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Daniel.

Miércoles 1 de Noviembre.

Las semanas pasaban, yo seguía saliendo de la escuela a casa y siempre en compañía de mi padre. Habían pasado ya tres semanas desde mi último encuentro con Jack. Las ventanas estaban bloqueadas, mi padre no iba a trabajar debido a "su descanso" y mi mamá iba de vez en cuando. La familia por fin estaba en casa, pero no era como lo había añorado por años.

Los silencios de mi habitación me llenaban de melancolía. Ya casi no me quedaban libros para leer, puesto que en las eternas tardes leía uno de mis libros, pero mi pequeña colección no era suficiente.

Mis pensamientos comenzaron a tornarse más oscuros.

Odiaba que me prohibieran salir con el rizado, me molestaba que mi madre no hiciera nada para impedirlo. Tal vez las personas no me querían tanto como decían. Tal vez este cruel castigo solo despierte lo peor de mí. Probablemente las personas se olvidarían de mi existencia. No creo ser capaz de soportar esta tormenta.

Te necesito, mi chico de rulos. Te necesito todo el tiempo.

El sol se estaba ocultando, luego de haber intentado abrir por enésima vez la puerta decidí ir a sentarme junto a mi ventana, como cuando Jonah y yo observábamos la lluvia. Los tenues rayos de sol se abrieron paso a mi habitación, llenándola de vida, acariciando mi rostro con delicadeza y regresándole el brillo a mis ojos por unos largos minutos. Recordé esas tardes soleadas en las que salía con Jonah, esas tardes en las que reíamos a carcajadas con Jack. El sol terminó de ocultarse y la habitación se volvió a llenar de soledad.

Y es que la soledad viene acompañada de la angustia, de esos momentos vividos que jamás regresarán. La soledad es una cruel amiga, recolecta las silenciosas lágrimas que caen en medio de la oscuridad.

Me alejé de la ventana y encendí la luz, busqué en uno de los cajones de la mesilla junto a mi cama. Tenía un viejo mp3 junto a unos auriculares, eran justo el escape que necesitaba. No hacía mucho tiempo que lo había dejado de usar, solo estaba algo maltratado. Puse la reproducción aleatoria y comenzó a sonar "Demons" de Imagen Dragons, pero una parte me identificó de tal manera que logró descolocarme.

When you feel my heat

Look into my eyes

It's where my demons hide

It's where my demons hide

Don get too close

It's dark inside

Increíble la manera en la que la música parece querer hacerte sentir todo lo que te niegas, recordándote que tan débil puedes llegar a ser. Solo la música es capaz de doblegar a cualquier corazón.

Don't want to let you down

But I am hell bound

Though this is all for you

Don't want to hide the truth

La canción siguió reproduciéndose pero mi mente sólo evaluaba esa parte. La lista siguió y al cabo de unas horas estaba completamente dormido, con un extraño sueño en mis retinas.

Era yo corriendo en calles destrozadas, estaba perdido y solo. A la distancia divisé una figura parada en medio de la calle, el cielo ardía en llamas y no parecía haber alguien más que esa persona; caminé hacia ella incluso aunque mi corazón temblara del miedo, a unos pocos metros la reconocí. Era mi madre. Comencé a correr hacia ella, el mundo se sacudió y caí pero me volví a levantar ignorando el dolor que sentía. Corrí, corrí y corrí pero jamás llegaba, volví a caer cortándome con un vidrio. Me levante nuevamente, pero no corrí, caminé hacia ella. Cuando llegué la abracé y se convirtió en arena.

El chico de rulos (Jackniel) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora