corras''. – Suplico.

-''Es lo que hago, JiMinnie''. –

-''Puedo darte lo que quieras, cuánto dinero quieras. Pero por favor no corras''

Sacudí el rostro con suavidad. Una última mirada al reloj y las manecillas se movían con mayor rapidez. – ''No lo hago por dinero JiMin. Lo hago porque me gusta, la adrenalina que siento nadie podrá hacérmela sentir. Es simplemente genial''.

-''Si, también porque Vernon puede matarte si le hacer perder tanto dinero'' – Gritaron desde afuera. – ''Así que mueve tu gordo y grasoso trasero imbécil''

-'' ¡Con mi trasero no, NamJoon! '' Grite de vuelta entre carcajadas.

-''Oh, Hoseok fue muy duro con tu culo ex 'virgen''

Con las mejillas rojas bese la frente de Hoseokie quien dormía tranquilo en su cuna. Un beso en la mejilla a JiMin, sacudí la mano en dirección a Min y me incline ante los otros hombres. Jeon está ahí, mirando cada movimiento mío.

-''Nos vemos, después''

Salí en un pequeño trote. Montándome atrás, me aferre con fuerza a la cadera del negro.

Diez minutos después, estaba siendo sermoneado por HyunWoo, pateado levemente por Vernon y alabado por millones de personas, las cuales no conocían, pero aun así me seguían alardeando como un rey. La carrera era en motos, y era una de las más peligrosas a la que me fuera enfrentar. Tanto por las curvas a las que me enfrentaba tanto como por la carreta lisa, ya que recientemente había lloviznado. Igual porque debíamos llevar un compañero y el mío era Kunpimook. Primo del bastardo de Jackson.

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Hubo una curva en la que me caí, me quede con un raspón en la rodilla y el cuerpo mallugado. A la moto y el niño tras mi espalda no le paso nada. Me quede con setecientos wons y una victoria más. Pero un extraño sabor en el estómago.

Deseos Oscuros. /KookV./Donde viven las historias. Descúbrelo ahora