Prólogo

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Jack.

Dos días después.

"Daniel se fue. Daniel se fue. Daniel se fue."

Repetía es en mi cabeza una y otra vez, necesitaba convencerme de que ya no lo vería cada mañana. Necesitaba convencerme de que ya no podría besarlo o tomar su mano. Necesitaba recordarme cada minuto del día que todo lo que teníamos eran recuerdos. . . todo lo que yo tenía eran recuerdos.

Recuerdos de sus besos, sus caricias, su sonrisa y la manera en la que reía. Recuerdos de aquellos besos secretos, de aquella primera vez en la que sentí sus suaves labios. Solo serían recuerdos que vivirían en mi corazón para siempre, porque jamás podría olvidarlo. Jamás.

Creo que eso era lo peor, recordarlo con cariño, con ese amor que no podría darle, que solo quedaría en mí y me lastimaría.

Hoy es su funeral y no sé si resistiré las lágrimas mientras este allí, no sé si me iré luego de que termine el entierro, porque no lo quiero dejar. No lo puedo dejar. Suspiré mientras me observaba al espejo, llevaba un sweater azul, como los ojos de Daniel; y un jean negro.

El día estaba frío, incluso a pesar del sol, era como si el cielo festejara que un nuevo ángel había llegado para acompañarlos. Mi mirada divagó en el reflejo del espejo, lucía muy cansado y cabizbajo, volví a suspirar. Ya era hora de que saliera, Jonah vendría por mí en cualquier momento.

Caminé hacia la sala de estar, mi hermana tenía sus codos sobre sus rodillas y la cabeza gacha, pero rápidamente se puso de pie al oírme llegar, sonriendo de manera preocupada.

-Jack. –Su sonrisa de preocupación se hizo más visible. Se me acercó y me abrazó fuertemente. –Te quiero, no lo olvides. –Susurró. Se apartó y llevó una mano a mi mejilla, volviendo a sonreír.

-Yo también te quiero, Sydnie. –Sonreí débilmente, colocando mi mano sobre la suya. Su preocupación no desapareció ante mis palabras, supongo que ella tiene miedo... tal vez tanto miedo como yo. El timbre de la casa sonó y supe que era el moreno quien me esperaba. –Debo irme, más tarde hablamos. –Deposité un beso en su mejilla y me dirigí rápido hacia la puerta.

-¿Listo? –Preguntó el moreno, con una expresión seria en su rostro. Asentí sin mirarlo y salí, caminamos hasta su auto, listos para tratar de ser fuertes.

Llegamos luego de unos minutos; los padres de Daniel ya se encontraban allí, estaban vestidos de negro como acostumbra a usarse. La madre del chico de hermosos ojos no dejaba de llorar, su rostro lucía agotado, juraría que no había dormido luego de lo ocurrido, Tom la abrazaba mientras limpiaba algunas lágrimas que se le escapaban. Sentí una terrible punzada de dolor en mi pecho, como si mi corazón estuviera siendo estrujado violentamente y las lágrimas amenazaron con salir. Suspiré sonoramente y comencé a caminar hacia ellos; la madre de Daniel fue la primera en notar que me acercaba, acortó los pocos metros que nos separaban y me envolvió en sus brazos, sentí sus sollozos, sentí su dolor, lo sentí muy dentro de mí, casi como si no fuera suyo. . . casi como si fuera mío. Y es que ambos lo habíamos perdido, ambos lo amábamos con todo nuestro ser, ella con su inmenso amor maternal y yo con todo lo que me permitió darle, guardándome un poco de ese amor para el futuro que planeaba con él. Guardaba ese amor para esos días en donde nada era suficiente y todo era demasiado, guardaba ese amor para los días en los que él creyera que todo lo que teníamos se estaba derrumbando.

Guardaba ese amor para el futuro que pudimos haber tenido pero que jamás tendremos.

Nos separamos del abrazo; sus mejillas estaban humedecidas por las lágrimas y frías por el clima, sequé algunas de sus lágrimas y sonreí. –Todo estará bien. –Dije, pero no creía las palabras que salían de mi boca, no sabían a verdad. Ella sonrió tristemente.

