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Observo mi reflejo somnoliento en el lujoso tocador del baño.
Ojeras espesas adornan mi rostro, y mi cabello despeinado cae en suaves ondas sobre mi cadera.
Visto el uniforme del colegio. Hoy es lunes, y por lo tanto, empieza mi primer día aquí. Con algo de suerte, podré mantener una conversación con alguien que no sea de mi habitación. Costará, pero por mi bien, he de hacer amigos por mi cuenta, no cómo sugirió mi hermano de presentarme a algunas amigas suyas.
Habiendo visto a Romina, los amigos los haré yo, y no con el criterio de mi hermano de marcar las bases.
Me doy unos cuantos retoques para disimular el cansancio, e intentando domar a mi cabello, alguien abre la puerta del baño.

—¡Llegarás tarde si no sales ya!

Es Nathan.

—Ya voy...

Exasperada, me rindo con mi pelo y me miro una última vez antes de salir.
Cuando entro en la habitación, Sean hace un ruido extraño con la boca.

—¿Ya?

Levanta su trasero de la silla del balcón y deja una revista encima de la mesa—:¡Ya era hora!

Nathan y Sean son los únicos que me esperaban, puesto que ambos compartían la clase de Modales, conmigo.
Sí, tal y como leéis. Clase de modales.
Al parecer, a mi madre le pareció una buena idea que su hija se convirtiese en una bella damisela. Obviamente, a mi no me hacía ninguna gracia.

—No te extrañes si Lady Smith te echa la bronca—menciona Sean mientras caminamos en dirección a la clase—. Es una vieja amargada que imparte una clase aburrida en la que nadie presta atención. Es normal que se aburra y que se desquite con nosotros.

Le miro con una ceja alzada mientras continuamos caminando.

—Lo cierto, es que si que está amargada—comenta mi hermano—. Lady Smith es increíblemente desquiciante. Y le dará igual que seas nueva, no dudará en liarte la que no está escrito.

Torcemos un pasillo a la izquiera, atravesando uno más extenso que el anterior. Cuadros del siglo XIX se alzan maravillosamente en las paredes de estilo clasicista.

—¿Tan mala es?

Ambos asienten a la vez. Torcemos otro pasillo a la derecha, dejando atrás lo clasicista y entrando en el barroco. Esto parece un viaje en el tiempo.

—El diablo en persona, linda—Sean me agarra delicadamente por el codo, evitando que me choque con una columna, que para mí, antes no estaba ahí—: ¿Lograrás sobrevir cuándo yo no esté?

Mi hermano le mira extrañado, pero sacude la cabeza en un movimiento casi impercetible y decide ignorarle—: Hemos llegado.

Nos detenemos frente a una puerta de caoba, y antes de entrar, me advierten—: Haz una reverencia cuando la puerta se abra.

Les miro con el ceño fruncido, pero termino asintiendo.
Llaman a la puerta con una serie repetitiva de golpecitos, y acontinuación, abren la puerta.

Lady Smith—dicen a coro, e inmediatamente se inclinan, y yo les repito un poco dudosa—. Esta es la señorita Cox.

Una señora bastante mayor a mi parecer, se da le vuelta sin prisas. Observa a mis compañeros, y después a mi.

—Jovencita...Cox—le da un repaso a mi aspecto—. Me imaginaba que cuidaría más su imagen... ¿Sabes que existe una cosa que se llama maquillaje?—pregunta, y yo solo puedo asentir—. Esas ojeras se notan a kilómetros, señorita. Utilízelo de vez en cuándo.

Se oyen algunas risitas femeninas en el salón, y que con una mirada de la profesora, se desvanecen.
Observo como algunos chicos me miran con descaro y yo solo puedo ruborizarme.

PreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora