Epílogo

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Miraba por la ventana del avión las sientos de nubes que bloqueaban la tierra, e imaginaba lo próximo que estaba por decir. Sentía la emoción y ansiedad en todo el cuerpo y jugaba con mis manos tomadas entre mis rodillas. Por momentos miraba de reojo a Fredd, que estaba con los ojos cerrados y unos audífonos de astronauta recargado en el asiento, se veía relajado comparado conmigo.
Me senté correctamente en el asiento y lo llamé con un toquesito en el brazo, casi adormilado me miró y se quitó los audífonos. Suspiré tratando de sacar todo mi nerviosismo. Y tratando de no temblar, lo tomé de la mano de tal forma que estuviera cómodo. Algo me impedia mirarlo a los ojos, solo tenía mi vista a nuestras manos
-tiemblas? - me dijo en voz baja
Al mirarlo a los ojos no pude evitar que mi cara se sonrojara completamente
-te sientes mal?
-no- Tragué saliva
-yo...tengo algo que decirte...
Me miró
Te amo-
Mi nerviosismo se esfumó cuando por fin lo dije y me sentí completamente feliz cuando él se sonrojó y de nuevo la emoción me invadió -oh!! Oh!!! Te sonrojaste!!!!- alcé los puños como si hubiera ganado algo y casi estaba gritando de la emoción, mientras que él tenía cara de haber perdido y estaba apoyado en el racarga brazos y seguía sonrojado
-lo logré wey!!!! - pero luego mi voz se fue apagando y me sentí apenado cuando todos en el avión me miraban. Me callé completamente y me encogí riendo y mirando a Fredd. Di un último vistazo a las personas que habían vuelto a sus asuntos. Me tomó de la barbilla y me atrajo para besarnos. Me sentí completamente relajado a comparación de antes; que siempre sentía que me faltaba hacer algo.
Cuando nos separamos y seguiamos a centímetros, tomé su mano y la extendí para que quedara abierta, lo que saqué de mi bolsillo lo puse en su mano. Cuando me le quedé viendo y esperando a que dijera algo, no pasaron ni segundos cuando un montón de lágrimas recorrieron sus mejillas y sollozaba mirando; aquella foto de él y su hermana, me la había traído cuando ambos fuimos a su antigua casa. Nos abrazamos y se fue calmando cuando lo apegaba más a mi y le acariciaba la espalda. Mi sensación, no fueron exactamente escalofríos, fue más de placer y relajación cuando me susurró la oído;
-yo también te amo-.

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