-Jack. –Habló Tom, acercándose a nosotros. –Lo siento mucho. –Dijo una vez que estaba frente a mí, me estrecho entre sus brazos y leves sollozos escaparon de sus labios. –Realmente lo siento. –En ese momento reaccioné, correspondiendo a su abrazo. No le respondí, no sabía cómo responderle, cómo apaciguar su dolor.

***

Su féretro estaba lleno de rosas rojas y crisantemos; estábamos en el cementerio ya que así lo había decido la familia de Daniel, muchos de nuestros compañeros estaba allí de traje, yo era el único que no fue vestido así. Tenía mis manos entrelazadas y la cabeza gacha tratando de ocultar las lágrimas que caían; Camila estaba junto a nosotros y le era inevitable no llorar; Jonah dejaba caer silenciosas lágrimas, su rostro estaba firme pero el dolor era visible en él. Tom caminó hacia el féretro, colocó una mano en la suave y oscura madera, sonriendo tristemente, comenzó a hablar, solo algunas palabras podía entender.

-. . . realmente lo siento mucho, hijo, te marchaste muy temprano y no tuve tiempo de conocerte, no tuve tiempo de crear un lazo fuerte entre nosotros. . . –lloró. –. . . no deje que fueras tú, cerré tu camino y ahora. . . ahora te fuiste para siempre y yo me quedo acá, con la terrible culpa en mi corazón porque jamás podré escucharte decir "te perdono", porque me queda este horrible hoyo en el pecho, cargado de dolor. –Sollozó más fuerte y abrazó el ataúd fuertemente. –lo siento, hijo. –Volvió a llorar, Keri se acercó a él y lo abrazó fuertemente mientras trataba de tranquilizarlo con tiernas palabras dichas entre lágrimas.

Me estremecí al sentir unos brazos rodearme, Camila me estaba abrazando mientras lloraba de manera desgarradora, Jonah también se unió al abrazo y solo ahí noté que ambos llorábamos de manera inconsolable. Los envolví a los dos entre mis brazos, no podía contener mis lágrimas. . .no podía contener mi dolor.

Había perdido a mi ángel.

Las personas comenzaron a acercarse hacia el féretro dejando algunas flores; me acerqué cuando no había casi nadie, solo los padres de Daniel estaban allí pero les pedí un momento a solas y ellos aceptaron. Me pare junto al ataúd en silencio, contemplando aquellas flores que lo decoraban, apoyé mi mano en él y suspiré.

-No estoy listo, Dan, y dudo estarlo en algún momento. –Susurré. Las lágrimas ya comenzaban a picar en mis ojos. –Esto fue realmente sorpresivo, no creí que tú. . . no creí que esto pasaría. –Las palabras comenzaban a atascarse en mi garganta debido al nudo que se había formado. Levanté mi vista hacia el cielo, pestañando para que las lágrimas no salieran y suspiré nuevamente mientras volvía mi mirada a aquel cajón. –No sé cómo seguir con esto, no sé cómo superarlo y tampoco sé si quiero hacerlo. No quiero olvidarte, y eso me lastima en lo más profundo de mi ser porque sé que en algún momento tendré que dejar el pasado atrás. . . –Ya no podía contener las lágrimas, dejé escapar un largo sollozo. –. . . no sabes cuánto me duele esto, mi ángel. Es como si estuvieran perforando mi corazón, como si estuvieran arrancando todos mis sentimientos por ti. . . me siento como un niño indefenso, triste y perdido. Me siento como si hubiera perdido parte de mi vida. . . –Hablé entre lágrimas. –. . . y es que así fue, porque juré amarte como en las películas, juré amarte con mi vida. . . todo ese amor te pertenecía, te lo llevaste contigo para siempre, y no creo poder amar a alguien del mismo modo.

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¡Buenas! Para todas las personas que leyeron esta historia las traigo esta pequeña parte que pertenecía a una historia que había creado y sería "La segunda parte" pero acabo de borrarla.

De todos modos, creo que está parte era fundamental y esa es la razón por la que la subí.

Ahora sí, sin más preámbulos me despido. Que tengan una linda semana.

Con amor, su escritora. 💖

El chico de rulos (Jackniel) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora