—¿Enserio?—murmura Maddie, incrédula—¿Cómo has podido aceptar? Estamos en pleno siglo XXI, ¿y tú te rebajas a hacer las barbaridades que van a obligarte a hacer?
No me esperaba eso de ti, Virginia—suspira y yo me hundo en mi asiento, tiene razón—. No sé que decir...Desvío la mirada hacia sus ojos. Luce ofuscada, pero no la culpo.
—No hace falta que lo digas—susurro—. Ya sé que soy estúpida. Una idiota de pies a cabeza, pero... necesito ser una más. Ser aceptada. Y sí—añado—. Sé que eso me hace un...
Maddie me interrumpe, con el enfado brillando en sus ojos claros.
—No hace falta agradarle a los demás. Si a ellos no les gusta lo que y cómo eres, pues que les den calabazas—juguetea con sus uñas sobre las mesas, marcando un ritmillo—. No hace falta agradarle a nadie—repite—. ¡Ni qué fuese el mismísimo Presi!—se ríe de su misma pregunta, mientras saca un cigarrillo de su chaqueta, observándolo unos segundos entre sus dedos, para después encenderlo y llevárselo a la boca—. ¿Pero qué mierda digo?—exhala el humo—. Tampoco hace falta agradarle al Presidente. ¡No hace falta agradarle a nadie!
La observo con el ceño fruncido. Tengo el presentimiento de que esto va mucho más allá de mi. Que es algo personal. Y por ese mismo motivo, decido cambiar de tema.
—Lo sé, Maddie—digo con tono tranquilo—. Y te lo agradezco. Pero... Son cosas que ocurren. Prometo no hacer nada que vaya en contra de mis principios—ella suspira y asiente, dándole una última calada al cigarro, dejándolo apagado sobre el suelo—. No hace falta que te preocupes tanto por mi—digo sin ánimo de ofender—. Llevo muchos años haciéndolo sola, y sinceramente...—ella alza la ceja, inquisitiva—. Da igual, no importa.
Ella asiente, y tras unos segundos en silencio, murmura algo nerviosa:
—¿Y con quién te toca pasar este finde?
Su pregunta me deja descolocada. Después de su monólogo, no esperaba que indagase más en el tema. Aún así, le respondí:
—Matthew Colism.
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—Es bueno saberlo—sonrío fijándome en sus ojos aceitunados—. ¿Algo más que deba saber antes de subirme a un vehículo mortal contigo?—la pregunta le hace reír, y acércandose a mi, me tiende la mano, la cual acepto.
—Nada más—dice risueño, mientras abre la puerta de un descapotable gris para que suba.
Observo detenidamente el logo del coche, pero no reconozco la marca. No me fío en subirme algo del que ni he oído hablar.
—¿Qué marca es?—cuestiono con una ceja alzada—. Dímelo, o no pienso subirme. No quiero morir tan pronto.
—Un Lexus—dice orgulloso, pero después me observa como si fuese una extraña—. Espera, ¿Rapunzel no conoce la marca?
Niego, pasando por alto el hecho del sobrenombre con el que me ha bautizado.
Inclina la cabeza hacia el asiento del coopiloto, y con una mueca, subo; directa a una muerte segura.
Cierra mi puerta con la delicadeza propia de un oso pardo en celo.
Bufo resignada a la idea de pasar el día con él. Pero son las consecuencias de mis actos.Arranca el coche y yo me asusto por el runrun que emite. Matt esboza una sonrisa y ríe levemente.
Enciende la radio, y una melodía suave invade el ambiente.
Pisa el acelerador y yo cierro los ojos.
Dejándome llevar.
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Prey
Teen Fiction"No se quién eres, ni porque estás aqui...Pero tú, pequeña, serás mi próxima presa..."