II

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Suspiro mientras me miro en el espejo. Hoy es el día en el que mi vida cambiará por completo. Me separaré de mi madre, y me lanzaré a lo desconocido.
A mi nueva vida—Me recuerdo con tristeza.

Me miro una última vez, asegurándome que las gafas de sol y la capucha estén en su sitio. Nunca quise esto. Nunca quise que se descubriese mi nombre, dónde vivo, de quién soy hija. Nunca lo quise. Y que cambie de un día para otro...Es extraño.
Salgo de la casa cabizbaja, con mi equipaje en mano. Una simple maleta.
La meto en el maletero, mientras aviso al conductor que no se moleste en hacerlo. A partir de hoy, mi vida cambiará. Ya nada será igual.
Distraída, abro la puerta de los asientos traseros, mientras que una voz demasiado conocida para mí, me detiene.

—¡Amorcito!—exclama la voz—. ¿Te vas sin despedirte?—El intento de pelinegro bufa, y me lo imagino con una mano en el pecho, sin creérselo—. ¡Creía que te había enseñado modales, rubia!

Una triste sonrisa se forma en mi rostro. Me doy la vuelta, encarándolo sin ganas.

—Lo siento Chris...De verdad que lo hago—murmuro—. Tengo que irme a Londres...

—¡Intento de huida! Repito, ¡intento de huida!—mi mejor amigo me interrumpe, mientras corre hacia mí, gritando esa estúpida frase. Segundos después me atrapa entre sus brazos—. ¡Reaccionen, muggles inmundas!

Enseguida, dos gritos de guerra cortan el aire, y yo solo puedo negar con la cabeza, divertida y a la vez exasperada.

—¡Yiahhhh!—dos siluetas exactamente iguales aparecen frente a mí—. Y ¡fiash!

Alzó una ceja, mientras miro al cabezilla de la operación, esperando una explicación.

—Susan y Rose, ¡presentes y a su disposición, gran mago!—las gemelas asienten y se llevan una mano a la frente, como un militar—. Operación detenida.

A pesar de todo este numerito, se que mis amigos están mucho peor que yo. Lo sé por sus expresiones de inmensa  tristeza en sus rostros, y sus sonrisas vacías, sin sentimientos.

—Chicos...—suspiro mientras miro a los hermanos uno por uno—. Se qué intentáis que no me vaya, pero mi vuelo sale dentro de una hora, y ya voy tarde...

Todos rompen a llorar, rogando que no me vaya y que por favor, que no les olvide.

—¡Cómo hacerlo!—mis ojos pican de tanto aguantar las lágrimas—. Oh,¡vamos! Me vais hacer llorar a mi también...

Todos niegan rápidamente y se sorben los mocos.

—Esto es para tí—Susan me da un paquetito pequeño—. ¡Ábrelo!

Le hago caso y despues de pelear varios segundos con el abre, saco una foto con todos juntos y una cadenita con mi inicial y la de sus apellidos.

"VD"

Gr-gracias—les abrazo a todos—. Me encanta.

Varios minutos después, ya estaba en el coche, rumbo a mi nueva vida.

—Señorita Cox—murmura el chófer—. Su madre lamenta no poder despedirse de usted. Me ha dejado un paquete a su nombre. Me ha ordenado también que le diga que le llame cuando desembarque. Eso es todo, señorita.

—¡Llámanos todos los días, o iré yo mismo y te secuestraré!—oigo que grita Chris—.

Asiento silenciosamente mientras hecho un último vistazo hacia atrás, con una sonrisa triste. A mi antigua vida. A mis amigos, a mi casa.

Una lágrima desciende por mi mejilla a la vez que el coche avanza.

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