Mi oscuro reflejo en la televisión apagada fue digno de horas de contemplación. No obstante, el momento de mirar hacia otro lado llegó y con él, la sorpresa.
El animal me miraba fijamente y entré en pánico. Su salvajismo era tal que me vi desprovisto de defensa alguna, era claro que un buen argumento no lo detendría: él me quería de cena.
La casa estaba vacía.
Las ventanas, cerradas.
El techo dejaba mucho que desear, pues era evidente que con sus garras podría sin problemas levantar dicha arquitectura en un santiamén.
De tal manera, decidí que era momento de elegir la religión correcta y dedicarme a rezar. Yo conocía muchas religiones, en la televisión se detallaban con precisión constantemente. Me decidí por el cristianismo ya que era la que más conocía y recé tres padrenuestros antes de sentir el golpe, el agua chapoteando, y luego no sentir nada más.

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Relatos sinsentidos
De TodoDejando volar la imaginación puede salir cualquier cosa. Como lo que podrás encontrarte en estos relatos cortos...