IV

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—"No se quién eres, ni porque estás aqui... Pero tú, pequeña; serás mi próxima presa."

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—¡Arriba, Rapunzel!—grita alguien cerca mía—.¡Arriba!

Me agarra por los hombros y me sacude fuertemente.

—¡Que te despiertes!

Gruño y abro un ojo para mirar quien osa interrumpir mi descanso.
Matt.

—Suéltame ahora mismo—siseo peligrosamente—. O lo lamentarás.

El me mira asustado, e inmediatamente quita su agarre sobre mí.

—¿Cuál es tu excusa para levantarme a esta hora?—pregunto—. Y más vale que sea una buena.

—La excusa eres tú—suelta atropelladamente—. Es decir...—mira a su alrededor, nervioso—. A Jackson le han castigado por...—busca con la mirada al chico, a la misma vez que este le observa con una expresión neutra—. Por...por nada importante. Pero, el caso; es que...Tiene que hacerte un tour por el internado. Y ahora.

Se rasca la nuca nervioso y evita posar su mirada en Jackson y en mi.

—¿Y por qué me despiertas tú, y no él? Si es su castigo hacerme el tour pues que me lo diga él. Además que no creo que a las...—miro un reloj que hay colgado en la pared—, 6:50 sea el momento... Así que me voy a dormir—concluyo.

Me vuelvo a tumbar y cierro los ojos...Que calentita está la cama...
Un fuerte golpe me asusta y hace que abra los ojos de par en par, en busca de la causa.

—Levanta tu culo de ahí ahora mismo. El tour se hace ahora.

Jackson sale de la habitación cerrando de un portazo.

—Por eso te lo he dicho yo y no él...—suspira Matt—. No es que tenga mucha paciencia con estas cosas...—se encoge de hombros y me hace un gesto—. Cámbiate en el baño y no le hagas esperar. No le gusta esperar a nadie.

Después, se aleja lentamente y se tumba en su cama.

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—Treinta y cinco minutos. Demasiado tiempo—me recrimina Jackson—. Vamos, no tengo todo el puto día. No para ti.

Me mira asqueado y empieza a avanzar sin mi.
¿Acaso le he hecho yo algo? No que yo sepa.

—¿Acaso he...?

Me mira con cara de "vuelve a abrir la boca y prometo que no saldrás de aquí", y la cierro.

Salimos del edificio y avanzamos por unos jardines preciosos.
Se detiene delante de una pequeña cabaña de madera y, lentamente, se gira hacia mi.
Sus facciones endurecidas me observan sin ningún reparo.

—Vete—ordena con voz grave—. Ahora.

Se da la vuelta y anda en dirección a la cabaña. Abre la puerta y la cierra detrás de sí con un chasquido sordo, sin esperar si tengo algo que decir sobre que me deje sola en un lugar desconocido.

PreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora