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Le encontré sentado en el viejo sillón de diseño, con la vista enfocada en sus zapatos.
Pienso que me notó al instante, siempre lo hace, pero aún así no apartó la vista.
Procedí entonces a robarle los lentes y sentarme en su regazo, pero continuó con su actitud desinteresada.
Le despojé también de sus escasas ropas lentamente y lo besé con pasión. No obstante, se mantuvo inmutable.
Decidí que era momento se llevar a cabo el acto coital, el cual no duró más de varios minutos y fue tristemente decepcionante en comparación al del día anterior, que llegó a un nivel tan alto de excitación que finalizó con un puñal en su espalda y un espeso charco de sangre en el sillón.

Relatos sinsentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora