11.- Otra Escena

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Pasados unos minutos de que Fredd se hubiera ido a la habitación, y di un paso, tocaron la puerta.
La abrí y Kiara entró y me abrazó sin darme oportunidad de decir algo
—Adrián! Que bueno que estas bien! A donde fue ese tipo?
—eh...— imaginé que se refería a Fredd —lo perdí cuando venía a mi casa— ya me había hartado de esconder la verdad, la tomé de los hombros y la aparté de mi —Kiara... Yo te amo pero necesito mi espacio—
Se quedó callada con expresión confundida —no entiendo... Quieres terminar?
—no! Quiero seguir saliendo contigo, pero tampoco a cada minuto, es todo— decía eso porque, por una parte, ya me molestaba, por otra... No estuve seguro si sería para estar más tranquilo con Fredd. Ella hizo que le quitara mis manos de los hombros y se separó un pequeño paso hacia atrás y miraba al suelo —entiendo...
—no te lo tomes a mal. Si quieres podemos salir mañana. Ahora solo quiero descansar
—si si, esta bien— dijo en tono apagado. Sin siquiera decir adiós se fue cerrando la puerta.
Fredd me tocó en los hombros estando detrás —que sensible es. Espero que sepas que hiciste lo correcto... — sonaba aun decepcionado, voltee a verlo y lo tomé de la mano, sonreí —si, lo sé — nos quedamos mirándonos unos segundos, luego al percatarme de esto miré a otro lado —tienes hambre? Hace mucho que no cocino— caminé a la cocina.

Acabando de preparar la comida, la serví en la mesa, Fredd ya estaba sentado. Me puse a un lado de él en otra silla.
Después de comer la mitad, el no había tocado su comida
—Fredd? Que tienes? — me miró —no nada, no tengo hambre. Saldré a caminar— se levantó, lo detuve de la chamarra, creí que mi expresión lo decía todo; —no te metas en problemas —
Él sonrió y me dio un corto beso —tranquilo, te lo prometo — me guiñó un ojo por lo que no pude evitar sonrojarme obviamente, después de eso salió por la puerta. Solo seguí comiendo.

Pasaron las horas, ya había oscurecido. Yo seguía esperando a Fredd, sentado en el sofá sin prestarle atención a la televisión encendida. Es todo, iré a buscarlo. Hacia frío, me puse una chamarra negra y me encapuché con esta, salí de la casa.
Lo primero que vi al doblar la primera esquina fue un carro de policía con dos de estos hablando a un lado del vehículo, ambos me miraron con expresión sospechosa, uno se me acercó —hola niño, de donde vienes? —
Valla... Esa pregunta me dio miedo —de mi casa...
—y que haces fuera tan tarde?
—ah... Salí a caminar un poco... Eh... Mis padres se pelean mucho— fue lo primero que se me vino a la cabeza
—oh, lo siento mucho. Pero ahora es mejor que te quedes en tu casa. No sé si hayas visto en las noticias pero ahora un asesino anda suelto
—si... Si e visto, pero sé defenderme contra esos
—no te confíes niño, no es lo que piensas
—no, si e visto de todo. Nos vemos— di media vuelta, pero el otro policía me detuvo del hombro —espera mocoso. Te haremos unas preguntas —
Casi me desmayé, carajo soné muy sospechoso, voltee. —di la verdad, haz interactuado de alguna forma con este tipo? —
Titubee un poco. Miré algo que captó mi atención enfrente de mi, por entre los policías, supuse que era Fredd, cuando pasó corriendo en silencio
—que miras? — justamente cuando el policía volteó, Fredd lo tomó bruscamente del cuello y lo dobló hacia atrás, y enseguida, con la otra le mano encajó el cuchillo en el abdomen al otro. A mi de dio un vuelco al corazón y retrocedí un par de pasos, el encapuchado logró dejar inconsciente al que tomaba por el cuello y lo dejó en el suelo, luego dejó igual al herido con un puñetazo. Corrió hacia mi tomándome de la mano y corrimos lejos por varias cuadras.
Supongo que para ventaja de Fredd, esta parte de la ciudad no pasaba mucha gente por las noches.
Llegamos a una parte donde había puros locales, así como tiendas, papelerías y heladerías, pero como era de esperarse, todo estaba cerrado. En esas calles, por suerte, todos los postes de luz estaban encendidos.
Fredd y yo íbamos tomados de la mano, hasta ahí, ninguno dijo una sola palabra, lo miré —por qué lo atacaste? —
El estaba mirando hacia el suelo. Nos sentamos en un escalón de una tiendita cerrada. Con esos portones que se enrollan. Aún seguía esperando su respuesta mirándolo
—no lo sé... Una parte de mi me obligó
—eso no es una excusa
—también que te veías nervioso, que tal si te llevaban a interrogar en la comisaría? — me quedé callado, no me agradó esa idea.
Miré la calle desolada y en silencio, que a veces el aire soplaba y emitía ese silbido, a mi me gustaba.
Vi que Fredd se recargó en el portón y me miró de reojo —dime la verdad— hizo una pausa —tú me amas? —
Nunca lo había visto de esa forma. Esa pregunta me bombardeó en la cabeza, en verdad lo amo? Me le quedé mirando, ni sabía que responder, volvió a mirar al frente. Ahora comprendo, a estado deprimido por eso... No me le eh confensado.
Miré su mano vendada sobre su pierna, sin pensarlo dos veces la tomé tratando de no lastimarlo y me recargué en su hombro, entrelazó y apretó más sus dedos contra los míos —no te duele?
—vale la pena si puedo sentirte— de nuevo las mariposas en mi estómago. Con su otra mano me volteó de la barbilla haciendo que lo mire, esta vez sin ir despacio y sin pausas me besó de forma calmada. Deslizó su mano desde mi mejilla hasta todo mi brazo. Me seguía besando rozando su lengua con la mía, lo tomé delicadamente de la nuca por sobre la capucha.
"te amo" solo dos pequeñas palabras que no podía dejar salir de mi boca, que simple y tonto. Pero porque no podía? Acaso es solo porque estoy con Kiara, o será que simplemente no puedo aceptarlo. Ya no entiendo nada. Esto es malo.

Mi Rehén Donde viven las historias. Descúbrelo ahora