16.- Al Pasado

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NN:

Eran las 6:00 de la mañana, el exterior estaba frío con niebla, y no había mucha gente por ahí. Fredd, estaba cobijado junto a Adrián que dormía profundamente, el albino, estuvo despierto un buen rato, y estaba ansioso, como si hubiera visto un fantasma. Comprobó que el castaño estuviera dormido, se levantó y se encapuchó con la chamarra saliendo de la habitación.
Estuvo caminando por la ciudad por casi media hora. Iba por un lado de un edificio, no se había dado cuenta de ruidos de grúas y máquinas de construcción por andar distraído por sus pensamientos, pero luego un estruendo más fuerte lo distrajo, pareció que una casa se viniera abajo. Miró al rededor y caminó un poco más rápido buscando el sonido. Rodeó el edificio y cruzó una calle, giró una esquina, y le dio un tremendo miedo a lo que vio enfrente, una grúa con una bola de metal comenzaba a destruir su antigua casa. Sus ojos se llenaron de lágrimas, al igual que su cuerpo de adrenalina, corrió a la grúa, con toda la energía casi haciéndolo explotar. Escaló la grúa hasta llegar a un lado del conductor, quitó la llave, y después de lanzarla al suelo le dio un puñetazo al tipo en la cara repetidas veces, lo tomó bruscamente del cuello y se lanzó con él al suelo, el conductor fue el que cayó al cemento de espaldas, otros obreros los separaron, Fredd les daba codazos a unos y a otros los golpeaba en puntos débiles. Uno de los trabajadores logró huir y llamar a la policía.
Fredd seguía golpeando a los tipos, casi dejándolos inconscientes, miró alrededor cuando escuchó las sirenas de las patrullas, le dio una última patada en el costado al que estaba en la grúa y salió corriendo.

Narra Adrián:

El frío fue el que me despertó, estiré mi mano para abrazar a Fredd pero esta cayó a la cama, mi sueño se fue completamente y miré todo el cuarto. El pequeño disfraz estaba aquí, tengo un mal presentimiento.
Me puse la playera y los pantalones y salí a buscarlo.
Estuve ya un rato caminando por los lugares por los que más pasábamos, pero no estaba en ninguno de estos. Luego recordé, su antigua casa, corrí hacia el lugar.
Doblando la esquina me debe con dos policías que aparecieron frente a mi
—hey... Te pareces al rehén del asesino—
Retrocedí un pequeño y lento paso —pue-es no lo soy... Me pasa a menudo
—a si? Pues, queremos hacerte unas preguntas — no quise meterme en rollos con tantas preguntas que posiblemente lleguen a la verdad, así que lo primero que hice fue correr a un camino equivocado al de la casa abandonada
—oye! Alto! — los policías me persiguieron. Ese momento fue tenebroso, nunca había sentido ese miedo, esos sujetos corrían bastante rápido, pero gracias al miedo pude correr como nunca. Me metía en callejones, doblaba esquinas, le daba vueltas a varias cuadras hasta que pude perderlos, me oculté detrás de una casa y me deslicé por la pared de esta hasta sentarme en el suelo, tenía el corazón a mil y esperé ahí a que me calmara. Cuando mis latidos se volvieron normales, seguí caminando... Pero... Donde estaba?
Creo que había corrido lejos, nunca había estado en ese lado de la ciudad, vi los muros de los callejones sin salida y fui a estos, me paré en una caja de madera y en puntas logré ver al otro lado, el callejón estaba muy oscuro, pero pude ver el otro lado, no se me hacía para nada conocido.
Después de caminar otro buen rato, vi por entre unas casas unos escombros, no sabía que se denolían las casas en medio de la ciudad, aunque esta casa solo estaba demolida una pequeña parte. Fui a acercarme. Luego mi sentido de la orientación volvió, como si me hubiera transportado a las calles de por mi casa. Me acerqué rápidamente cuando vi a Fredd sentado encima de un gran pedazo de concreto, su vista estaba hacia el suelo
—Fredd! —
Se limpió rápidamente las lágrimas y me miró —Adrián? — dijo casi en un susurro con voz fría, me detuve antes de entrar a los escombros con un poco de miedo, al verlo con los ojos dilatados después de tanto tiempo —e-estas bien? —
Tenía un pedazo de escombro en la mano sana, que lo presionaba, como si quisiera destruir ese pedazo. Me acerqué lentamente y le puse una mano en la cabeza quitándole la capucha de la chamarra, luego le quité la venda de la cabeza. La que le había puesto cuando Kiara le golpeó con la tabla.
Me tomó delicadamente de la muñeca y esta la llevó a su boca, enseguida la deslizó por la mejilla hasta su cuello, me miró, aún con una cara enferma. Parecía que se transformaba de esa forma enseguida. Miré todos los escombros comprendiendo todo
—lo siento mucho Fredd... Pero, se me hace muy raro que hicieran esto—
Se mostró confundido
—no tiran las casas así — agregué
—alguien lo hizo a propósito— dijo mirando al suelo con voz fría. No quería que pensara erróneamente, por lo que lo abracé y le besé el cuello un par de veces
—tranquilo... Recuerdas? Ya no quiero que mates a nadie. Quien quiera que haya sido— me siguió el abrazo y apegó su mejilla en mi hombro.
Me senté a su lado, acaricié su cuello, enseguida él me llevó a su boca y me besó de forma lenta pero apasionada. No me importaba que cualquier persona que pasará nos viera de forma extraña, solo me dejé llevar cuando esa sensación de satisfacción me recorrió el cuerpo.
Al separarnos juntamos las frentes, sus ojos se iban volviendo normales de a poco.
—ustedes! —
Di un sobresalto, cuando enfrente de nosotros estaban los policías que me perseguían
—es el asesino! —
Fredd me tomó del cuello de la playera y me jaló echando a correr
—alto maldito! —.
Esperé que Fredd supiera también como perderlos.

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