3.- Marca Permanente

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Adrián -estatura: 1.67

Justamente hace horas, recuperé mi mochila, y conocí al psicópata Fredd, que se coló en mi casa, pero las cosas no se pueden poner peor, cuando Kiara la chica de mi sueños llega en mal momento.
Después ella y yo estando en el parque, Fredd nos vigila. Que se trae?!

No podía hablar de lo nervioso que estaba, porque tiene que ser él!
—ah... Que pasa? —Kiara estuvo a punto de voltear pero la besé, parece que si me quería después de todo, ya que se dejó llevar.
Fruncí el ceño al ver a Fredd que, ahora estaba tomando un cuchillo encajado en el árbol de donde estaba. El miedo me invadió de nuevo, y me separé de Kiara
—valla... Adrián —ella se encogió sonrojada
Reí —siempre te e querido, pero ahora tengo que irme, tengo prisa adiós! —dije rápidamente y corrí con Fredd, lo tomé de la manga de la chamarra y lo llevé detrás del árbol donde nos ocultamos
—que haces aquí acosador!? —
Sonrió —te acosaba—
—pues ya no lo hagas! Por fin estoy con ella y lo tienes que arruinar! — dejé de hablar cuando me tomó del cuello ahorcándome y me levantó, se veía furioso —no me eches la culpa—
Apretaba su brazo con el que me ahorcaba
—suéltalo! —Kiara estaba detrás de Fredd, sentí un gran susto al ver a la que más me gustaba y al que más me aterraba, juntos.
Fredd la miró de reojo y me soltó, caí de espaldas tosiendo, Kiara se agachó a un lado de mi
—maldito! Largate o...
—no, Kiara... Vámonos —la interrumpí.
Fredd estaba apretando los puños mirándome con cara seria. Me levanté y corrí.

Ya estábamos lejos
—te despediste de mi para ir con él? Lo conoces? —dijo preocupada
—no, no lo conozco... Pero me fui porque... Lo vi con un arma, y fui a echarlo, pero pasó eso—.

Ya era de noche, Kiara me acompañó a la puerta de mi casa
—quieres entrar a... Ver una película? —dije amable
—mejor otro día, si llego tarde mi papá me mata— dijo, me dio un beso en la mejilla, y dando media vuelta se despidió con un movimiento de mano y se fue. Mientras, yo me quedé en la entrada viendo como se iba.
Entre a casa y suspiré feliz. Vi la luz de la cocina prendida... No ese wey otra vez.
Caminé, pero luego corrí cuando escuché un vaso de vidrio romperse, Fredd estaba apoyado con una mano en la repisa de la cocina y la otra la tenía a un lado con un tajo desde la muñeca hasta el inicio del pulgar, la sangre caía hasta el suelo, encima de los cientos de pedazos de cristal
—Fredd! — junté los pedazos de cristal y miré su mano ensangrentada, él estaba totalmente serio
—hay que coserte—
Se quedó callado por un momento
—coser.... No tiene... Sentido— se mojó la mano en el lava platos, abrí un botiquín de una repisa y lo vendé.
—debes de tener más cuidado—
El comenzó a reír con una cara enferma —no te sirve preocuparte —
Me miró serio por un momento y fue a mi habitación
—no no no oye!! A donde! — lo seguí. Se acostó en mi cama boca abajo —no! Yo duermo ahí! —
Se levantó y me tomó del cuello de la playera —guarda silencio — dijo en tono frío. Me soltó y retrocedí —b-bien... Iré al sillón —.

Desperté en el sillón con el mismo dolor que cuando me dormí en el suelo, del cuello a la espalda, me levanté y todo me tronó. Me quedé sentado de forma de cazuela mirando al cojín enfrente de mi. Sentí manos  mis hombros, voltee separándome, Fredd seguía aquí . Me levanté
—h-hola... Fredd —
—te duele... —
Retrocedí un paso, me tomó apretándome del antebrazo, me volteó de manera brusca, yo con miedo traté de librarme, pero, al principio, me apretaba los hombros, luego solo me dio masaje como profesional, suspiré relajado,despues de un momento, me abrazó por detrás —espera, Fredd! —
Comenzó a besarme el cuello, traté de separarme, lo empujé y nos miramos
—voy a caminar—susurró, guardó sus manos en sus bolsillos de la chamarra y salió. Vi como salía de la casa.

Estuve todas esas horas mirando la tele en el sillón, a donde carajos había ido Fredd que tuviera que tardarse tanto... Porque me preocupo.
En ese momento entró de golpe, y me levanté asustado
—Fredd! Pero que hiciste!? —
Estaba cubierto de sangre, tenía un cuchillo en la mano y su cara de psicópata se iba apagando. Cerré la puerta rápidamente y le quité el arma
—Fredd... Porque— lo miré, se quedó callado, su cara se hizo seria y no dejaba de mirarme, al cabo de un rato habló —iré a bañarme, lava lo ropa— dio media vuelta caminando al baño y quitándose la ropa en el camino
—pero Fredd! No entiendo que te sucede para que hagas eso! — dije, levantando la ropa y siguiéndolo al baño. Simplemente, cuando entró al baño me cerró la puerta en la cara. Retrocedí enojado. Pero que le tuvo que pasar para que se piense así, una enfermedad no podría ser, si fuera eso, yo ya estaría muerto.
Ya la ropa secándose, tomé una mía que me quedaba grande, abrí la puerta que por suerte estaba sin seguro, lo vi ahí no más recostado de espaldas en la tina llena de agua y con los ojos cerrados, los abrió de a poco mirándome
—hola.. Fredd... Ya te traje ropa limpia— entré y dejé la ropa en una repisa
—perdón por presionarte... Pero enserio me preocupa tu situación — nos miramos un momento
—ven —.

Mi Rehén Donde viven las historias. Descúbrelo ahora